Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

American Gods: Sombras

American Gods: Sombras
Guion
P. Craig Russell, basado en la novela de Neil Gaiman.
Dibujo
Scott Hampton, P. Craig Russell, Walt Simonson, Colleen Doran y Glenn Fabry.
Color
Scott Hampton.
Formato
Cartoné, 264 págs, color.
Precio
25€.
Editorial
Planeta Cómic. 2019.
Edición original
American Gods Shadows #1-9 (Dark Horse).

Era inevitable… aunque mucho ha tardado. Neil Gaiman publica la novela American Gods en 2001. Desde entonces ha ido acaparando premios muy variados:  Hugo, Bram Stoker, Locus, World Fantasy y Nebula. En el año 2017 la cadena Starz anuncia su intención de llevar a cabo una serie de TV que tiene como showrunners nada menos que a Bryan Fuller (Hannibal, Pushing daisies) y Michael Green (Héroes, Everwood y la futura adaptación de Y, el último hombre). Y efectivamente, era inevitable que siendo quien es el escritor de la novela y teniendo tantos puntos en común con su obra en cómic más reconocida, acabara viendo la luz una adaptación a cómic. La editorial que ha conseguido sacar el proyecto adelante es Dark Horse, y el equipo responsable, a primera vista, parece un equipo muy bien elegido. Planeta Cómic publica ahora la edición en tomo de la primera (de tres) series limitadas de American Gods: Sombras, conteniendo los nueve números que ya publicara en grapa. Que conste que el hecho de que esta reseña haya salido publicada un Jueves Santo es absolutamente fruto de la casualidad…


Para resumir la trama conviene contar poco. Primero, porque las interpretaciones que se le pueden sacar son muchas, pero sobre todo porque es una obra que merece la pena ir descubriendo poco a poco. Pero digamos que está protagonizada por un hombre llamado Sombra, que está en la cárcel por agredir a unas personas. Está a punto de cumplir su condena y a la salida le espera su esposa Laura, y un trabajo que le brinda su mejor amigo. Un par de días antes de la fecha de salida le comunican que puede salir porque su esposa ha muerto. Su vida pierde sentido desde ese momento, y en pleno viaje de vuelta a casa, se cruzará con el señor Wednesday, un misterioso tipo que parece saberlo todo de su vida y que le ofrece un trabajo como guardaespaldas/chico de los recados.

Sin entrar a profundizar la trama, pero guiándonos aunque solo sea por el título y conociendo quién es su creador, sabemos que la obra gira en un terreno sobrenatural. De hecho, recuerda mucho al tono de la propia Sandman, tanto en esos personajes que parecen no inmutarse nunca y que nos cuentan la historia de un modo muy sosegado, hasta por la importancia que tienen las historias como elemento transmitido de una persona a otra. A lo largo de sus páginas vamos a ver a muchas encarnaciones de dioses, de muchas culturas diferentes. De hecho, se podría decir que es un repaso a las diferentes deidades, con una historia común que sirve de vínculo para la historia. Y no solo eso, sino que parece enfrentar a las historias contadas (y eso incluiría en cierto modo a las propias deidades) con el entretenimiento actual, más inmediato, más accesible, más vinculado a dispositivos electrónicos. Pero todo está contado como suele hacerlo Gaiman… de una manera sutil, sin prisas.

No penséis que me he olvidado de P. Craig Russell. Gaiman solo está acreditado por ser el escritor de la novela original, pero el guión y los bocetos corren a cargo de Russell. Pero hasta ahora he estado hablando solo de Gaiman porque da la sensación de ser una adaptación especialmente literal. De hecho, en la serie de TV han habido cosas que se han ido cambiando de orden para mantener el interés del espectador. Pero alguien que lea este cómic número a número puede extrañarse del ritmo que lleva. Y es que prácticamente hasta el número cuatro no vamos a ver ningún elemento sobrenatural. Se intuyen, los esperas, sabes que están ahí porque inevitablemente algo te ha llegado… pero realmente no hay nada salvo algún sueño y alguna historia que se inserta. De hecho, es un ritmo que puede resultar aceptable para una novela (y con matices), pero resulta algo arriesgado para un cómic publicado de manera seriada.


