Con la salida de Balas perdidas: Sunshine & Roses 4, llegamos a un momento peliagudo en la publicación de esta serie en España. Para regocijo de los aficionados, este año La Cúpula se ha saltado su cadencia habitual de un tomo cada año o año y medio, y nos ha traído no una, sino dos entregas de la obra de David Lapham. Lo complicado es que, con esta cuarta entrega, llegamos al último tomo que ha sido recopilado por Image Cómics, en el ya lejano 2019. No deja de ser curioso porque en realidad la serie en USA está terminada desde 2020 y al cierre este tomo ya solo restarán 10 capítulos más para zanjar Sunshine & Roses. Así que esperemos entonces que, durante el año que está a punto de llegar, La Cúpula pueda hacer lo mismo que se ha hecho en otros países como Italia, donde se ha publicado el quinto recopilatorio de Balas perdidas: Sunshine & Roses antes que en los USA. Crucemos dedos.
En cualquier caso, para cuando llegamos a Balas perdidas: Sunshine & Roses 4 todo se va encaminando al final y eso propicia que todo se líe y se acelere. Todo el mundo persigue o es perseguido y todo el mundo está más pasado de vueltas que nunca. Si bien David Lapham sabe bien cuándo introducir descansos y llevarnos la trama por otros derroteros, básicamente la historia de este tomo se fundamenta en dos frentes. Por un lado, surgirá una extraña alianza entre Annie, a quien conocimos en el tomo anterior, y el psicopático Kretch. Por el otro lado Nina, Beth y Orson continúan su huida y tal vez el estrés y las drogas estén pasando factura, sobre todo para el último.
A estas alturas, sería una locura subirse a la serie aquí. Hay demasiadas cosas a tener en cuenta en esta intrincada trama que han sucedido hasta llegar este punto, pero por si algún despistado aún no ha oído hablar de Balas perdidas, de verdad que no sabe lo que se está perdiendo y le encomendaría que empiece inmediatamente desde el principio o, como mínimo, desde el principio de Sunshine & Roses. Insistimos en que Balas perdidas nos da el mejor noir que se puede leer hoy día sin nada que envidiar, por ejemplo, a Brubaker y los Phillips. No obstante, estamos ante un tipo muy distinto de noir, menos deudor de los clásicos y más de los referentes del noir noventero cinematográfico como Tarantino, Guy Ritchie o el Fargo de los Coen. Aún con todo esto en mente, la deriva de esta última serie de Balas Perdidas ha llevado a que este cuarto tomo sea probablemente el más chiflado que hemos podido leer hasta la fecha.
Pero incluso cuando todo se vuelve loco y se asoma la sonrisa, porque hay mucho humor en Balas perdidas: Sunshine & Roses 4, es un humor amargo. Lapham nos hace cómplices de su infamia y nos hace disfrutar de las mil y una perrerías a los personajes pero muy consciente de hacernos sentir a la vez incómodos por ello. En Balas Perdidas tenemos la certeza de que antes o después todo va a acabar mal, de que absolutamente todas las relaciones son una espiral de toxicidad, que cuanto más conocemos a un personaje más podrido y trastornado está por dentro y que hasta los pocos momentos dulces son en realidad malsanos… y aún así nos lo pasamos como enanos leyendo sobre semejante desfile de escoria humana.
Lapham nos ofrece la oportunidad de convertirnos en seres abyectos, no tan distintos de los protagonistas de la serie, pero con barreras de seguridad, desde la comodidad de nuestro sillón y sin el más mínimo peligro. Por más amargor que no deje siempre al final en el paladar, sabe que estamos disfrutando como cochinos. Y es que Balas Perdidas es tremendamente divertido, absorbente y tiene un ritmo absolutamente trepidante. Incluso cuando introduce paradas para capítulos flashback o los surrealistas interludios de Amy Racecar, sabe cuándo y dónde insertarlos para no solo no detener la trama, sino alimentar aún más la tensión de la anticipación.
Y es que más allá del ingenio de la caracterización, de los giros de la trama o de las ideas de fondo, en lo que realmente es un genio Lapham es a la hora de generar ritmo. Con una rejilla de dos por cuatro casi inamovible, es capaz de manejar más intensidad que la gran mayoría de dibujantes con todas las opciones del mundo. Su diagramación y sus violentas elipsis son junto con suparticular manejo del blanco y negro las principales herramientas y marcas de la casa, que hacen de Balas perdidas ese monumento del noveno Arte que en 30 años aún no sabe lo que es hacer un solo capitulo que no sea sobresaliente.
Con Balas perdidas: Sunshine & Roses 4 queda ya todo dispuesto para el gran final que promete acabar como el Rosario de la Aurora para desgracia de sus protagonistas y gozo morboso de los lectores. Con los Reyes Magos tan cerca y apelando a los corazones de la buena gente de La Cúpula, crucemos los dedos para poder ver este final durante 2025 y después ya tocará armarse de paciencia hasta que David Lapham cumpla lo prometido y arranque con Virginia, el próximo arco argumental anunciado hace ya largo tiempo. En cualquier caso, Balas Perdidas bien merece la espera si a cambio Lapham sigue regalándonos la que sin duda es una de las mejores series que se publica en la actualidad, sin distinción de procedencia, género o extensión.