Gráficamente, Sky Doll tiene un estilo muy reconocible. Ese look cartoon, al estilo de la todopoderosa Factoría Disney, nos sonará conocido, y no es casual. En el currículum de los autores, Alessandro Barbucci y Barbara Canepa, tenemos la superventas WITCH de hace unos años o los cómics en los que se basa la serie de televisión Monster Allergy, que ha recorrido un buen puñado de cadenas, siendo su emisión más reciente en Disney XD en 2017. Y sí, el estilo es reconocible, pero el tono de la serie no es ni remotamente parecido. Mientras que WITCH y Monster Allergy estaban claramente orientadas a un público infantil/juvenil, Sky Doll es para un público adulto. Y no por la presencia de sexo en la historia -que lo hay-, sino por temas algo más complejos, como la religión, la manipulación de las masas o la dualidad entre espiritualidad y sexualidad.

Sky Doll es, a grandes rasgos, una historia de ciencia ficción que utiliza un entorno futurista/fantástico para hacernos pensar en el mundo en el que vivimos, ambientado en una galaxia controlada por una extraña teocracia, en la que tiempo atrás hubo dos Papisas, Ludovica, que encarnaba el amor físico, y Ágape, que encarnaba el amor espiritual. En algún momento pasado, Ágape desapareció, quedando todo el control en manos de Ludovica y su maquinaria propagandística, con su set de efectos especiales que pretenden ser milagros y programas de televisión a su exclusivo servicio comandado por su particular Oprah de turno. Y aunque pueda parecer a primera vista que las críticas religiosas se centran en el Cristianismo, la religión más extendida en la Italia natal de los autores, no se limita a ella. Veremos también referencias a otros cultos como el Islam o la Cienciología.

El personaje que nos guiará a lo largo de esta historia es una Sky Doll llamada Noa, un androide inteligente creado para satisfacer las bajas pasiones de los seguidores de Ludovica, ya que, al ser seres artificiales, el sexo con estas muñecas no es pecado. El tema es que Noa, a diferencia de las otras de su especie, es capaz de un pensamiento más elevado, de plantearse dilemas morales. Sí, es cierto, todo esto nos suena a conocido. Aquí y allá encontramos ideas y planteamientos estéticos que nos llevan a clásicos del género. Pero los propios autores lo reconocen, citando entre las influencias que han formado parte del sustrato que ha acabado generando esta obra a autores como Alejandro Jodorowski, Enki Bilal, Masamune Shirow, Katsuhiro Otomo o Isaac Asimov.

La edición que Norma nos presenta en esta ocasión es espectacular, de dejar la boca del lector abierta. Desde una espectacular portada en una sobrecubierta que puede convertirse en un póster, tintas metalizadas, un tamaño superior al habitual, una cuidadísima encuadernación en cartoné con un papel de alta calidad… Una vez más, Norma nos presenta un producto que, aunque no es precisamente económico -roza los cuarenta euros- tiene una realización técnica tan mimada que justifica su precio. Si acaso, como único pero, habría que señalar que este integral no incluye todo el material de la serie. Tenemos aquí los cuatro álbumes aparecidos hasta la fecha, entre 2002 y 2016, pero viendo cómo termina el último de ellos es muy probable que continúe. Tampoco tenemos aquí el spin off Heaven Dolls o los álbumes Lachrima Christi o Spaceship, que podrían formar parte de otro volumen integral de esta serie.

Es cierto que tras el arrollador principio, a partir del segundo álbum la serie pierde algo de fuelle argumental. Una vez presentado el entorno en el que se desarrollará la historia y superada la sorpresa inicial la lectura no es tan absorbente como en su comienzo. Pero en cambio, el dibujo de Barbucci va siendo cada vez más detallado, sacrificando quizás algo de dinamismo por el camino, y embellecido por el color de Canepa que llega en el cuarto tomo a un nivel impresionante. Aún así, siendo conscientes de que es una serie cuyo final aún no ha llegado, es una delicia visual en la que recrearse una y otra vez.