Es la hora de las tortas!!!

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Reto Pensadores de viñetas (XXVIII)

Los chicos de Pensadores de viñetas (aquí, su web y su podcast) han lanzado este verano un interesante reto por redes sociales varias que, con treinta preguntas, da un perfil razonablemente preciso de los hábitos y gustos de cada lector. Por aquí iremos pasando varios de los redactores de la web dando nuestras respuestas personales. Vamos a ello.

reto pensadores de viñetas

28.- Un cómic romántico y de ciencia ficción con dibujo expresionista que empieza muy bien pero luego la cagan a partir de la página 36 y desde ahí va para abajo. ¿Y a qué venía ese diálogo que empieza en la viñeta 3 de la página 40? No hay por dónde cogerlo.

Enrique Acebes.

Joder, qué cosa más específica, ¿no? De todos modos, lo he leído. Es Love in the Martian Wars, de Garth Ennis. Me lo dejó Lucien, que lo tenía en su biblioteca.

Alain Villacorta.

Yo diría que Locas de Jaime Hernández. Ahí cabe de todo y como este maldito tebeo que me propones no existe, me invento lo que me da la gana, maldita sea.

Jaime G. Rueda.

Le llevaba semanas dar forma a todas esas locas ideas que se amontonaban en su cabeza como jerbos en la esquina de una jaula de tamaño medio. Cuando por fin sabía los elementos que iba a tener la pintura, se tomaba su tiempo buscando los colores apropiados. Un protocolo necesario para Alicia antes de enchufarse al droide de perfecto pulso que movía el pincel. Aquella máquina no tenía conciencia de la vida, y mucho menos de la muerte, pero era el Kandinski de su generación, y en su honor le había bautizado con el nombre de Vasili. De sus engranajes y articulaciones de metal nacía la perfección geométrica al servicio de la abstracción; al servicio de Alicia. El sentido del tacto le era ajeno, pero imprimía la presión justa en cada trazo y sus bruscos movimientos de esgrimista profesional eran dignos de deleite. El resultado final mejoraba el concepto primigenio. Alicia le odiaba por ello, le odiaba con todas sus fuerzas… y juró llevarse el secreto a la tumba.

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Es el año 3036 y Vasili está de pie junto al lugar en el que está enterrada Alicia. Todos los años rescata un viejo cuadro de su taller y se lo lleva para dar algo de color a aquel destartalado y lúgubre escenario. Los restos de otras cuarenta pinturas aún descansan semienterrados en las inmediaciones. Nunca pasan demasiados días hasta que algún joven robot lo quema o raja de arriba a abajo. Nada que sorprenda a Vasili, teniendo en cuenta la lápida de acero con remaches de plata con aroma a provocación, y el epitafio escogido por la mujer hace ya más de mil años: «Humanos primero». El droide añoraba esos días sin responsabilidades, en los que disfrutaba de su cálida placenta humana y lo único que tenía que hacer era dejarse llevar y plasmar sobre el lienzo la retorcida visión del mundo de otro ser.

Alejandro Martínez.

El frifurcio que se enamoró de una estroncia bilardeada. Nadie puede estar en desacuerdo en esto.

Lamastelle.

Uno situado en la sala 3141592 de la Biblioteca de Babel.

Iratxe.

Saga: «Because the opposite of war is fucking». Uno de mis momentos preferidos del primer tomo.

Mario Liaño.

¿Escrito por Nicieza?

David Varelux.

El número 3 de Rust, escrito por Michael Düsseldorf y dibujado por Jonathan Harker. Esta pequeña joya desconocida de finales de los 80, editado por First Comics, es un gran ejemplo de cómic romántico y de ciencia ficción, dada la interesante relación entre los dos cyborgs protagonistas. El dibujo expresionista de Jonathan Harker se adapta perfectamente a la historia, que empieza muy bien, pero luego la cagan a partir de la página 36, y desde ahí va para abajo. ¿Y a qué venía ese diálogo sobre qué es una script girl, que empieza en la viñeta 3 de la página 40? No hay por dónde cogerlo.

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