Es la hora de las tortas!!!

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Agujero Negro, de Charles Burns

Agujero Negro, de Charles Burns
Guion
Charles Burns
Dibujo
Charles Burns
Formato
Rústica, 372 páginas en blanco y negro. 17 x 24 cm
Precio
27.90 EUR
Editorial
La Cúpula. 2019
Edición original
Black Hole

A mediados de los 70, una epidemia que sólo afectaba a los adolescentes se cernió sobre los suburbios de Seattle: “la plaga de los quinceañeros”. Para algunos no fue demasiado dramático. Otros, en cambio, se convirtieron en monstruos. Y no eran sólo síntomas pasajeros.

En muchos listados de cómics «imprescindibles» suele aparecer algo de Charles Burns, y por lo general suele ser Agujero Negro. Burns, autor considerado de culto pero no muy prolífico (los 12 números que componen las 372 páginas de este volumen recopilatorio fueron publicados en EEUU entre 1995 y 2005), explora en ésta, su obra más conocida, la difícil etapa de la adolescencia, los escarceos con las drogas y las enfermedades de transmisión sexual, que fueron la bestia negra del amor libre de los 70, época en la que tiene lugar esta historia. Dichas ETS se reinterpretan aquí en forma de un ficticio «bacilo», cuyos síntomas se manifiestan en forma de malformaciones físicas, que pueden variar desde una pequeña cola en la parte baja de la espalda a graves deformidades faciales. Los adolescentes que contraen esta enfermedad, normalmente por vía sexual, se consideran apestados, y se marginan de la sociedad, exiliándose a los bosques que rodean la ciudad de Seattle, donde transcurre la historia.

Agujero Negro

El bacilo no es más que el macguffin que emplea Burns para hilvanar las vidas de cuatro adolescentes (Rob, Chris, Keith y Eliza), y sus relaciones personales y sexuales, el despertar de la madurez, los porros, el alcohol, la incomprensión de sus padres y la sensación de desafección que rodea a todo el que, como ellos, se siente diferente. El bacilo es la guadaña que corta a todos por el mismo ras: lo contraen tanto el guaperas rebelde como el empollón jugador de ajedrez. Al manifestarse los síntomas todos se convierten en apestados y carne de marginalidad. Juntos se reunirán alrededor de la hoguera en el hoyo, en medio del bosque, donde compartirán botellas de vino barato, salchichas enlatadas y cigarrillos.

Con toda la fama que rodeaba esta obra y a su autor, he de confesar que esperaba algo diferente. Agujero Negro se me ha antojado un slice of life glorificado por el colectivo underground con el que no he logrado conectar en ningún momento ni a nivel formal ni argumental. Ojo, con esto no estoy diciendo que sea un mal tebeo, ni mucho menos. He de reconocer que tiene grandes aciertos, y que si se lee como una historia de terror, resulta bastante efectiva. No obstante, la expectativa generada me ha jugado una mala pasada, y sus 372 páginas me han dejado insatisfecho. A menos que uno entre en el juego enfermizo y malrollista de Burns, la sensación resultante es la de, si se me permite la comparativa, un cruce fallido entre Reality bites y Basket case.

agujero negro

Reconozco que Burns refleja como pocos el nihilismo adolescente de la América setentera, con sus adolescentes rebeldes y melenudos y sus universitarios fumetas. Las alucinaciones inducidas por la droga se combinan con la pesadilla de las malformaciones derivadas de la enfermedad que sufren los personajes, provocando un efecto de mal viaje que los protagonistas experimentan y comparten con el lector. Este logro formal es lo que, para el que suscribe, redime Agujero Negro y le diferencia de tantas obras de angustia existencial que pueblan el segmento de cómic underground.

Agujero Negro es un cómic que arrastrará la etiqueta de obra de culto toda la vida, pese a haber sido galardonado con prestigiosos premios desde su recopilación en un volumen único en 2006 (entre ellos un Harvey y un Ignatz) y haber sido reimpreso repetidas veces en nuestro país: esta edición en tapa blanda es la quinta edición que hace Ediciones La Cúpula en España. Pese, empero, al éxito de crítica y público, Agujero Negro mantiene su estatus de obra alternativa de culto y le ha granjeado a su autor, Charles Burns (Big Baby) fama internacional fuera de los círculos alternativos (el director de cine David Fincher estuvo durante bastante tiempo interesado en adaptarla a la gran pantalla). No es para todos los paladares, y conviene acercarse a ella con ciertas dosis de precaución: es posible que decepcione si uno no está dispuesto a entrar en el juego.