El auténtico origen de Marc Spector, revelado por fin. Las múltiples personalidades provienen de un evento traumático de su infancia… un evento que pronto dará forma al futuro del Caballero Luna, en el volumen final de la etapa escrita por Max Bemis.

Con este tomo Marvel Comics pone punto y aparte (que no final) a las aventuras del Caballero Luna bajo el sello / evento/ numeración Legacy, desafortunadamente justo cuando el personaje empezaba a despegar de nuevo, gracias al enfoque loco y desquiciado que le estaba dando el guionista Max Bemis. Bajo su batuta, la serie del Caballero Luna se estaba convirtiendo en lo más parecido que tenía Marvel a un cómic del sello de DC Comics Vertigo. algo que no veíamos desde los tiempos de X-Statix. Y es una lástima, digo, porque con este nuevo enfoque el Caballero Luna pasaba de ser un pupas de manual a convertirse en todo lo contrario: un psicópata sádico con trastorno de identidad disociativa que dirige su patología a castigar a los delincuentes, en vez de asesinar prostitutas. Un Dexter con capucha blanca.

En números anteriores ya habíamos explorado la educación judía de Marc Spector y su relación con su padre como desencadenante temprano de su identidad disociativa y su relación con el dios egipcio Khonshu. Ahora el guionista Max Bemis nos presenta a un nuevo personaje, un venerado rabino de su comunidad, que empieza siendo una segunda figura paterna para Marc y acaba convirtiéndose en algo mucho más importante. Pero, evidentemente, no voy a contaros más. Baste decir que su irrupción en la vida y educación de Marc desencadenó el resto de personalidades como medida de protección contra un traumático suceso de su preadolescencia. Lo que sigue es la presentación de un nuevo villano, llamado el Colectivo, consistente en una masa amorfa compuesta de cuerpos y mentes que ha ido asimilando en una racha de destrucción urbana, con el consiguiente cacao de identidades y universos en expansión en su interior. Sólo las múltiples personalidades del Caballero Luna, habiendo sido asimilado a su vez, podrán poner fin a la furia interior que domina a la Bestia. Debo decir que esta historia es de las que más me ha gustado hasta la fecha de entre las protagonizadas por el Puño de Khonshu, debido tal vez a su decidida orientación antisuperheroica y abiertamente paródica. Sí, es cierto que el Caballero Luna es el elemento que pone orden en la mente del Colectivo, pero lo hace ayudado por una suerte de Moon Corps (el término es mío), a imagen y semejanza de los Green Lantern Corps, creados por el subconsciente de Marc Spector. Como si de un cómic de Grant Morrison se tratara, la mente colmena del Colectivo es un auténtico caos de personalidades, filias y fobias, aderezado con una buena ración de ira y frustraciones sexuales varias. Uno no puede dejar de ver la firma del calvo inglés detrás de todo esto, si bien es cierto que el guionista Max Bemis (Caballero Luna: Locura hereditaria, El peor Hombre-X del mundo) también es judío y sufre de trastorno bipolar, con lo que encuentra muchos puntos en común con Marc Spector, y puede aportar un punto de vista personal muy interesante al personaje.

También habíamos descubierto la faceta sádica y sangrienta del Caballero Luna en volúmenes anteriores, pero es aquí donde se explora en mayor profundidad, relacionándola con su trastorno disociativo y con su traumática adolescencia. Bemis nos presenta la Societé des Sadiques, un selecto club formado por los más retorcidos sádicos (aunque, sinceramente, una imaginación más fértil hubiera creado personajes más brutales que éstos), al que el Caballero Luna pretende unirse. No obstante, para poder acceder deberá superar una serie de tests que pondrán a prueba su sadismo y su capacidad para infligir dolor a otros. La gran decepción de esta trama es, pese a su impactante planteamiento, la prueba final, predecible a más no poder, y que carece de la fuerza necesaria para darle a la escena el clímax que se merece. Cerramos el tomo con el reencuentro del Caballero Luna con Ra y Verdad, los dos personajes que conocimos en el tomo anterior, y que aquí regresan para ayudar a nuestro protagonista a enfrentarse con su mayor y más antiguo enemigo.

Aunque a Bemis hay que agradecerle que haya devuelto el esplendor a un personaje que andaba dando tumbos por la editorial, es cierto que en ocasiones se le notan las costuras, sobre todo en los monólogos de algunos personajes, artificiosos a más no poder, con los que trata de revestir su argumento de una profundidad adicional que en realidad no necesita. Si una historia se escribe bien no necesita de textos de apoyo que subrayen y recalquen continuamente lo que nos está contando, y aquí estos pedantes y rebuscados discursos intentan, en vano, epatar al lector con su artificiosidad. En el apartado gráfico tenemos a tres dibujantes de postín, como el veterano y multipremiado Ty Templeton (Batman y Harley Quinn), que cubre la primera historia de flashback; el versátil y caricaturesco Paul Davidson (Shuri), que contribuye con su estilo al look Vertigo del que hablábamos antes; y el muy querido por estas tierras Jacen Burrows (Crossed), quien ya ilustró con anterioridad las aventuras de nuestro lunático favorito. He decir que la elección de cada uno de estos dibujantes para sus respectivas historias es de lo más acertada. Desde el tono retro de Templeton para la historia de infancia de Spector, al caótico dibujo de Davidson para el interior de la mente del Colectivo.

100 Marvel Caballero Luna 8… by on Scribd

Como hemos dicho al principio, este volumen, publicado por Panini Comics, cierra la última etapa de la colección del Caballero Luna, en el que es su número 200, siguiendo la numeración de Legacy. Pese a que Lunita tiene casi 40 años de vida, sus continuos parones editoriales han propiciado que sólo cuente con estos 200 números. A la vista de lo caótico de su publicación en Estados Unidos, miedo me da el relanzamiento que puedan hacer en el futuro de uno de mis personajes favoritos (digáis lo que digáis, el Caballero Luna tiene uno de los diseños de uniforme más acojonantes del Universo Marvel). Aunque si es como lo que hizo Warren Ellis, igual tiene mi aprobación.