Se planteaba hace unos años en redes varias un debate sobre hacia qué distopía se estaba acercando el mundo real. Las dos más probables parecían ser Un Mundo Feliz, en la que se presentaba una sociedad manipulada, controlada y adormecida, y 1984, en la que la sociedad estaba igualmente controlada, pero a través de la vigilancia y la represión abiertas. Con el tiempo, hemos podido ver que este debate era tristemente optimista. La manipulación que llevamos viviendo desde hace mucho con el pan y circo es bastante obvia, pero no es la única forma en la que estamos siendo controlados: en los últimos años, el autoritarismo se está haciendo más cotidiano de lo que debería. Quizás deberíamos tener presentes ambas novelas cuando miramos por la ventana. La edición por parte de Norma de la adaptación de 1984 de George Orwell por el francés Xavier Coste es una buena oportunidad para ello.
En 2021, pasados setenta años de la muerte de George Orwell , toda su obra pasó a dominio público. Por ello, a lo largo de ese año fueron publicadas en Francia nada menos que cinco adaptaciones de 1984, una de sus obras más importantes y que resonaba de forma especialmente fuerte en una sociedad que acababa de salir de un confinamiento a nivel internacional por la COVID-19. En esta obra seguimos a Winston Smith, un funcionario del Ministerio de la Verdad, encargado de censurar y reescribir las noticias del presente y del pasado, de acuerdo al lema del Ingsoc, el partido que gobierna desde Londres la superpotencia de Oceanía: “El que controla el pasado, controla el futuro. El que controla el presente, controla el pasado”. El control de la información es una de las labores principales de este Ministerio. Otra es la expansión de la Neolengua: una simplificación progresiva del idioma que tiene el objetivo de borrar palabras de la comunicación de los ciudadanos, con la idea de que los conceptos que no se pueden expresar no se pueden pensar, consiguiendo así una sociedad más obediente. Siendo consciente del alcance de su trabajo y de las mentiras que expande el Ministerio, Winston Smith se va desengañando progresivamente de la sociedad en la que vive, y en lugar de sentir la adoración que la mayoría siente por el Gran Hermano, él se siente oprimido y busca la libertad. Sobre 1984, la novela, se han escrito ríos de tinta y se podrían escribir mares enteros. Está en prácticamente todas las listas de los libros más influyentes del siglo XX y con motivo. Ahora vamos a centrarnos en la versión en cómic que tenemos entre manos.
Xavier Coste es un joven autor francés, de treinta y cuatro años, del que sólo se habían publicado en castellano dos obras anteriormente, dos álbumes de trasfondo biográfico, Egon Schiele y Rimbaud, el indeseable. En 1984 toma la novela original y la traslada a narrativa gráfica con un respeto casi reverencial. La adaptación es casi literal, tomándose licencias de forma muy puntual. Utiliza un inusual formato cuadrado con un trazo visceral, casi expresionista, pero a la vez elegante, alternando momentos agresivos con otros sorprendentemente íntimos. A ello ayuda el uso del texto. Ocasionalmente hay diálogos, pero hay una buena cantidad de páginas mudas -aunque alguna grita con la imagen- y la mayoría tiene textos de apoyo que nos meten dentro de la cabeza de Winston Smith, funcionando como voz en off.
Pero si hay algo que destacar en este 1984 es el uso del color. La mayor parte de las páginas utiliza mayoritariamente el gris, apropiadamente para el mundo en el que se desarrolla la historia, junto como una variación de tonos de un solo color adicional. Y no están elegidos al azar, el color tiene una función narrativa. Por poner un ejemplo, el rojo es el color dominante en momentos de sinceridad, tanto en compañía como cuando Smith está a solas con sus pensamientos. Dejemos al lector que vaya descubriendo los significados del resto de colores.
1984 es una obra que ha dejado una poderosa huella en el mundo del cómic. El mismísmo Alan Moore ha escrito una buena parte de su carrera alrededor de esta obra. Hay referencias a ella en La liga de los hombres extraordinarios y en Capitán Britania, pero su obra más influída por la novela de Orwell es, sin duda, V de Vendetta. Trata muchos temas iguales de forma idéntica, hay escenas muy similares, la estructura del gobierno fascista de Moore y la de Orwell son muy parecidas, hay personajes que tienen un papel idéntico, como el Gran Hermano y la Voz del Destino, utiliza lemas con una sonoridad muy similar… y el símbolo del Ingsoc es, precisamente, una V.
Pero no es V la única obra que ha sido influída por 1984 en la carrera de Moore. La idea de la modificación de la realidad a través del lenguaje es fundamental en dos de sus trabajos más interesantes, Promethea y Providence.
La lectura de 1984 es imprescindible en este mundo en el que nos ha tocado vivir. Es pesimista, sin duda. Con un toque de misantropía, también. Pero también profética y realista. Esta versión de cómic resulta un muy recomendable complemento a la novela original, con una potencia visual que hará las delicias tanto de los habituales del medio como de los que no lo sean. Y recuerda:
