En los noventa, todas éramos Francines intentando convencer al mundo de que eramos Katchoos.

Cómo pasa el tiempo. Ya hace más de veinte años de la llegada de Strangers in Paradise al mercado español, siendo para muchos la puerta de entrada al cómic indie americano. Dos décadas siguiendo a un autor que a muchos nos consiguió encandilar desde prácticamente el primer momento y que ha ido mejorando obra tras obra y paseando por todos los géneros que le han apetecido. Y en 2018 se cumplió el primer gran aniversario de Strangers in Paradise: veinticinco años. Un cuarto de siglo desde la presentación de Katchoo y Francine, dos de los personajes más icónicos del slice of life, dos personajes de los que nos enamoramos prácticamente desde que las conocimos. Con motivo de este cumpleaños, su creador, Terry Moore, ha lanzado una serie limitada en la que recupera a la ya parejita feliz… y a más gente que nos sonará conocida. Con todos ustedes, Strangers in Paradise XXV. Cuando te encuentras con una serie con este punto de partida, lo primero que te imaginas es que te vas a encontrar con un encore de la serie original: sacar a los personajes originales de su retiro, contar una nueva historia con ellos con espíritu revival y volver a dejarlos prácticamente en el sitio donde te los encontraste. Y la verdad es que el arranque del tomo tiene exactamente ese sabor: Francine y Katchoo están casadas viviendo felices y comiendo perdices en una casita con jardín y piscina en Santa Fe, con dos hijas adorables y trastos a partes iguales y con la tía Tambi de visita. Hasta aquí, exactamente lo esperado. También era previsible que hubiera algún tipo de trama de espionaje en el que las Chicas Parker estuvieran implicadas… y la hay. Ninguna sorpresa entonces, ¿no? Error. Las hay. Y son grandes. Según va avanzando la historia de XXV, van haciendo acto de presencia personajes de otras obras del autor. A ver, que no es nada nuevo, que Tambi Baker ya hizo acto de presencia en Echo, pero es que en este tomo Terry Moore hace su Torre Oscura particular y sienta las bases del Terryverso. Además de personajes de Echo, también nos encontraremos con algunos de Motor Girl y en el tramo final de la historia, por increíble que parezca, entra en escena Rachel Rising. La sensación que deja este tomo es rara. Según va avanzando hacia el final, en lugar de ir cerrando tramas, va metiendo más y más ideas, más personajes, va ampliando el campo de la historia. Y lo que empieza como un revival de Strangers in Paradise, acaba metiendo faraones egipcios, magia, una trama armamentística global y una cuenta atrás al apocalipsis. Hasta que llegas al final y te das cuenta de que, aunque algunas de las historias se cierran, XXV termina en un innegable continuará. Y sí, continuará en la siguiente obra del autor, Cinco Años, de la que ya han aparecido a día de hoy nueve números. Quizás el problema ha sido precisamente leer Strangers in Paradise XXV como si fuera un simple revival de una de las grandes obras de los denostados años 90, porque no lo es. Sí que ha rescatado a sus creaciones más conocidas de ese retiro casi paradisiaco en Nuevo México, pero no para un recuerdo nostálgico, sino para empezar una nueva historia a gran escala, un más difícil todavía y un más grande aún. Y con esa idea hay que llegar a este tomo: que no es una tarta de cumpleaños sino el primer número de una nueva historia que seguiremos con interés. Aún está por llegar el primer cómic de producción propia de Terry Moore que no merezca la pena.