Pero tanto Dark Horse como Russell contaban con un comodín: el comodín Gaiman. Muchos lectores habrán llegado hasta esta obra después de haber leído Sandman, y eso es algo que ayuda y mucho. Ayuda mucho cuando sabes cómo cuenta Gaiman las historias y lo que te puedes esperar si tienes algo de paciencia. A mí personalmente me ha apasionado cómo está contado, aunque reconozco que alguien que no venga con ese «entrenamiento» podría encontrarla algo lenta.

El dibujo corre a cargo de Scott Hampton, quien dibujara la primera miniserie de Lucifer y luego se apeara para dejar paso a Peter Gross y Dean Ormston en la serie regular. Y es un dibujante perfecto. Ya lo comentaba en la reseña de la edición integral de dicha serie, la primera impresión tras su salida era que no iban a poder estar a la altura, aunque luego demostraron que vaya si lo estaban. Pero el hecho es que Hampton es un dibujante perfecto para el «Universo Gaiman», es capaz de transmitir esa paz en los personajes y en el ritmo de la historia y a su vez dibuja la parte más fantástica de una manera prodigiosa. Hay que decir que no está solo. Los bocetos de toda la serie están realizados por Russell, que tiene una manera muy peculiar de dibujar la rejilla de viñetas, con un uso de muchas pequeñas viñetas por página, con algunas muy alargadas y estrechas, y ese tipo de viñetas funciona especialmente bien con las viñetas detalle, sin perder visualmente el diseño simétrico del resto de la fila.

Al igual que pasaba con Sandman, la serie cuenta con una serie de historias aparentemente sin conexión alguna con la trama principal y ambientadas en épocas y localizaciones diferentes. Estas historias giran en torno a leyendas y mitos antiguos y es lo que me hace pensar que esta es todo gira en torno a los relatos, los cuentos… Para más inri, estas historias están dibujadas cada una por un autor diferente, y vaya autores que tenemos en las tres que se insertan en estos primeros nueve números: Walter Simonson, Colleen Doran y Glenn Fabry. Cada uno está muy hábilmente escogido, pues conecta a la perfección con el tipo de relato que se nos cuenta. El tomo incluye bocetos y portadas adicionales a modo de extras, muy interesantes.


Como bien apuntaba José Torralba en el artículo incluido en la edición en grapa, uno de los aspectos definitorios de esta serie y que la diferencia de Sandman es el toque americano que tiene. No era necesario (o al menos no se ve de momento), pero Gaiman parece conceder a su lugar de residencia un protagonismo propio. La historia está contada como un largo viaje, como si de una road movie se tratase, y gran parte de los diálogos tienen lugar durante esos viajes. Los EE.UU. son un personaje más, dentro de esa vasta galería de personajes interesantes que nos presenta Gaiman, y tiene casi su propia entidad dentro de la historia. Tal vez sea otro de los motivos por los que ha sido tan especialmente bien acogida por el público americano.

En definitiva, American Gods: Sombras.

Una obra adaptada con fidelidad, pero con un ritmo que merece más tiempo de prueba que el de cualquier otra serie. Necesitas leer más de tres o cuatro números para ir entrando en ella, sobre todo si no has leído otras obras de Gaiman y no estás acostumbrado a su tipo de narrativa. Una reflexión sobre las historias, la mitología, el poder de los dioses para cada cultura… Una historia con unos personajes genialmente construidos, con una base muy reconocible (lepreechauns, las Nornas, Anubis, Thot…), pero con una entidad propia que los convierte en personajes prácticamente nuevos. En EE.UU. ya está terminada de publicar la segunda serie de nueve números bajo el título de Mi Ainsel. Esperemos que Planeta comience pronto su publicación y para el año que viene podamos disfrutar del segundo tomo recopilatorio.

Lo mejor: Lo reconocible que es Gaiman incluso aunque esté adaptado por otros autores. El trabajo de Russell y Hampton. Las portadas de Fabry y David Mack. Volver a recuperar sensaciones de cuando he leído Sandman. El precio del tomo.

Lo peor: Si no tienes paciencia (o no conectas con el tono de la serie) te puede costar entrar en ella. Merece la pena darle un poco más de margen que a otras lecturas. Perder los artículos incluidos en las grapas.