Con motivo de las celebraciones del 80 aniversario de Marvel (que sí, que realmente el Universo Marvel tiene algo menos de 60), la editorial lanzó un buen puñado de publicaciones especiales, siendo la que más ruido hizo el nº 1000 de Marvel Comics (que también, que en su andadura original llegó hasta el 159). Y en un segundo plano, más discreta inicialmente, pero cada vez en boca de más lectores, llegó una serie limitada de Spiderman llamada Life Story, escrita por Chip Zdarsky, un casi recién llegado a la editorial, y dibujada por Mark Bagley, un artista que sin ser una superestrella es uno de los nombres más importantes asociados al personaje. Y con el tiempo, las pocas nueces del Marvel Comics 1000 se han ido olvidando y Spiderman: Toda una vida va levantando cada vez más ruido. El ruido que se merece una obra firme candidata a estar entre los mejores tebeos de 2020 y a estar en todos los tops de historias imprescindibles de Spiderman.

De primeras, puede sonar una afirmación quizás demasiado atrevida, pero sale del corazón de un lector que lleva coleccionando Spiderman desde los lejanos tiempos del volumen 2 de Fórum, de alguien que tiene un profundo cariño por el personaje… tanto, quizás, como el que Zdarsky demuestra en esta obra. Porque Spiderman: Toda una vida es precisamente eso, una declaración de amor a un personaje que lleva casi sesenta años entre nosotros, ese eterno joven que ya es mayor que la gran parte de los que seguimos sus aventuras mes a mes. Y es una declaración sincera, desde la emoción, pero también desde un conocimiento del personaje casi enciclopédico.

La idea detrás de Toda una vida es simple: ¿y si Spiderman hubiera envejecido al ritmo real?. No es la primera vez que se plantea esta idea, el Superman/Batman: Generaciones de John Byrne, por ejemplo, tiene el mismo punto de partida. Lo que quizás es algo más original es pretender meter los grandes hitos de la historia del Trepamuros a lo largo de esas seis décadas, arrancando con ese chaval de quince años en 1962 que ahora pasaría holgadamente de los setenta. Así, pasaremos por la muerte de Gwen Stacy, por las dos primeras sagas del clon, por las primeras Secret Wars, por la Última cacería de Kraven, por el surgimiento de Veneno, por la Civil War e incluso por el Spiderman Superior. Todo ello, por supuesto, reescrito y convenientemente adaptado a las circunstancias de la edad de Peter Parker en cada momento. Pero no sólo a mostrarnos grandes batallas de Spiderman se dedica esta obra: también le dedica una buena parte de sus páginas a la vida personal de Peter, que, a fin de cuentas, es lo que ha hecho que el fandom cogiera cariño al personaje a lo largo de tantas décadas, y no sus periódicas peleas con tipos vestidos de animales.

Posiblemente, Spiderman sea el personaje más humano de Marvel. No precisamente con el que más fácil sea identificarse, que no creo que entre sus lectores haya muchos genios científicos y fotógrafos de éxito casados con supermodelos estrellas televisivas, pero desde sus primeros tiempos de la mano de Steve Ditko y John Romita es el personaje al que más tiempo narrativo se ha dedicado a su vida privada. Así, Peter Parker es el héroe más tridimensional de la editorial y uno de los más creíbles de todo el género superheroico. Y con este punto de partida, Chip Zdarsky, que ya ganó un Eisner el año pasado por un cómic de este personaje, da un paso más allá y plantea una vida para Peter Parker más humana y realista de lo que estamos acostumbrados a ver. Con enfermedades, con muertes, con sufrimiento… y con el inexorable paso del tiempo. En el mundo real, la reflexión sobre el poder y la responsabilidad tiene un alcance mucho mayor que en las páginas de un tebeo superheroico, y hay muchos más factores a tener en cuenta. Muchas de las decisiones que toman nuestros queridos personajes de cuatricomía no serían las mismas de ser personas de carne y hueso. Y no sólo se aprecian esos cambios en Peter Parker. El resto de personajes del Universo Marvel que aparecen por estas páginas también tienen su reinterpretación, siendo especialmente destacable lo que Zdarsky hace con el Capitán América como encarnación del sueño americano.

Y si Zdarsky hace aquí posiblemente el mejor trabajo de su carrera como guionista, Bagley hace un trabajo comparable. Es uno de los dibujantes más representativos del trepamuros, y entre los números que hizo en los 90 y su larguísima etapa en Ultimate Spiderman, tiene a sus espaldas cerca de doscientos números del personaje. Y, posiblemente, Toda una vida sea el mejor trabajo que ha hecho con él. Qué demonios, posiblemente Toda una vida sea el mejor trabajo de toda la carrera de Mark Bagley. El mimo con el que ha hecho prácticamente cada viñeta transmite el amor que siente por el arácnido después de toda una vida juntos.

Spiderman: Toda una vida es una de esas historias que reflexionan sobre qué es Spiderman, sobre quién es Peter Parker, qué representan, qué simbolizan y cuáles son sus puntos fuertes, y también sus debilidades. Es ese tipo de historia que sólo puede firmar un autor que, además de tener una habilidad por encima de la media, quiera, comprenda y conozca profundamente al personaje. Y Zdarsky ya lo ha hecho dos veces en los últimos dos años. No descartemos que en un futuro su nombre acabe asociado al personaje en la misma lista que están Ditko, Romita, Stern o Slott. Y desde luego, dentro de unos años se hablará de Spiderman: Toda una vida como uno de los mejores cómics que se han hecho jamás del trepamuros. Al tiempo.