¡Nueva etapa! Barbara Gordon está preparada para casi todo. La hija del comisario de la policía local de Gotham City lleva mucho tiempo defendiendo en solitario el barrio de Burnside con el alias de Batgirl. No obstante, el regreso de un antiguo enemigo llamado Grotesco va a meterla en una situación que va más allá de tener que arrestar a un ladrón de obras de arte, ya que el implante que la curó de una grave lesión medular está empezando a fallar.
Tal vez fuera una lástima que la versión milenial de Batgirl tocara a su fin en el número 50 de su última serie. Tras 17 números recopilados en los tomos La chica murciélago de Burnside, Interferencia y Mente abierta, la serie dio un traspiés en su versión Renacimiento, con Más allá de Burnside. Se podía entender como una vuelta al concepto clásico, es decir, una versión femenina y más joven de Batman, pero lamentablemente sin una personalidad a juego que le diera algún tipo de ventaja competitiva con respecto a tantos otros bat-títulos que hay en el mercado. Esta pérdida del puntito es lo que ha hecho que la serie de Batgirl pase a engrosar la lista de colecciones que sí, que bueno, que están ahí y ya. No son malos tebeos, pero tampoco hacen que los lectores se levanten y hagan la ola. Y, por desgracia, la mediocridad es lo que acaba matando cualquier colección.
En este volumen de Batgirl, bajo el sello Primera Temporada, y con el título El arte del crimen, se engloban 11 números y pico de la serie norteamericana, incluyendo tres arcos argumentales. En el primero, que da título al tomo, vemos cómo la joven Batgirl persigue a un villano llamado Grotesco, que no se conforma con robar a los ricos y poderosos de Gotham, sino que además los asesina y los mutila para crear macabras obras de arte. En uno de estos encontronazos, Grotesco golpea a Batgirl con una porra eléctrica, lo que afecta al chip que lleva Barbara para ayudarle a caminar (recordemos que su espina dorsal quedó gravemente dañada tras sufrir un disparo del Joker). Esto hace que Barbara no sólo vea su movilidad reducida, sino que también sufra lagunas de memoria y episodios de alucinaciones. Barbara necesitará toda la ayuda que el Cuerpo de Policía de Gotham le pueda prestar, aunque la investigación por corrupción a la que está siendo sometido dicho Cuerpo le pase factura a todos.
Especialmente a su padre, el comisario Jim Gordon, puesto entre la espada y la pared por la aspirante a alcaldesa de Gotham Luciana Alejo. Para más inri, Barbara se infiltrará en el grupo de voluntarios del equipo de campaña de Alejo para descubrir quién está detrás del intento de asesinato de ésta. El anterior comisario de policía, Jason Bard (a quien Batgirl lanzó de lo alto de un edificio en números anteriores, dejándolo tullido de por vida), es el jefe de seguridad de Alejo, lo que genera un curioso conflicto de intereses para Batgirl, una suerte de triángulo amoroso entre el deseo de proteger a Alejo y el desprecio que siente por Bard. Curiosamente, este Bard era un personaje completamente distinto en la etapa pre-Nuevos 52: su cojera era debida a una herida de guerra y era más un héroe que un villano.
Tras un episodio de interludio dibujado por Elena Casagrande (Catwoman: Algo huele a podrido, Doctor Who: Las fuentes de la eternidad), que gira alrededor del asesino psicópata James Gordon Jr. (sí, el hermano de Barbara), y relacionado con el evento El Batman que Ríe, llegamos al tercer arco argumental de este volumen, en el que un trío de delincuentes con máscaras de animales pretende chantajear a los ricos de Gotham, a no ser que Batgirl, evidentemente, se inmiscuya. Como inevitablemente acabará ocurriendo. Entretanto, vemos cómo a medida que Barbara se va distanciando de su padre a consecuencia de sus diferentes afinidades políticas e interpretaciones de la lucha contra el crimen, también se va acercando a un aparentemente redimido Jason Bard. ¿Tenemos romance a la vista? No lo sabremos hasta dentro de unos números, parece ser. Lo que sí queda claro es que Batgirl ha abandonado definitivamente la zona alta de Burnside para asentarse en los Narrows, el equivalente de la Cocina del Infierno en Gotham.
La guionista Mairghread Scott (Transformers: Combiner Wars, Guardianes de la Galaxia: Misiones estelares) toma a una Batgirl que deambula sin pena ni gloria por el i y hace lo que puede con ella. Esta Barbara Gordon es un personaje soso, anodino, sin la frescura y la originalidad que debería tener un personaje de su edad para poder diferenciarse de tantos otros. Y, al no saber marcar una diferencia, su Batgirl resulta una lectura mediocre. No es un mal tebeo, puesto que las historias consiguen mantener el interés del lector y, al menos, no aburren. Pero sabiendo cómo ha sido la anterior encarnación del personaje, de manos de los guionistas Cameron Sterwart y Brenden Fletcher, sabe a poco. El dibujante Paul Pelletier (Liga de la Justicia: La Guerra de Darkseid, Batman y Robin Eternos) se ha convertido en el equivalente de Mark Bagley para DC. Es un dibujante cumplidor, ni malo ni bueno, capaz de entregar sus páginas regularmente cada mes con un nivel de calidad más que aceptable. Con ramalazos que recuerdan en ocasiones a Alan Davis, su estilo es puramente académico, sin estridencias ni tampoco graves carencias narrativas ni anatómica. Como decimos, un dibujante bueno, pero no excelente.
Este Batgirl. Primera Temporada. El arte del crimen es un intento por parte de DC Comics de volver a traer a la palestra a un personaje que nació con vocacion de secundario por definición. El problema no es el personaje, como ha quedado sobradamente demostrado, sino la falta de un equipo artístico lo bastante atrevido como para darle la vuelta y ofrecer algo diferente. En fin, habrá que esperar. A lo mejor este año DC hace otro reboot, o renacimiento, o lo que sea… No sería de extrañar.