Con Robin resurge ECC Ediciones finaliza la reedición en cartoné de la serie Batman y Robin (nUDC). Un final por todo lo alto, con épica a espuertas y un epílogo que tal vez baja un poco ese subidón de adrenalina del penúltimo arco argumental, pero que no llega a arruinar las impresiones globales de una serie que, en mi opinión, ha pasado demasiado desapercibida. Un gran trabajo de la dupla Tomasi/Gleason, aderezado de una serie de one shots y anuales relacionados que se han incluido también en este tomo.
Habíamos dejado a Batman buscando un boom túnel con el que poder ira Apokolips a recuperar el cuerpo de Damian, arrebatado por los parademonios. Red Robin, Batgirl y Capucha Roja intentarán hacer recapacitar a Ciborg para que les permita usar su boom túnel e ir a echar una mano a su mentor.
El primer arco argumental da título al tomo, Robin resurge, y es uno de los más potentes de toda la serie. Cargado de épica, recupera el por entonces reciente enfrentamiento entre Batman y Darkseid de Crisis Finales para recuperar a Damian y para ello Batman tendrá que usar la armadura Hellbat, diseñada para hacer frente a los enemigos más letales del Universo DC. Tomasi construye brillantemente la tensión y la épica, apoyado por un trabajo fabuloso de Gleason. Son de esas páginas que lees con un subidón cada vez mayor de emoción y tiene momentos de los que nos hacen amar los cómics. Si habéis leído la Guerra de Darkseid, el ambicioso arco argumental de Geoff Johns en la Liga de la Justicia, tiene esa fuerza que te hace difícil interrumpir la lectura. Curiosamente en ambos eventos tenemos a Darkseid, un villano que, bien usado, es una apuesta segura en cualquier serie.
Una de las cosas que más me ha gustado es cómo juega Tomasi con las emociones de Batman, usándolas para engañar al lector. Y es que en este punto tenemos a un Batman fuera de sí, obsesionado por recuperar el cuerpo de Damian como sea, enfrentándose a todos sus compañeros incluso. Ha ido sembrando una serie de escenas que nos hacen ver a un Batman visceral, que lo haga vulnerable por dejar a un lado su faceta más calculadora, cualidad que lo hace tan poderoso, incluso sin tener ninguna habilidad sobrehumana. Pero, ah amigos, Tomasi se guarda un as en la manga, y te va a engañar, sí o sí.
Poco puedo decir que no haya dicho nada del dibujo de Gleason: tiene un estilo muy peculiar, con unos rostros muy reconocibles por esos ojos de enormes pupilas, pero construye muy bien las páginas, y las escenas de acción son una verdadera delicia. Su trabajo en este primer arco es todo un espectáculo, si bien cuenta con un coloreado de John Kalisz que ambienta a la perfección ese Apokolips que parece el mismo Infierno.
La historia se completa con el especial Robin resurge: Alfa, dibujado por Andy Kubert. Este especial no es más que una excusa para dedicar todo un número a la pelea entre Batman y Kalibak, y presentar las consecuencias de la resurrección de Damian. Sí, resucita. Es un spoiler, pero tanto como reseñar algo del Capitán América tras su muerte en Civil War. Permitidme la licencia…
Y aquí debió acabar la serie. Sin embargo los autores nos tenían reservado un último arco argumental donde se analizan los nuevos poderes de Damian y cómo afecta al joven. Un arco que no está mal, pero no deja de ser un bajón a toda la épica de la que venimos en los anteriores arcos argumentales. De haber acabado en el anterior, la sensación de rotundidad habría sido mucho mayor. Sinceramente desconozco si la serie se canceló inesperadamente o era algo premeditado, pero de contar con ello de antemano, hubiera sido mucho más efectivo hacer algún número a modo de epílogo en lugar de todo un arco argumental de tres números. En todo caso, vuelvo a repetir que no me estropea lo suficiente la sensación de grandeza con la que acaba la serie.
Además, en el tomo se incluye el tercer anual de la serie, escrito por Tomasi y dibujado por Juan José RyP, con una aventura de Batman y Robin en la Luna investigando un módulo de alunizaje que parece tener luz a pesar de haber llegado a su destino en 1969. Una aventura francamente olvidable, de la que únicamente destaco el arte de RyP, con ese estilo hiperdetallista que sienta muy bien a esta historia. Por lo demás, no tiene demasiado interés.
También se incluyen las doce páginas del Secret Origins número cuatro, con otra historia de Tomasi, acompañado en esta ocasión por Ian Bertram, en la que se hace un repaso a la vida de Damian Wayne hasta la muerte de Batman en Crisis Final y su reemplazo por Dick Grayson. Historia breve, pero bien condensada y con un dibujo muy interesante de Bertram, a medio camino entre Frank Quitely y Paul Pope. Además, se incluyen en el tomo portadas alternativas y bocetos de Gleason a la hora de diseñar personajes o la propia armadura Hellbat.
En definitiva, Batman y Robin 7. Robin resurge.
Como decía al principio, creo que el Batman y Robin de Tomasi y Gleason ha pasado demasiado desapercibido. Una serie que, salvo por un ligero bajón hacia la mitad, ha mantenido el listón muy alto, y ha sabido jugar con cambios de fórmulas en sus números que, por lo general, han tenido un buen resultado. El final de la serie alcanza un nivel de intensidad poco habitual, con un arco argumental en Apokolips que es de los de comerse las uñas y proporcionando giros de guión y ases en la manga revelados en el último minuto que hacen grande el cómic de superhéroes y explica que muchos que ya peinamos canas sigamos enganchados a este tipo de historias.
Lo mejor: La fuerza del primer arco del tomo. Mirar globalmente la serie y ver que ha sido un viaje fantástico.
Lo peor: Lo desapercibida que ha pasado, para la calidad que tiene.