Siendo los superhéroes un producto típicamente estadounidense, estamos acostumbrados a verlos en publicaciones producidas al estilo de su país de origen. Pero de vez en cuando, autores de otros mercados hacen obras con los grandes iconos del medio y nos dan otros puntos de vista, interesantes formas diferentes de contar las historias. Así, hemos tenido recientemtente Batman: El príncipe oscuro, de Enrico Marini, pero en años anteriores también pudimos disfrutar del Estela Plateada de Moebius o de Lobezno: Saudade de Philippe Buchet y Jean-David Morvan, los autores de Estela. Este tipo de experimentos suelen contar con autores europeos, pero de vez en cuanto nos encontramos con mangas como el que hoy nos ocupa, Batman: El hijo de los sueños, de Kia Asamiya.

En El hijo de los sueños seguimos a la periodista japonesa Yuko Yagi, que visita Gotham City con un equipo de su cadena para hacer un reportaje sobre Batman. Al poco de llegar a la ciudad, tiene un encontronazo con Dos Caras, que acaba resolviendo el propio Batman, como era de esperar… salvo por el pequeño detalle de que no era el Dos Caras de verdad, sino alguien que estaba caracterizado como Harvey Dent y drogado con Fanática, una nueva sustancia que acaba provocando la muerte por momificación de sus víctimas. Pasarán por aquí del mismo modo el Pingüino, el Acertijo, el Joker e incluso Catwoman. Y la investigación de estos acontecimientos acabará llevando a Batman a Japón.

Estamos ante una de esas historias en las que vamos recorriendo la galería de villanos de Batman, como ocurrió en Silencio o El largo Halloween. Cuando un autor se hace cargo para una obra puntual de un personaje tan icónico como el Murciélago, con la que posiblemente sea la galería de villanos más rica de todo el cómic superheroico, la tentación de hacer un recorrido por todos sus mitos es muy poderosa, y es habitual que de una u otra forma aparezcan varios de sus adversarios. Nada nuevo, por tanto, en esta ocasión, pero lo que sí es reseñable es que el personaje que guía el punto de vista del lector a lo largo de toda la obra es Yuko Yagi, con lo que finalmente la historia es exactamente lo mismo que la obra en sí misma: una mirada japonesa hacia Batman.

El hijo de los sueños no es el primer manga de superhéroes. Ese honor le corresponde a una obra también protagonizada por Batman, el Batmanga de Jiro Kuwata publicado entre 1966 y 1967 a raíz del éxito de la serie de televisión de Adam West. Desde entonces, se pueden señalar el Spiderman dibujado por Ryoichi Ikegami o el Hulk de Kazuo Koike, inéditas todas ellas en castellano. Pero sin duda es esta obra que nos ocupa hoy el manga de superhéroes más exitoso en nuestro mercado, habiendo sido editado ya dos veces en España, siendo la anterior de Norma en 2004. Sin duda, eso se debe a su autor, Kia Asamiya, que además de varios mangas con una cierta popularidad (Silent Möbius, Gunhed, Dark Angel, Steam Detectives…) ha trabajado en varias ocasiones para el mercado americano, habiendo dibujado a los X-Men en su serie principal o en el especial Marvel Comics nº 1000, o a Hellboy en Historias extrañas.

El resultado final es un producto a medio camino entre el manga y el cómic superheroico. La estética es claramente japonesa, pero el ambiente que Asamiya le da a la historia es muy similar a los comics de DC -salvando las distancias narrativas- y el trasfondo del Batman que vemos aquí es totalmente respetuoso con los mitos originales del personaje. Cita Asamiya en una entrevista que aparece en la sección de extras a autores como Frank Miller, Mike Mignola y Todd McFarlane como influencias personales.

La edición que nos trae ECC es más que correcta. Parte, eso sí, del material de DC Comics y no del de Kodansha original, serializado inicialmente en Magazine Z y recopilado posteriormente en dos tomos. Lo que nos ha llegado de la propia DC está en sentido de lectura occidental, y la traducción no es del japonés sino de la adaptación al inglés que hizo Max Allan Collins en un proceso que queda interesantemente documentado en las últimas páginas del volumen.

Los puristas del personaje (una vez más, ¿pero es que acaso hay una sola versión de Batman?) se encontrarán con una representación del mismo diferente a lo que se ha podido ver en los cómics de DC en las últimas décadas. Pero no estamos aquí ante una obra en continuidad, ni siquiera es una publicación original de DC Comics. El público objetivo de este tomo es el que disfruta viendo experimentos creativos de estas características, y en este aspecto, El hijo de los sueños cumple sobradamente.