Catorce números americanos le quedan a Nick Spencer para despedirse definitivamente de la serie del trepamuros. Un número autoconclusivo y dos arcos argumentales, La conspiración del Camaleón y La guerra siniestra, nueve números de la serie regular con un especial y una serie limitada por medio. Un final que ha visto la luz hace escasos días en Estados Unidos y que aquí nos llegará a principios de 2022. Por ello, ya va siendo hora de empezar a recoger los trastos y cerrar las líneas argumentales que el polémico guionista ha ido planteando desde el principio de su etapa, hace casi tres años. Vamos con El rescate del rey.
En este arco argumental se ponen punto y final, con diferentes niveles de satisfacción, a varias tramas que llevamos bastantes meses viendo. Cerramos la historia de la Tablilla de la Vida, con un desarrollo razonablemente esperable pero con un inesperado giro final que puede dar juego a futuro. Y convergiendo con la conclusión de esta historia tenemos también el final del arco de personaje de Boomerang, un final un tanto amargo para uno de los puntos más interesantes que ha tenido este guionista. Una vez más: la planificación de historias grandes no es lo suyo, pero el tratamiento de los personajes y los diálogos se le dan bien como a pocos cuando quiere, y en Spiderman ha querido. No como en Imperio Secreto, vamos.
Cerramos también la historia del traje nuevo, que todo el mundo sabía que no iba a durar. A ver, el diseño original de Steve Ditko es uno de los trajes más icónicos del género superheroico, jugando en la liga de Batman y Superman y poquísimos más. Aunque periódicamente se retoque algún leve detalle, siempre se vuelve a una versión cercana al original. Y, qué demonios, el rediseño azul, blanco y dorado era espantoso. Pero de la misma forma que se trajo de vuelta al Señor Negativo con motivo del espectacular videojuego de la PS4, este traje servía para hacer historias similares a las misiones de Screwball.
Cerramos, de momento y hasta que otro autor decida cambiar lo que ha pasado aquí, la historia a lo Romeo y Julieta de amores prohibidos. Randy Robertson (el hijo de Robbie) y Janice Lincoln (la hija de Lápida) han retomado su romance y sus padres, enemigos mortales jurados, se han acabado enterando. Esta trama ha tenido su chispa, y funciona en un mundo de cuatricomía. Mejor no ponerse a racionalizar mucho de lo que pasa en estas páginas -ni, en general, en casi todo el género superheroico, pero bueno- y quedémonos con el buen sabor de boca que nos ha dejado. Y con las risas que ha provocado el momento en el que Spencer ironiza sobre la proliferación de supergrupos.
Tenemos en todo este arco argumental salvo en el especial de cierre a Federico Vicentini, un joven autor italiano de treinta y dos años con un estilo un tanto sucio y que no es plato de gusto para todo el mundo, pero que funciona como un tiro en las escenas de acción. Tan solo hace dos años de su debut en Marvel (en Matanza Absoluta: Miles Morales), pero ya se ha convertido en un autor con potencial para hacer cosas muy interesantes en el futuro. Le seguiremos con atención.
El rescate del rey nos confirma esa sensación que nos lleva dando Nick Spencer desde prácticamente el principio. Cuando se dedica a hacer historias de personajes, centradas más en emociones y diálogos que en tramas grandilocuentes, le sale muy bien. Y esta saga ha sido de esas. Habría sido un muy buen final de etapa salvo por un pequeño fleco que queda por cerrar y que ha sido su gran lastre desde el principio: la historia de Pariente. En próximos números volveremos sobre este tema. Ay, qué miedo.
