Tras la declaración de intenciones que supuso Yo soy Gotham, y la decepción que fue La noche de los hombres monstruos, llegamos a Yo soy suicida, el tercer arco argumental del Batman de Tom King. Se trata de una etapa que bien podría ser una de las más representativas del Hombre Murciélago con el paso de los años. El Batman de Tom King es poderoso, imparable, inquebrantable… Pero también tiene un fuerte componente psicológico del que hablaremos más adelante.
En Yo soy suicida, Batman deberá viajar a Santa Prisca para extraditar al villano Psicopirata, que está viviendo en la isla-estado como “invitado” de Bane. Este villano (que tanta importancia tuvo en los años 90 a raíz de la macrosaga La caída del murciélago) está viviendo una segunda juventud y se intuye que será uno de los villanos principales de la larga etapa de Tom King.
“Dime que soy feliz, dime que soy valiente, dime que siempre puedo parar”
Esto le repite Bane al Psicopirata. Estamos ante una petición con ciertos aires de súplica que demuestra que el brutal villano está roto por dentro, al igual que nuestro héroe. Porque el título de la historia, aunque haga referencia al grupo de delincuentes que acompañarán a Batman en su loca misión, también hace referencia a la condición del alter ego de Bruce Wayne. Todo se debe a que éste pensó quitarse la vida tras la muerte de sus padres… Aunque en su lugar ya sabemos lo que acabó pasando: una determinación que roza la psicopatía, una misión imposible por proteger a todos los inocentes y una obsesión casi suicida. Batman es una máquina contra el crimen, perfectamente engrasada por fuera, pero rota por dentro.
El plan para hacerse con el Psicopirata incluye a un grupo de villanos formado por: Ventrílocuo, Punch, Jewelle, Tigre de Bronce y finalmente Catwoman. La buena de Selina está condenada a muerte por los supuestos asesinatos de más de doscientas personas, pero si ayuda a Batman el presidente cambiará su sentencia por una cadena perpetua. Lo cierto es que la presencia de la ladrona más eficiente del Universo DC es determinante para el devenir de la historia. Tom King plantea a Batman y a Catwoman como si fueran dos caras de la misma moneda, dos seres humanos que han sufrido perdidas inimaginables… Sin embargo, mientras a uno le dio por defender a los demás, la otra ha preferido despojar de sus pertenencias a la gente.
Ya metidos en faena, el asalto a Santa Prisca es tremendamente efectivo y espectacular, pero especialmente engañoso. Casi cuando pensamos que el guionista va a repetir los mismos fallos y excesos que vivimos en la mencionada historia La caída del murciélago, nos sorprende llevando la historia por otros derroteros totalmente distintos nos muestra a un Batman cuya capacidad para anticiparse a cualquier problema o percance ha sido elevada hasta el infinito. Sus planes han pasado de lo puramente rocambolesco a lo sencillamente maquiavélico. Cada cosa que vem0s plasmada en las páginas cuenta para algo, nada sobra, todo está perfectamente medido y la presencia de los diversos villanos que forman su particular Escuadrón Suicida está perfectamente estudiada.
Luego tenemos a Mikel Janín, el que es el mejor dibujante en activo en DC Comics ahora mismo. Su capacidad para plasmar los intrincados mecanismos de la historia de Tom King no tiene parangón. El capítulo del asalto a Santa Prisca con planos secuencia, planos aéreos, todo tipo de perspectivas… evidencia una riqueza de recursos que ya quisieran para sí la mayoría de los dibujantes. Janín dibuja las mejores escenas de acción (no olvidemos que estamos ante un cómic de superhéroes) que he visto en mucho tiempo, con un Batman brutal y que no se amedranta ante nada.
En este tomo también hay cabida para una pequeña historia de dos partes titulada Azoteas. Es un magnífico epílogo para Yo soy suicida y está basado en la citada relación entre Batman y Catwoman. Bruce debe entregar a Selina a las autoridades, pero antes tienen la ocasión de pasar juntos una última noche. Apenas un puñado de horas que servirán para que ambos puedan conocerse mucho mejor. Una noche que lo cambiará todo y tanto como si ya habéis leído el resto de la etapa, como si la estáis leyendo al ritmo del recopilatorio, da a entender que todavía queda mucha leña que cortar sobre este asunto. En Azoteas, Mikel Janín se toma un pequeño descanso (se publican dos episodios al mes en Estados Unidos) pero le sustituye Mitch Gerards, dibujante con el que King ya ha firmado Mr. Milagro o El sheriff de Babilonia. La calidad está asegurada y su estilo le va que ni pintado al guion que le facilita Tom King.
El tomo de ECC se completa con una pequeña galería de portadas alternativas de Tim Sale, y la verdad, menos mal que las han dejado como extras, porque son bastante horribles. Me fastidia decir esto de un autor como Sale, pero ha perdido su magia.