Este año 2014, la editorial Dibbuks cumple diez años (y esperemos que cumpla otra década más). Para celebrarlo, se ha preparado un plan editorial de lo más variado, donde uno de los títulos más interesantes es la cuarta obra de Massacre, el alter-ego de Alejandro Miguel de Hoyos, autor de Happy Days, To Kill the Assassin y The Empty Inside.

Nasty Pills, es una historia de venganza, violencia y una generosa ración de “Sexo, Drogas y Rock and Roll”, un género que conoce a la perfección Massacre (conocida es su admiración por el mundo de Sin City de Frank Miller), que en su continua evolución artística, esta vez se atreve a jugar con el color, realizado por el amigo Daniel Seijas, para dar más fuerza a sus dibujos.

May Campbell, es una mujer furiosa con una sola obsesión en mente: venganza. Para lograr su meta, deberá eliminar a todo aquel que le impida llegar hasta su presa, el causante de la muerte de la única persona que ha amado realmente. Para ello, tendrá a su disposición todo tipo de armas de fuego y drogas de diseño, cápsulas para cumplir su venganza.

Con una narrativa realizada mediante saltos temporales, que en ocasiones entorpecen la lectura, debido a que hay momentos que no sabes si estás en el presente o en el pasado (algo que se podría haber solucionado mediante una paleta de colores más suaves, alejados de la viveza del resto del tomo), seremos espectadores de la venganza de May, nuestra heroína, que continua los pasos de la protagonista de Kill Bill, pero aderezada con una destreza con las armas de fuego, envidia de cualquier película de John Woo.

Pero no todo es violencia gratuita en Nasty Pills. Tras sus escenas de acción y viñetas repletas de exuberantes mujeres, se esconde una crítica a la sociedad dominada por el hombre que solamente ve a la mujer cómo un mero objeto, ya sea de adorno o saco de arena para proyectar sus golpes. Además, el uso de cualquier tipo de píldora, fármaco o droga ilegal, se presenta cómo un condicionante de la personalidad del consumidor, capaz de modificar cualidades según convenga al individuo o al suministrador. Eso sin contar de una dependencia autodestructiva.

El uso del color en Nasty Pills, ha restado algo de detalle al dibujo, que no a los detalles (atentos a ese homenaje a la serie de Estela Plateada de Stan Lee y John Buscema), que también nos tiene acostumbrados Massacre. Figuras más sencillas, más livianas de sombras, dan como resultado un dibujo muy plano, sacado de unos dibujos animados, dando un resultado más limpio que en obras anteriores, pero con menos fuerza artística, pero no visual. Los borbotones de sangre son más impactantes que nunca.

Sin llegar a ser una obra redonda, Massacre consigue de nuevo entretener al lector amante de cualquier thriller de acción desatada, sin más pretensiones ni ideas descabelladas. Todo en un solo disparo.