Skyward ha sido una de las grandes sorpresas de este año. De ser una serie totalmente desconocida de la que no había oído hablar aún siendo bastante reciente (el primer número americano salió a la venta en 2018) ha llegado a convertirse en uno de mis títulos preferidos de este año. La verdad es que me decidí a leer esta serie sólo por dos motivos: el dibujo de Lee Garbett, un artista al que conocí en Lucifer y me dio la sensación de que había que seguirle la pista porque tenía bastante que decir en el futuro, y el hecho de que fuera una serie de ciencia ficción de Image, posiblemente la editorial que ha lanzado los títulos más imaginativos del mercado en los últimos años. Y además de un punto de partida interesante y de un dibujo espectacular me he encontrado con un desarrollo fascinante, un ritmo absorbente y un artista en estado de gracia.

Recordemos el planteamiento de la serie: hace veinte años, poco después de nacer Willa, la protagonista de la historia, la gravedad en el mundo se redujo a una pequeña fracción de lo que era antes. Evidentemente, un cambio de esa magnitud en el mundo hace que la sociedad se vea profundamente alterada, y eso es lo que nos cuentan en el primer tomo. Pero ese cambio tiene consecuencias más allá de las estructuras socioeconómicas y de las desigualdades entre ricos y pobres. También tiene efecto en la biología. Los efectos de la baja gravedad en el organismo humano están perfectamente documentados gracias a los astronautas que han pasado largas temporadas en la Estación Espacial Internacional: descompresión del tejido intervertebral, atrofia muscular, pérdida de tejido óseo… pero dejando de lado el antropocentrismo, ¿qué pasa con el resto de especies animales del planeta? Lo que aquí se plantea es que, en este ambiente, los insectos han evolucionado a unos tamaños monstruosos. Y teniendo en cuenta que, por ejemplo, las libélulas son animales carnívoros, se convierten en un muy serio problema.

De nuevo y al igual que ocurría en el primer volumen de la serie, si analizamos científicamente los hechos aquí planteados, no tienen demasiado sentido. El promedio de vida de una libélula es de seis meses, con lo que en el tiempo transcurrido desde el evento que lo cambia todo habrán pasado cuarenta generaciones, insuficiente para semejante cambio evolutivo. Otra cosa es que estuviéramos hablando de las efímeras, que en esos veinte años estaríamos hablando de más de 180000 generaciones.

Pero la verdad es que da exactamente igual. Skyward es una historia totalmente loca, no es ciencia ficcion hard. Su objetivo no es darnos una clase de física, ni de biología, ni de economía. Lo que pretenden los autores es tenernos con la boca abierta durante todo el tiempo que dure la lectura, y vaya si lo consiguen. Por un lado, la historia no llega a hacerse pesada en ningún momento. En cuanto nos han contado todo lo que había que contar en el entorno urbano, antes de llegar a cansar, han pegado un volantazo y nos han metido en un entorno totalmente distinto. Se sigue manteniendo la trama planteada en la presentación, con la búsqueda de qué pasó tiempo atrás y cómo arreglarlo, pero parece una serie totalmente distinta.

Y el dibujo de Lee Garbett… oh, tío. El dinamismo de las páginas de este hombre es brutal. Una serie en la que la sensación de movimiento en todas direcciones es fundamental necesitaba un dibujante capaz de plasmar la acción como lo ha conseguido Garbett. Pero es que además, los rostros de los personajes son perfectamente reconocibles y totalmente expresivos. En resumen: Lee Garbett es el dibujante ideal para esta serie.

La edición de Norma tiene la calidad a la que la editorial nos tiene acostumbrados. Un tomo en tapa blanda con un papel de buena calidad, en el que encontramos cinco números de la serie y una sección de extras consistente en varias páginas de guion de Joe Henderson junto a su traslación a imágenes por parte de Lee Garbett. Como curiosidad, podemos señalar que el guión de Henderson es bastante esquemático y que gran parte del dinamismo que vemos en el cómic terminado es responsabilidad del dibujante.

Con todo lo expuesto anteriormente, Skyward resulta uno de los cómics más disfrutables de este 2020 al que ya sólo le queda sorprendernos con libélulas gigantes. Una serie sorprendente, loquísima y divertida a unos niveles como pocas obras este año han conseguido llegar. Aquí estaremos cuando llegue el tercer y último tomo, con el prometedor título de “Arregla el mundo”. Esperemos ansiosos.