No se le puede negar atractivo a la mitología nórdica. Iggdrasil, el gran árbol sostén de mundos; la vaca Audhumla, que a base de lametones en el hielo liberó a los primeros gigantes de la creación para luego alimentarles con los ríos de leche que manaban de sus ubres; Odín, Ve y Vili; el Valhalla… Ragnarök. Rezuma épica por los cuatro costados. Pero si algo caracteriza a toda la cultura «más allá del muro», es que es de tradición predominantemente oral. Lo que nos ha llegado no dejan de ser compendios reunidos ya alrededor de los siglos XII y XIII — Eddas —, y a uno le queda la sensación de que por el camino se ha perdido una cantidad ingente de conocimiento y buenas historias. «Como lágrimas en la lluvia»…
Después de comenzar la travesía con los guerreros de Lagarvik en este primer episodio de Hel’blar, tengo que admitir que tengo poderosas dudas sobre si el tebeo nació demasiado tarde para los primeros pueblos del norte de Europa. Habría ayudado como transmisor de conocimiento.
Hel’blar: Los cazadores de Draugar. Así se titula la primera parte de esta epopeya vikinga firmada por los hermanos Sierra, Álex a los pinceles y Sergio A. como guionista. El pasado abril Yermo Ediciones lanzaba este estupendo relato que para mí supone el descubrimiento de sus autores.
Después de asaltar y saquear con éxito asentamientos en la costa de las Hébridas Exteriores, los aguerridos guerreros vikingos liderados por Harek y su mano derecha Ottar el Herrero vuelven a Lagarvik. Allí, lejos de encontrar la calma que necesitan tras sus incursiones, hallan desolación y un mal poderoso que ha dejado bajo mínimos a su pueblo. A partir de aquí, Hel’blar narra la historia de un pequeño grupo vikingo de Lagarvik que se lanza tras las criaturas que han traído penuria a sus tierras, y que se han largado de allí no sin antes obligar a varios de los seres queridos de nuestros protagonistas a marchar con ellos hacia la oscuridad.
Se puede decir que Hel’blar: Los cazadores de Draugar es un viaje cuyo esquema ya hemos visto y leído en innumerables ocasiones, pero con matices muy importantes. El primero de ellos, y al que hacía referencia en las primeras líneas, es que tiene la virtud de transmitir conceptos mitológicos a destajo. Está bien documentado y se encarga de hacer fácil la lectura a todos aquellos que no están muy familiarizados con esta cultura mediante aclaraciones sobre las referencias que podrían escaparse. Es más, diría que algunos diálogos se fuerzan un pelín para añadir más nombres al glosario y engordar la información, como en frases exclamativas clamando a los dioses y expresiones por el estilo.
Otro matiz atractivo de Hel’blar, es su mezcla de influencias. Aunque estamos ante una aventura con vikingos, se aprecian — o me lo parece a mí — recursos propios del cine y la ilustración orientales. Sobre todo en dos detalles: uno, la forma con que los guerreros se mueven y se desplazan en grupo por los bosques nevados como si de ninjas se tratase, y dos, el diseño de alguno de los seres malignos que aparecen.
El tebeo tiene épica, un ritmo veloz — la máxima de no dejar caer la intensidad se cumple — y pese a que con la cantidad de personajes con que cuenta se ve obligado a girar en torno a tres o cuatro de ellos — con Harek y Leif como los más destacados —, no se olvida del grupo. Asigna múltiples roles y permite tejer alguna subtrama que se deja ya entrever y que puede dar juego en posteriores entregas — saber más sobre Einar sería interesante—. Además, queda mucho por conocer sobre los Draugar. La construcción está de fábula aunque sí es cierto que veo los diálogos con margen de mejora en el sentido de que a veces se sienten un tanto redundantes al intentar explicar más de lo necesario teniendo el apoyo del dibujo. Pero vamos, poniéndonos pejigueros.
Un punto y aparte merece el arte de Álex Sierra. Soberbio. Dicen que usa la hoja de un hacha como paleta. El diseño de los personajes, sobre todo del pueblo vikingo, es muy bueno. Todos son reconocibles al cien por cien con detalles que hacen molones a cada uno de ellos. Los escenarios, así como el color, crean una atmósfera perfecta. Me gustan especialmente los paneles en los que ves la acción y los personajes desde un plano lejano en viñetas completamente derramadas por la página, que dan al lector esa sensación de dios cotilla echando un ojo a través de una mirilla a todo lo que sucede, y que muestran a los personajes como hormiguillas incautas. Me refiero a planos como los de la llegada de la compañía vikinga a la granja de Thjóf. Haría un tebeo al completo con este tipo de planos —sí, aún saltándome todos los cánones tradicionales sobre narrativa.
Además, para aquellos interesados en el arte del tebeo — que me arriesgo a pensar que seréis la mayoría —, éste cuenta con algunos bocetos e ilustraciones acerca de la construcción de los personajes, junto con textos descriptivos de los mismos. También incluye un texto de Sergio A. Sierra sobre su experiencia en el mundillo hasta la fecha. Me ha parecido genial. Naturalidad y cercanía hacía el lector… y el artista novel.
Hel’blar es un relato muy entretenido con un dibujo que está entre lo mejorcito que he visto últimamente. Espero que Sergio A. y Álex puedan continuar con la obra, porque creo que merece la pena seguir sabiendo sobre el pueblo de Lagarvik. Además, con un cliffhanger como el que remata el tomo, uno no se puede quedar así.
Incluyen los autores entre los agradecimientos a grupos como Ensiferum y Enslaved. No es justo, ahí ya me tenían ganado. Yo por mi parte me he puesto Kalmah para disfrutar de la lectura, y aprovechando el título de uno de los álbumes de esta banda finesa me aventuro a afirmar sobre Harek y su grupo de valientes eso de… «They will return».