Creo que casi todos estamos de acuerdo en que la serie regular de Batman, hoy por hoy, goza de una salud envidiable dentro del panorama superheroico, con un Tom King en plena forma y trazando historias que muy posiblemente vayan a tener repercusión durante mucho tiempo. Eso no quiere decir que todos los perfiles de lector estén por la labor de hacer el seguimiento del personaje mes a mes por más que demos la vara con el tema. Muchos prefieren esperar a que los arcos terminen y la editorial de turno publique un consistente tomito que luzca en la estantería.

No todos los cuerpos están hechos para «soportar» (véanse las comillas) un culebrón decompressive —en la mayoría de casos— de tíos en mallas, que algunas veces sólo ofrecen un buen repertorio de mandobles administrados en 24 páginas.

Sin embargo hoy traigo un tebeo que a priori parece irresistible para la mayoría de aficionados. Seas de americano o europeo, de grapa o de férreo cartoné, asiduo o eventual. Hoy la señal del murciélago luce para todos.

En abril salió a la venta la primera de las dos partes que componen ese «Batman de Marini» del que veníamos hablando desde hacía un tiempo. Batman: El príncipe oscuro, del suizo Enrico Marini y publicado por ECC Ediciones, es una rara avis dentro del tebeo de superhéroes, que en contadas ocasiones ha visto cómo artistas europeos tomaban a personajes de Marvel o DC para darles vida en formato BD. Entre los precedentes que entrarían dentro de este saco tendríamos obras como el Superman y la bomba de la paz de Sondergaard y Kristiansen, el Estela Plateada de Moebius, o X-men: Mujeres, con Manara haciendo suya una historia mutante escrita por Chris Claremont. En esta ocasión le toca el turno a Bruce Wayne… y a su némesis.

Está claro que si te dan la oportunidad de escribir y dibujar una historia sobre Batman, todo lo que no sea jugar también con la figura del Joker creo que, con el tiempo, terminaría dejándote un poso amargo. Y cómo no, Marini ha decidido repartir los «minutos de juego» entre el murciélago y el payaso en una historia que los enfrenta. Batman: El príncipe oscuro es un tebeo que a primera vista me parecía muy noir, por la ambientación del suizo gustándose en la recreación de Gotham, y —sobre todo— por el uso del color; pero su lectura me ha dejado la sensación de estar ante un relato más cercano al género de acción. Un Joker disparando a diestro y siniestro y tan desagradable como siempre, vertiginosas persecuciones en coche, un comisario Gordon con un punto cascarrabias, un Batman especialmente violento y completamente desatado en las últimas viñetas soltando ****** como panes…

Sobre la trama hay poco que decir sin reventar un cómic tan cortito. A modo de resumen, se puede decir que el Joker, viendo la televisión,  se encuentra accidentalmente con la manera perfecta de hacer daño a Batman a través de Bruce Wayne y su misteriosa relación con cierta niña pequeña. La verdad es que no es especialmente original en este aspecto, pero es entretenido.

Seguramente lo que atraiga a más gente sea el dibujo de Marini, que deja algunas estampas de Gotham preciosas y, lo más importante, altamente inmersivas, creando esa atmósfera espesa y opresiva tan característica de la ciudad de los sótanos, las cuevas y los bajos fondos. Como ya comenté antes, mucha culpa la tiene la paleta de colores empleada por el autor, que hace que el atardecer suceda inmediatamente a la noche. Como ya experimentara en Rapaces, el relato vampírico que hizo junto a Jean Dufaux, Enrico Marini parece aplicar el color directamente sobre el original.

Creo que la estética del Joker y sus secuaces es muy potente (los «circenses» siempre son una buena materia prima), al igual que el aire «realista» que le ha insuflado a Killer Croc, que también hace acto de presencia. Ha optado por un Batman bastante corpulento y, en general, por un aire que me parece altamente influenciado por el universo cinematográfico del murciélago. Sobre todo de las películas de Nolan, con esa traslación de la monstruosidad de los personajes al plano real, el Joker dando una explicación sobre sus orígenes para aterrorizar y disfrutar al mismo tiempo, el Batmóvil… un montón de detalles (sí es verdad que Catwoman recuerda más a épocas pasadas).

Es un tebeo donde destaca su arte y con un guion que por el momento es simplemente correcto, que me ha dejado con las ganas de algo menos canónico por así decirlo, aunque sí me despierta la curiosidad suficiente para desear saber cómo se resolverá. Las sensaciones que he tenido con este Batman: El príncipe oscuro se asemejan mucho a las que tuve en su día con el Joker de Azzarello y Bermejo: muy bonito, muy cercano a lo que había visto en pantalla, correcto, pero al que para mí le falta más mordiente.

Un lector habitual lo disfrutará (bueno, o lo habrá disfrutado, porque no creo que a estas alturas queden muchos seguidores de Batman sin haberlo catado), y también es una buena opción para aquellos que no son lectores habituales de tebeos, porque es una historia autoconclusiva en dos partes que no te exige ni saber el significado de la palabra continuidad.

Una experiencia curiosa la de leer un BD de Batman, ese príncipe que no llega a rey porque, como ya sabéis, ese título lo ostenta un tipo de mentón afilado y traje malva.