Es la hora de las tortas!!!

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Reseña Fábulas núm. 10

Fábulas portada

Fábulas núm. 10

Guión de Bill Willingham y Matthew Sturges.
Dibujo de Mark Buckingham, Russ Braun, Tony Akins, Jim Fern y Craig Hamilton.
ECC Ediciones. 2016
34,50

Corre un rumor popular sobre Fábulas que dice que después de la guerra la serie se desinfla. Como lector que se enfrenta a estos tebeos por primera vez, necesito comprobarlo por mí mismo. Aunque ya en los últimos números del tomo anterior ya estuviéramos en la Fábulas de postguerra, podríamos decir que este Fábulas núm.10 es el primero que se inscribe por completo en este periodo. Sin embargo, me temo que necesitaremos algo más de tiempo para decidir si la serie mantiene o no el nivel. El motivo es que este tomo no es ni mucho menos representativo, ya que lo que vamos a ver es una especie de alto en el camino.

Fábulas núm.10 contiene dos arcos argumentales, pero ambos son una rara avis dentro de la serie y funcionan por separado y con su propio tono. El primero de ellos es El gran cruce de Fábulas, donde Bill Willingham y Mark Buckingham se unen a Matthew Sturges y los dibujantes Tony Akins y Russ Braun y crearán una historia transversal que abarca tres series: Fables núms. 83 a 85 USA; Jack of Fables núms. 33 a 35 USA, su spin off más conocido y The Literals núms. 1 a 3 USA, la miniserie que se creó para la ocasión.

Fábulas 01

La línea Vertigo no es muy proclive a los crossovers y su experiencia con ellos no es muy satisfactoria (recordemos La cruzada de los niños), pero al parecer esto fue una idea loca que tuvieron Willingham y Sturges para pasárselo bien y utilizar un puñado de ideas locas que tenían. El gran cruce de Fábulas toma como premisa al personaje de Kevin Thorn, presentado en tomos anteriores, que recupera su pluma y planea reescribir la realidad y empezar de cero. Todo esto es utilizado por los autores para hacer una serie de reflexiones y/o chistes sobre el proceso narrativo en una saga donde el metatexto es el protagonista.

El hecho de que en cada número sean ambos guionistas los que escriben al alimón otorga cierta uniformidad, pero en la parte gráfica y sin querer menospreciar el trabajo de Akins y Braun, que cumplen sobradamente, Mark Buckingham destaca muy por encima de ellos.

El resultado final es una comedia realmente divertida plagada de guiños y locuras. El inconveniente es que, con la trayectoria anterior de esta serie, nos queda la espina de no haber aprovechado todas las posibilidades conceptuales de los literales (distintos aspectos de la propia escritura como los géneros o la Revisión) como algo más allá del divertimento. Partiendo de una idea tan potente, se echa en falta un aporte mayor en la trama.

Fábulas 02

La segunda historia incluye el volumen unitario Fables: Werewolves of the Heartland. Aprovechando el impasse y a la búsqueda de un nuevo hogar para las fábulas, Lobo Feroz se da una vuelta por Story City, una ciudad vinculada al difunto Barbazul en la que terminará por encontrar algunos viejos conocidos inesperados. A partir de ahí la historia saltará a un suceso del pasado de Lobo Feroz, concretamente en la Segunda Guerra Mundial con lobos, nazis y un monstruo de Frankenstein y que nos servirá de presentación para el resto de personajes de esta historia. A medida que Lobo se integra en el pueblo el clima de secretismo y conspiranoia aumenta y es quizá lo mejor conseguido de una historia que no pasa de ser correcta y se resuelve con una ensalada de hostias.

Si le sumamos que el dibujo está hecho a mil manos y es altamente irregular (lo cual me parece poco excusable cuando se trata de un volumen unitario) el producto final sigue siendo correcto, pero muy por debajo del nivel al que nos tenía acostumbrados Fábulas, si bien la comparación puede no ser oportuna, ya que se trata de un proyecto fuera de la serie.

No puedo negar que este tomo es un paso atrás en el nivel de Fábulas, pero a su favor debo decir que recoge dos historias al margen del hilo principal y que, pese a que se echa de menos la chispa hemos venido viendo, tenemos un buen puñado de buenas ideas, razonablemente bien escritas y (no lo olvidéis) dibujos de ese monstruo llamado Mark Buckingham.