Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Balas perdidas. Sunshine & Roses 1

Balas perdidas. Sunshine & Roses 1
Guion
David Lapham
Dibujo
David Lapham
Formato
Rústica con solapas. 256 páginas. B/N
Precio
20,50€
Editorial
La Cúpula . 2021
Edición original
Stray Bullets. Sunshine & Roses #1-8 (Image)

Desde que David Lapham resucitara Balas Perdidas de la mano de Image en 2014, tras un impasse más largo de lo deseado, parece haber optado por la estructura de volúmenes, casi al modo de las temporadas televisivas, pero sin ningún tipo de atadura de longitud ni estructura. Así, mientras el volumen anterior, Asesinos, se resolvía en un solo tomo de 8 números USA, este primer tomo de Balas perdidas. Sunshine & Roses que nos trae La Cúpula nos trae las primeras 8 grapas americanas del total de 42 del que consta esta serie.

Balas perdidas. Sunshine & Roses 1

Debo advertir que en Balas perdidas. Sunshine & Roses 1, David Lapham no da lugar a concesiones y asume más que nunca que quien está a bordo lleva a bordo desde el principio y ya conoce de sobra a Beth, Orson, Nina, Spanish Scott, Monstruo, Dedos, Rose o hasta Sonny, el fumao. Por más que la historia arranque con el nuevo personaje que da nombre a este tomo, Kretchmeyer, y por más que entre por la puerta grande — dado que su presencia provoca el acontecimiento que desencadena toda la trama — la historia no se centra en este enigmático joven, sino que el reparto es más coral que nunca y nos exige más que nunca que hayamos seguido la serie.

Balas perdidas. Sunshine & Roses 1 tiene lugar entre primavera de 1979 y verano del 81. Con los personajes que he nombrado un poco antes, aquel que tenga buena memoria habrá deducido que aquí se rescatan algunas de las tramas del primer tomo de Balas Perdidas, que resultan ser casi anécdotas dentro de una trama mucho mayor, que es la que nos brinda Balas perdidas. Sunshine & Roses. La base fundamentada en el reparto coral y las historias cruzadas toma una nueva dimensión más intrincada donde mientras la trama crece y se ramifica, cada uno de los actores va a tener su momento de gloria y, lo que mejor sabe hacer David Lapham, conseguirá que te pongas en el pellejo de cada uno. Da igual que se trate de la seductora Beth, el psicopático Monstruo, la autodestructiva Nina o el pusilánime Orson, Lapham consigue que el lector empatice con todos ellos sin recurrir a trucos fáciles ni sentimentalismos. Lapham no quiere que simpatices con su festival de bastardos y deshechos humanos, solo que te pongas en su pellejo y sobre todo que se remueva en tus tripas esa sensación de que se están metiendo en algo realmente turbio que los supera por completo y que la sientas como propia sin poder hacer nada.

Balas perdidas. Sunshine & Roses 1

Hay quien llamaría a esto suspense, pero es angustia con todas las letras. Sin embargo, Lapham ya es perro viejo y a la hora de dejar que juegues con sus juguetes también sabrá darte tregua y dejar un lugar para la comedia — sin perder nunca el tono negro — o incluso a para uno de esos episodios surrealistas de locura total con los que se descuelga de vez en cuando.

Y tampoco es esta la única tregua, ya que la tradicional retícula regular de 8 viñetas con la que está resuelta Balas perdidas desde sus inicios en 1995 ya no solo es una marca de fábrica, sino que es un anclaje al que agarrarnos, que resuelve visualmente de forma sencilla tramas y sensaciones complejas. La sencillez del planteamiento visual basado en planos de proporción uniforme, casi cinematográficos es una de las pocas concesiones que hace Lapham para una historia de la que bien podría salirnos uno de esos paneles de corcho llenos de fotos, alfileres e hilos uniendo puntos.

Balas perdidas. Sunshine & Roses 1

Otra concesión es que, aunque Balas perdidas. Sunshine & Roses 1 tenga montones de elipsis — algunas de las cuales pueden ser llenadas por historias contadas antaño —, el sentido temporal esta vez solo transcurre hacia adelante, lo cual ya nos deja un poco más tranquilos, aunque la tensión siga haciendo que nos comamos las uñas ante todas esas decisiones lamentables de los personajes, que sabemos que no van a acabar bien.

Balas perdidas es de algún modo una serie donde cuanto peor pinta todo, mejor lo pasamos los lectores. Quién habría dicho que una lectura tan angustiante pudiera ser tan disfrutona.