En octubre de 1974 se publicó el número 258 de la serie “Batman”. Podría haber sido un número sin más en la larga trayectoria del Señor de la Noche si no fuera porque en él Dennis O´Neill e Irv Novick nos presentaron el Asilo Arkham. La mítica institución para criminales peligrosos que toma su nombre de los relatos de Lovecraft ha sido desde entonces un lugar recurrente.
Sus oscuros pasillos, sus tenebrosas habitaciones o el halo de misterio que siempre ha rodeado a la instalación ha servido para que autores como Grant Morrison, Sam Kieth o Jeff Lemire nos hayan regalado algunas historias míticas. Por no hablar de lo que el Asilo Arkham ha supuesto para el mundo del ocio electrónico con la mítica franquicia de videojuegos de la penúltima generación. Todos ellos juegos triple A.
Pero mejor nos centramos. Corría el año 2003 y un joven guionista llamado Dan Slott todavía no había despuntado a lo bestia gracias a sus aportaciones para la franquicia arácnida de Marvel Comics. No obstante, con este trabajo ya demostró que su nombre tendría que ser muy tenido en cuenta en el futuro.
“Asilo Arkham: Purgatorio” es un tebeo que prescinde de poner a Batman en el título por dos motivos. El primero porque ponerle sería faltar a la verdad, puesto que el defensor de Gotham City apenas aparece en el relato. El segundo porque no le hace falta, la historia contó con suficientes alicientes para venderse sola.
Asilo Arkham. Un espacio entre el cielo y el infierno
Con “Purgatorio”, Dan Slott nos ofrece un drama de terror carcelario que perfectamente podría estar firmado por Stephen King. En estas páginas conoceremos a Warren White, conocido como “El Gran Tiburón Blanco”, un hombre de negocios que robó millones de dólares a personas trabajadoras con una estafa financiera. En su juicio alegó que no estaba en sus casillas para evitar la cárcel convencional. El problema es que dio con sus huesos en el Asilo Arkham, una condena sin duda mucho peor.
Slott se sirve de White para usarlo de hilo conductor en “Asilo Arkham: Purgatorio”. A través de sus ojos y de su sufrida carne conoceremos a otros reclusos, creados para la ocasión, como Rata de vertedero, Joan Nadie o Humphry Dumpty. Es sencillamente alucinante cómo el bueno de Dan consigue que nos interesemos por estos delincuentes de nuevo cuño como si fueran villanos consolidados de la habitual galería de villanos de Batman.
Por momentos, “Asilo Arkham: Purgatorio” se vuelve una serie coral al dejar de lado el descenso a la locura de Warren White (no os imagináis lo que me cuesta no escribir “Walter White”) para conocer mejor a estos inquilinos del sanatorio mental. De hecho, Slott no duda en usar flashbacks para que conozcamos los “hechos” por los que estos sujetos han acabado compartiendo instalación con nuestro protagonista.
Uno de los aspectos más positivos del guion de “Asilo Arkham: Purgatorio” es la gran habilidad de Dan Slott para generar diálogos rápidos, mordaces, llenos de matices y con un punto de humor negro, sin que esto provoque que la tensión se rebaje en ningún momento. Igualmente meritoria es la capacidad que tiene la obra para que no despeguemos los ojos del tebeo hasta que lo hayamos acabado.
Y aquí viene el problema. La lectura continuada de “Asilo Arkham: Locura” es similar a una montaña rusa con muchos altos y una sola bajada de la que nunca se llega a recuperar. Esto es debido a que el tramo final formado por los últimos dos capítulos, Slott da un volantazo de 180 grados para redirigir el tono de la obra a un terreno puramente sobrenatural con la presencia de cierto demonio muy conocido en DC y su propio infierno. Casi parece que el escritor se haya tomado demasiado en serio lo de “Purgatorio”, queriendo ser más literal que metafórico. Una pena como os digo porque hasta ese punto, la miniserie estaba siendo brillante.
El que no deja de brillar en ningún momento es Ryan Sook. El artista sobresale en todas y cada una de las páginas, con un dominio absoluto de las luces y las sombras y de la narrativa. Su capacidad para mostrar personajes grotescos y entornos pesadillescos le sientan a las mil maravillas al guion escrito por Dan Slott. Para rematar, tenemos el inmenso placer de contar con Eric Powell (“The Goon”) en las portadas.
En definitiva, un tebeo muy divertido, con grandes momentos y algunas partes de lo más inquietantes que gustará a todos aquellos que busquen una historia diferente. Eso sí, mejor obviar el último tercio.
La edición de ECC incluye un buen puñado de extras como la propuesta original de Dan Slott o muchísimos diseños y bocetos de los personajes de Ryan Sook.