Tungsteno
Cuando uno piensa en Salvador de Bahía, siempre llega a una misma imagen de garotas con minúsculos bikinis paseando por la orilla y gente jugando al fútbol mientras bebe en copas con forma de piña alrededor de playas de arena impoluta. En ningún momento se piensa en los problemas cotidianos que tienen los habitantes de la ciudad, y mucho menos que llegaran a condicionar tal paradisíaca instantánea. Mucho menos que fuera el lugar idóneo para un thriller de lo más mundano.
Pero si pudiéramos observar un día al azar, en una zona cualquiera a unos individuos en particular, sin ninguna relación entre ellos en primera instancia, ese pequeño momento de voyerismo se llamaría Tungsteno, la primera obra publicada en España del artista brasileño Marcello Quintanilha.
¿Qué tienen en común un sargento retirado, un camello de medio pelo, un policía condecorado y una mujer hastiada de su matrimonio? En principio nada o todo. El eje que une a estos cuatro individuos es un acto furtivo, una pesca ilegal a plena luz del día en las aguas de la costa mediante dinamita, algo tan vulgar que no daría pie ni a una reseña en un periódico brasileño.
La pequeña empresa ilegal de dos hombres para buscarse la vida es el detonante de este relato costumbrista que es Tungsteno, pueril en momentos, que teje una pequeña historia de crisis existencial entre el Señor Ney, Caju, Richard y Keira, su mujer, que sin tener mucho más en común que unas relaciones basadas en la casualidad, o en el caso de Richard y Keira, en un agónico matrimonio, terminaran desembocando en un desenlace conjunto y único para todos ellos, más cercano a un final sentimental que a uno racional, máxime cuando sus problemas son los de cualquiera, no haciéndolos especiales a ojos del espectador, en este caso, el lector.
La violencia y la atmósfera que rodean las atestadas calles y playas de Salvador de Bahía, son un elemento más, un protagonista más en este thriller de manual, donde la acción, más física que otra cosa (no deja de ser un lenguaje que conoce cualquiera), consigue desarrollar una narrativa fluida y no exenta de belleza, a pesar de la crueldad de algunos momentos plasmados por los lápices del autor.
La fuerza de la narrativa de Quintanilha, apoyada en una caracterización impecable de los personajes, que sin explicar de más dentro de las viñetas, es capaz de enganchar al lector sin necesidad de exageraciones en la historia, simplemente contando lo que ocurre en ese instante, engrandeciendo de la manera más sutil y sencilla posible algo tan nimio como una conversación dentro de un autobús entre dos amigas, por poner un ejemplo.
Quintanilha se apoya en las debilidades de los cuatro protagonistas, para envolverlos en una pequeña historia de serie negra, que a su vez funciona de documento social y cultural de lo que mueve la sociedad de Salvador de Bahía, fuera de los límites turísticos, que muchas veces reniegan de la realidad, para presentar un producto manufacturado para los viajeros ávidos de sexo y diversión.
Esperemos que esta primera obra de Marcello Quintanilha represente el inicio de la publicación de más obras suyas, ya que estamos ante un sobrio artesano del mundo del cómic.
