Parece mentira, pero ya hace más de 35 años que se publicó por primera vez Batman: La secta. ECC Ediciones, en su linea de recuperar bajo el sello Grandes Novelas Gráficas las obras más emblemáticas y populares de la editorial DC Comics, nos trae una nueva edición de esta historia de Jim Starlin, dibujada por Bernie Wrightson, que incluye además el especial Batman: Hidden treasures, con una historia inédita de Ron Marz y Bernie Wrightson, narrada exclusivamente con splash pages, y el número 7 de la etapa de Wein y Wrightson en La cosa del pantano. Ambas historias recoloreadas por Alex Sinclair. Tengo que decir que Batman: La secta ha envejecido especialmente bien, conservando su capacidad de inquietar al lector y presentar una historia de Batman muy diferente a la media de historias que solemos leer sobre el personaje.
La historia principal se centra la presentación de una situación anómala para la ciudad de Gotham. En pleno ambiente político de choque directo entre sectores conservadores y liberales, los indigentes y delincuentes comienzan a desaparecer de las calles. Batman comienza a investigar y acabará encontrándose con el diácono Blackfire, un religioso que ha reunido un ejército en los subsuelos de la ciudad, pero ¿conseguirá hacerle frente o tal vez acabe encontrando en su mensaje algo de sentido, comparando la misión de Blackfire con la suya propia? Las historias de complemento que se incluyen en el tomo nos cuentan sendos encuentros de Batman con Solomon Grundy y con La cosa del pantano en dos historias cortas y autocontenidas ilustradas con maestría por Wrightson.
Starlin cuenta en la propia introducción del tomo (bien, ECC, por incluir artículos en una edición como esta) cómo vivió en su propia juventud el ataque de Wertham y el sector conservador al mundo del cómic, cómo acabó con las publicaciones de la editorial EC y convirtió la propia serie de Batman, uno de sus héroes de la infancia, en poco menos que un pizpireto personaje con aventuras ligeras, carentes de violencia de ningún tipo. Impulsado por eso y por el resurgir de un cómic más adulto a principios de los años 80 gracias principalmente al trabajo de Alan Moore y Frank Miller… nos presentó esta historia en la que vemos a un Batman como pocas veces lo hemos visto: frágil y al borde de la ruptura.
Con una crítica no demasiado velada a la palabrería y al uso de la religión como elemento persuasor para aquellos fácilmente influenciables, Starlin nos presenta a un Batman captivo por el diácono (ojo, que esto no es ningún spoiler, pues sucede en las primeras páginas del cómic) y drogado para atraerlo a su causa. Si se le quiere buscar algún pero a la trama, se puede pensar que hoy día pocos autores se atreverían a mostrar a un Batman tan descuidado como para poder ser atrapado por un grupo de indigentes, pero creo que es lo único en lo que me ha parecido ver el paso del tiempo para la obra. Es increíble la generación de tensión e incluso terror que consiguen Starlin y, sobre todo, Wrightson en los cuatro números dobles que conforman la obra. Es precisamente el que consiga transmitir fragilidad en un personaje al que hoy no podemos ver sino como infalible, lo que más valor le aporta a la obra, y lo que la diferencia aún más con las historias actuales del personaje.
Leer esta Batman: La secta 35 años después permite además ver la obra con otra perspectiva, desde sus evidentes influencias por el DKR de Miller, plasmadas en ese uso de la prensa como elemento narrativo omnipresente, y esas viñetas repetidas de los aparatos de TV con el noticiario puesto; pero también nos permite ver la influencia que ha tenido en obras posteriores, resultándome especialmente interesante el paralelismo de esta historia con la propuesta de Christopher Nolan en su La leyenda renace. Es algo que creo que no se nos pasó por la cabeza cuando salió la película, por la evidencia de conexión con otras historias del personaje, pero he visto en esta relectura mucho de la base de esa película: Ese Gotham invadido por un villano que se hace con el control de toda la ciudad, ese Batman derrotado que tendrá que renacer para conseguir acabar con sus propios demonios y recuperar su ciudad… Si no es premeditado, es mucha casualidad.
Aunque esta historia habría sido muy pero que muy diferente con otro dibujante que no fuera Wrightson. Ese toque lúgubre, tan apegado al cómic de terror al que siempre ha estado vinculado, aporta verdad a esa vulnerabilidad de Batman, y la recurrencia de las transiciones de viñeta «momento a momento», ralentizan la acción premeditadamente y aportan una ambientación y un ritmo a la historia que genera verdadera incomodidad en la lectura.
En definitiva, Batman: La secta es una historia de Batman diferente, pero que ha envejecido especialmente bien, gracias al trabajo visual y narrativo de un genio como fue Bernie Wrightson, del que también podemos disfrutar en esta misma edición de otros dos trabajos suyos, uno narrado exclusivamente a páginas completas y uno de los números de su etapa al frente de La cosa del pantano en el que el gigante vegetal se tendrá que ver las caras con Batman. Una buena edición, con artículos de complemento y sus portadas en su sitio, que se convierte en un imprescindible de aquellos que aún no la tuvieran en sus bibliotecas.
Lo mejor: La propuesta de Starlin. El trabajo de ambientación y narrativa de Wrightson. Lo bien que ha pasado el tiempo por ella.
Lo peor: Tal vez haya quien no encuentre creíble un Batman tan vulnerable.