Un maletín con una fotografía, una pistola y cien balas irrastreables que te exculpan de cualquier acto fuera de la ley cometido con ellas hacia la persona que aparezca en la foto. Esa es la premisa de una de las series más aclamadas de la carrera de Brian Azzarello y que puso en el lugar que merece al dibujante argentino Eduardo Risso. ECC Ediciones publica una nueva edición de la serie de Vertigo, reubicada ya dentro del sello DC Black Label. 100 balas libro uno incluye los primeros 19 números de la serie más la historia corta publicada en el especial Vertigo: Winter’s Edge número 3.
Como siempre ha confesado Azzarello (aquí mismo, en una entrevista que pude realizarle en 2015) la serie nunca estuvo concebida para tener una duración centenal haciendo el juego con su propio título. Pero Azzarello era relativamente desconocido, salvo por su Johnny Double y Risso mucho más aún. Cuando los autores le presentaron el proyecto, sabían que iba a tratarse de una serie larga, y a los editores de Vertigo les atraía la idea de hacer una serie regular de larga extensión con una temática ajena a la fantasía y lo sobrenatural, que se estaba convirtiendo en la seña de identidad del sello. Así firmaron inicialmente con la condición de que si no funcionaba la cerrarían en diez números, algo que como es evidente al leerla, Azzarello jamás contempló… Por suerte, la serie funcionó y llegó a completar sus famosos cien números. Una extensión, para muchos, excesiva, y que podría haber ganado mucho en concreción de haberse limitado a esa extensión no-oficial cercana a los sesenta-setenta números del resto de grandes títulos de Vertigo.
Antes de seguir, permitidme que reconozca mi viejunez resistiéndome a sustituir lo de Vertigo por Black Label, pero no intenta ser reivindicativo, sino que es más achacable a la inercia lectora de más de treinta años.
En estos primeros diecinueve números incluidos en este 100 balas libro uno, Azzarello y Risso nos cuentan historias sueltas, aparentemente independientes, con personajes que aparecen, desaparecen y en algunos casos reaparecen, y que nos van aportando información sobre ese misterioso agente Graves, que parece ser un miliciano de una agencia conocida como el Trust. Para aquellos que no hayan podido leer la serie hasta ahora, me limitaré a dar la información revelada en cada tomo, sin adelantarme a acontecimientos venideros, por lo que podéis estar tranquilos con respecto a los spoilers. Todos los destinatarios del famoso maletín son personajes con cierto halo de perdedor, bien sea por sus propias acciones, o por haber sido traicionados, engañados, o simplemente ser víctimas de los actos de otras personas. Pero es imprescindible ese punto de experiencia vital para que la oferta del maletín sea una tentación real, y que la duda de si es cierto que puede cometer un crimen sin miedo a sus repercusiones legales pueda hacerles plantearse aceptar dicha oferta.
Así conoceremos a Dizzy Cordova, una pandillera cuya familia fue acribillada en un tiroteo; Lee Dolan, cuya vida se vino abajo cuando fue falsamente acusado por posesión de imágenes pederastas; Chucky, un tahur al que endosaron un atropello que no cometió; Cole Burns, un heladero cuya abuela murió en un incendio provocado en una residencia de ancianos; o Loop Hughes, cuyo padre lo abandonó dejando a él y a su madre en una situación económica delicada. También conoceremos a Lono, un ex-compañero de Graves, que parece no haber cerrado todos sus asuntos con él.
Azzarello hace un trabajo fabuloso, construyendo historias con una premisa repetitiva de manera nada cansina (al menos de momento), apoyado en unos diálogos brillantes que revelan la información poco a poco y va poniendo encima de la mesa las piezas de un puzzle por construir. Poco sabemos de Graves, y poca información se revela en los primeros 19 números, pero ya dispara mil teorías en nuestra cabeza y nos deja abiertos a pensar que tal vez hemos prejuzgado demasiado prematuramente quiénes merecen el papel de buenos y malos en esta historia.
Pero a pesar del enorme trabajo de Azzarello, en esta serie brilla con un fulgor especial Eduardo Risso. La capacidad del argentino para mostrar siempre el ángulo correcto, sin dejar de sorprender al lector; los diálogos sin palabras, escritos a través de los intercambios de miradas entre personajes; el juego de luces y sombras, optando por unos contraluces que ya son marca de la casa; y el uso de las masas de negro para potenciar iluminaciones marcadas y sombreados en las viñetas hacen de esta obra un espectáculo impresionante. Me da igual que la historia pueda estancarse más adelante, solo por seguir viendo ese espectacular trabajo de Risso haciendo un cómic que a día de hoy, veinte años después de su inicio y diez de su fin, sigue siendo sorprendente y muy actual, ya merece la pena que esta edición de ECC ocupe un lugar privilegiado en nuestras bibliotecas. Y el dibujo de Risso se ve complementado por el gran trabajo de Patricia Mulvihill al color, muy discreto, usando paletas de colores planos, salvo para los fondos, y sin quitar protagonismo a la iluminación planteada por Risso, gran protagonista de la obra.
100 balas es una joya del género negro, una historia hilvanada con muchas puntadas sueltas, que van confluyendo y construyendo un tapiz maravilloso, con el añadido de tener a uno de los mejores artistas que puede dar forma a la obra. Queda mucho viaje por delante, y una historia que todavía tiene muchos ases en la manga reservados para seguir sorprendiéndonos. Esta nueva edición en cinco libros incluye todas las portadas y una galería de bocetos de personajes de Eduardo Risso. Tal vez sea una buena oportunidad para recordar el podcast especial de Vertigo donde analizamos esta obra.
Lo mejor: Los diálogos. El dibujo de Risso. Cómo va construyéndose la historia. El puzzle que va formando.
Lo peor: En este punto, no se me ocurre nada.