Es la hora de las tortas!!!

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Reseña: Bárbara, de Osamu Tezuka

Reseña: Bárbara, de Osamu Tezuka
Guion
Osamu Tezuka
Dibujo
Osamu Tezuka
Formato
Rústica. 432 páginas. B&N
Precio
20.00 €
Editorial
ECC Ediciones. 2016

Algunas veces una idea brota y no sabes muy bien de qué parte de tu cerebro. El caso es que encadenas esa idea con otra idea, que a su vez conecta con otra idea… y tienes el germen para una buena historia corta, cuento u odisea cósmica de más de dos mil páginas. En esas ocasiones es fácil agarrar un teclado y ponerse a materializar esa protohistoria, porque vas a tiro hecho; basta con usar las palabras adecuadas. Pero es raro, en la mayoría de ocasiones te enfrentas a la página en blanco, esforzándote por que algo surja… y no suele ser sencillo. Posiblemente esto es algo que a Osamu Tezuka también le ocurrió alguna vez a lo largo de su carrera. La inspiración es esquiva a veces, y Bárbara creo que es la demostración de que, incluso el conocido como “Dios del manga”, también tuvo que hacer frente a crisis de este tipo. Claro que, si eres Osamu Tezuka y tienes el talento de Osamu Tezuka, tienes la posibilidad de convertir estas frustraciones en una obra de calidad.

Pero como las leyendas no necesitan presentaciones, vamos al ajo y no perdamos más tiempo.

Bárbara, de Osamu Tezuka. Publicada originalmente a caballo entre los años 1973 y 1974 en dos tomos, y que ahora recopila ECC Ediciones en un único volumen dentro de su colección dedicada al autor, que incluye, entre otros, títulos como La canción de Apolo o Devorar la tierra.

La chica que da nombre a la obra, Bárbara, es una jovencita bastante peculiar. Es perezosa, desordenada y tiene un serio problema con la bebida. Habitual de las comisarías de policía, no duda en coger el dinero que le ofrecen (y que no le ofrecen en alguna ocasión) para proporcionarse el siguiente lingotazo. Pero Bárbara también es extrovertida, cariñosa y una de esas personas capaces de contagiar alegría… y Yǒsuke Mikura, un escritor de éxito en Japón, necesita algo de esa alegría en su vida, y qué mejor que estar junto a una chica aficionada a la poesía de Paul Verlaine. Porque aunque por el título podamos pensar que Bárbara es el personaje central del manga, es Mikura el verdadero protagonista, y Bárbara un elemento canalizador de emociones, la inspiración y muleta del escritor durante toda la obra. Una chica con la que mantiene una relación de amor y odio al principio, pero que irá evolucionando a medida que avanza la trama.

bárbara viñetas

Un par de páginas de uno de los capítulos de la segunda mitad de la obra… la mitad mística

En Bárbara, Tezuka nos habla sobre la inspiración del artista y su pasión por el arte, sobre sus excentricidades, sus obsesiones y fases de frustración. Nos habla sobre la inmortalidad del arte y el envejecimiento del artista. Pero un mensaje profundo y de calado no está reñido con la diversión. Bárbara incluye varios capítulos muy locos, como locos están casi todos los escritores y pintores que aparecen en la obra. Hay perversiones sexuales de todo tipo, desde el incesto hasta el sexo con objetos, pasando por ceremonias al más puro estilo Eyes Wide Shut de corte sadomasoquista. Además, todo un bloque de la obra tiene una estrecha relación con el ocultismo, con adivinos y sectas. No obstante, la madre de Bárbara se llama Mnemósine, nombre de la madre de las musas en la mitología griega… y su extraño aspecto, clavadito a la Venus de Willendorf (ídolo paleolítico de la fertilidad de la que os dejo una imagen), ya le sirve a Tezuka para ir acercando la historia a planos de corte más místico.

Osamu Tezuka tiene un estilo muy reconocible por todos los lectores de tebeos, y sigue siendo muy reconocible en Bárbara. Sin embargo, en el apartado gráfico, esta vez destacan en algunas ocasiones las desproporciones, así como un trazo más sinuoso de lo normal. Son recursos que Tezuka emplea para reflejar los momentos de ensoñación y delirio del escritor en la ficción, Mikura. Como ya he comentado antes, la historia atraviesa fases de confusión en las que no sabes muy bien si lo que sucede está aconteciendo realmente, si la cabeza de Mikura le está jugando malas pasadas, o si la magia es una realidad en la historia y Bárbara está jugando con el género fantástico. Comentó en su día el autor, que había introducido una buena ración de ocultismo en la segunda parte de la obra por las críticas recibidas a la primera mitad pero, qué queréis que os diga… yo me quedo con la primera mitad del relato.

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Mnemónide y la Venus de Willendorf

Haciendo una valoración general y grosera de Bárbara, me ha gustado bastante, e incluso la recta final reserva algunas viñetas bastante retorcidas que te arrastran. Cuesta un poquito entrar en las primeras páginas, pero me sorprendió tanto el desenlace del primer capítulo que me ganó para las restantes cuatrocientas páginas (que “entraron” como el agua). Bárbara y Mikura son personajes cuya relación se cuece a fuego lento, con saltos temporales de hasta seis años de un capítulo a otro, pero van ganando en matices y terminas interesándote, y mucho, por lo que les sucede. Con interesar no me refiero a empatizar. De hecho, empatizar con Yǒsuke Mikura es realmente difícil desde la primera viñeta en la que abofetea a Bárbara. Estamos en el Japón de los años 70, una época de prosperidad y crecimiento para el país, pero la característica sumisión de la mujer es algo que sigue pesando en las relaciones sociales en el Japón de la época (y que posiblemente siga pesando en la actualidad). Puede que ese maltrato sea figurado, que sea parte de la autodestrucción del artista (ya sacareis vuestras propias conclusiones de lo que el personaje de Bárbara representa, si es que creéis que representa algo más), pero a mí me violenta igualmente y me choca la naturalidad con que se asume esa conducta.

Creo que es una obra que puede llegar más a aquellas personas que alguna vez se han propuesto escribir un libro de poesía, un guión de cine o cómic, o un cuento para niños. Aquellas personas que aspiran a dejar su impronta de alguna manera, aunque sólo algunos pocos lleguen a conocer su creación. Aquellas personas que han dependido alguna vez de su imaginería, de la inspiración… o de sustancias psicotrópicas ilegales, y que se han enfrentado alguna vez a la página en blanco. No tengo claro que Osamu Tezuka sufriese demasiadas etapas de colapso viendo la calidad y cantidad de su producción. Sin ir más lejos, en el caso de Bárbara, dijo Tezuka haberla escrito en un impasse entre Ayako y Shumari (hablaré dentro de poco de la primera). Y no sólo eso, explica en el epílogo que no considera Bárbara una obra especialmente trabajada. Está claro que la exigencia es una parte importante de su gran éxito.

A partir de ahora, cuando me quede en blanco, me acordaré de Bárbara. Puede que algún día trate de encontrarla.