Enfrentarme a una obra de Daniel Clowes siempre me deja con una sensación de irrealidad que me dura varios días. Desde que lo conocí gracias a la adaptación cinematográfica de Ghost World, cada obra suya que he leído tiene una perturbadora mezcla de cotidianeidad con extrañeza, especialmente en la fascinante Como un guante de seda forjado en hierro. No tiene la normalidad de un slice of life cualquiera, ni quizás llegue a los niveles de exploración de lo grotesco de, pongamos, Charles Burns. Clowes se queda en un incómodo punto medio entre esos dos extremos que atrapa al lector… que conecta con su forma de hacer las cosas, que hay que reconocer que no es un autor para todos los paladares.

Por algún motivo, de la obra de este autor se me había escapado David Boring. Desde luego, queda claro que no es una obra menor -acaba de salir la séptima edición en castellano de La Cúpula, para que luego digan que el cómic alternativo no vende-, pero quizás no terminara de captar mi atención una novela gráfica con la palabra Boring en el título. Evidentemente, como no podía ser de otra manera tratándose de Clowes, David Boring no es ni remotamente aburrida.

El argumento de partida no puede ser más prosaico: David Boring es un tipo de veintialgún años que está buscando el amor de su vida. Lo que podría parecer una historia de las que hay mil queda matizada por una madre controladora que ha hecho que David se vaya a la gran ciudad (indefinida en este caso) a compartir piso con una amiga de la infancia. Todo se complica con la visita de un amigo del pueblo que piensa con las hormonas, con un asesinato y el consiguiente funeral, con la historia de un padre perdido dibujante de cómics (¿Wayne Boring, quizás?) y… yo qué sé, con una guerra química.

La lectura de David Boring puede dar la impresión de que la trama es quizás un tanto dispersa. Sí es cierto que ciertos planteamientos argumentales que se hacen al principio de la obra se acaban diluyendo según va avanzando, pero es que el eje central de la misma no es una narración tradicional estructurada en planteamiento, nudo y desenlace. Sí, es una historia en tres actos, pero no los tres actos habituales. Es más una obra de definición de personajes, de creación de ambientes e incluso con un cierto toque metalingüístico. En los textos de apoyo, David nos cuenta su vida de forma ajena, distante, como un narrador omnisciente en tercera persona del cómic superheroico que sirve como telón de fondo y vínculo con su padre perdido. Así, en las tres partes de esta obra tendremos un relato aparentemente estándar de la generación X sobre relaciones personales y familiares, un thriller con tintes detectivescos del estilo habitación cerrada, toques noir y una vuelta de tuerca sobre historias pasadas que el protagonista ya creía parte de su pasado.

David Boring no es una obra que te atrape tanto como Como un guante de seda forjado en hierro -para mí, a día de hoy sigue siendo la mejor obra del autor-, pero desde luego no es aburrida. Es una historia más madura, menos visceral y más reposada, pero con varios niveles de lectura que hacen que, tras una primera aproximación a la misma, el lector se quede con ganas de volver sobre ella para extraerle todo el jugo que se puede haber quedado pendiente. Desde luego, una obra de Daniel Clowes no es de esas lecturas que pasan al olvido inmediatamente tras haberlas terminado y guardado en la estantería correspondiente.