Con Goya Saturnalia Manu Gutiérrez comenzó a llamar la atención de cualquier aficionado al cómic, por su estilo tan personal y el poderío visual que aportaba su compañero Manuel Romero. A principios de año, el sello Sallybooks editó Entre el cielo y la tierra, una nueva obra en la que cambiaba a Romero por Juan Alcudia, también conocido como Elchinodepelocrespo, como guionista. No era su primera colaboración, puesto que ambos autores habían trabajado previamente en un fanzine que llegó a estar nominado en el Saló del Cómic de Barcelona en el año 2023: Arrojaré a los perros tu cadáver. Ahora Dolmen recupera ese fanzine en una edición mejorada, con encuadernación holandesa, sobrecubierta y papel de alta calidad. Además, para la ocasión ha sido ampliada con trece páginas y un par de textos de apoyo elaborados expresamente para esta edición.
Cuenta el propio guionista que la idea de esta obra le vino mientras vio el largometraje 7 días, una película que gira en torno a una persona que secuestra y tortura al tipo que violó y asesinó a su hija pequeña. Esta obra se centra en los momentos previos al asesinato de un tipo que supuestamente ha asesinado a la familia del secuestrador, quien conversa con él, y le explica cómo consiguió escapar y ha estado asesinando a todos los que le ayudaron. Reflexiona sobre la muerte, el dolor, la culpa…
La obra contiene esa primera parte con el relato, y a continuación se incluye un texto sin ningún tipo de ilustración, donde la parte visual recae en la disposición del texto, con un diseño y cambios de orientación que participan en todo ese halo experimental que rezuma la obra. El guionista también reconoce la inspiración en la obra de Juan Rulfo Pedro Páramo y el Tirano Banderas de Valle-Inclán para este relato que intenta mantener un sentido poético, que se ve reforzado con la Oda psicogeográfica, un poema ilustrado con viñetas de Gutiérrez, que intenta ser una mezcla de la poesía clásica con el esoterismo.
Pero si hay algo que llama la atención de la obra es el dibujo. Manu Gutiérrez tira de masas de negro y presenta un dibujo sucio, impactante y muy experimental, que inevitablemente recuerda a la cuarta etapa de Goya, dominadas por sus pinturas negras, puede que debido a la asociación inconsciente que hacemos entre el autor y su potente Goya Saturnalia, aunque en esa solo fuera guionista. Y es que el dibujo de esta obra es epatante por completo, consiguiendo producir ese malestar premeditado y transmitir el desasosiego por el momento narrado. El peso que tiene el negro, y el equilibrio visual es efectivo, y aunque puede que termine de perder a algunos lectores, por su evidente riesgo, creo que es lo que mejor funciona (si no lo único) de la obra.
Porque mi sensación tras la lectura ha sido muy contradictoria. Es evidente el tono experimental de toda la obra, y su primera parte, aún llevando todo el peso la parte visual, creo que funciona. Es cierto que te cuesta evitar esa sensación de que estás leyendo un mero experimento, y he leído más de una reacción de afirmar que estás ante una tomadura de pelo, directamente. Probablemente a eso contribuya mucho esa segunda parte de la obra, que personalmente me ha parecido pretenciosa y no le aporta mucho a la historia en sí. Si además sumamos a que, por bonita que sea la edición, estemos ante un cómic de 68 páginas que cuesta casi 25€, es lógico que si no te gusta, la reacción sea algo más enérgica que con otros cómics. En todo caso, sí he disfrutado mucho de la potencia del dibujo de Gutiérrez y la idea original me parece interesante, y los cómics más experimentales lo que buscan son reacciones, el impacto en el lector, por lo que en ese aspecto considero que funciona.
En definitiva, Arrojaré a los perros tu cadáver es una obra poco accesible, con un tono muy experimental que pretende provocar una reacción en el lector, una incomodidad e inquietud para acompañar al secuestrado que se encuentra al borde de la ¿merecida? muerte. Obra difícil, no apta para todo tipo de lectores, y nada complaciente con alguien que busque una historia lineal que seguir, y una estructura al uso. La edición es igualmente rompedora y con gran calidad, aunque repercute en un precio que va a alejar a cualquier lector casual que se vea atraído por su potente aspecto gráfico.
Lo mejor: Manuel Gutiérrez que, incluso con ese estilo arriesgado y opresivo, consigue sorprender.
Lo peor: Personalmente, hay puntos que me han parecido algo pretenciosos. El precio no invita a curiosear.