El mundo del cómic de superhéroes ha pasado por un buen número de etapas y cambios, y los que quedan. Uno de los más relevantes fue en los años sesenta cuando Marvel Comics empezó a existir según la concebimos hoy en día, introdujo el concepto de aventureros que sufrían y podían perder en oposición a los de DC Comics que casi rozaban el ser dioses.
Fue un hito y la industria cambiaría para siempre haciendo que las historias tomaran un nuevo rumbo y que personajes tan extraordinarios como Spider-Man sigan hoy con vida. Fue un hito pero no suficiente cuando pasó el tiempo, el público cambió y también sus intereses, los años setenta habían llegado y los héroes iban a volver a cambiar. Para siempre.
Recordemos que estamos en un momento en el que el pueblo estadounidense descubrió que no podía confiar en su presidente tras el caso Watergate y la consecuente dimisión de Nixon, no entendía que sus jóvenes fueran a morir en la guerra de Vietnam y cada vez era más necesario poder dejar atrás todo a la vez algo en lo que sirvió Star Wars, las películas de artes marciales y la llegada de minorías al cine como el movimiento de la blaxploitaiton.
Todo esto se vio claramente reflejado en el cómic, una necesidad casi obligada de lograr captar la atención de un público que buscaba algo nuevo y al que no servían las aventuras de superhéroes que una década atrás se consideraron revolucionarias. Entraron así en juego personajes como el Castigador, Power Man o Lobezno, solo por citar algunos muy representativos que todavía siguen siendo nombres de los más conocidos, se podrían añadir más como Caballero Luna, Shang-Chi o el demoníaco Motorista Fantasma.
Y como carta de amor al cómic que es Astro City era inevitable que antes o después se adentrara en esta época. Es cierto que en otros tomos publicados por ECC Ediciones se ha visto a través de pequeños retazos, pero nunca haciendo realmente una parada en lo que se convertiría en un pilar para todo el cómic por venir.
Así Kurt Busiek intenta trasladar a su mundo el giro de los héroes que pasaron a ser casi tan peligrosos como los villanos, algunos sin que mediara explicación por el cambio, otros de nuevo cuño que aparecieron de la nada para convertirse en iconos y un buen número de justicieros que apretaban el gatillo sin dudar.
Todo esto, igual que otras tantas veces, lo hace centrando la atención en los ciudadanos de Astro City, que de pronto se ven en medio de algo que no entienden, el peligro sigue acechando en cada esquina y no parece que haya protección alguna. Es a través de ellos y sus ojos que se intenta hacer un análisis de los años setenta en el cómic, sus intenciones y la oscuridad palpable que solo iría a más en la década siguiente.
Por supuesto es imposible entender esta obra sin los diseños e ideas de Alex Ross, que de nuevo logra condensar los toques más característicos de los personajes de antaño para hacer su propia visión de ellos, junto con Brent Anderson que se encarga de convertir en realidad las ideas de sus compañeros dando con sus trazos la unidad que necesita el amplio universo en el que nos encontramos.
Astro City: Hermanos y extraños es un tomo que intenta dar un paso distinto en esta larga saga (algo que hace falta), llevándonos por las calles y los rascacielos para ahondar en un pasado que apenas se había visto hasta este momento y que aporta un fondo que se hacía muy necesario para poder seguir explorando.