Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Reseña – Batman: Arkham nº12 (Arkham Asylum: Living Hell)

BATMAN: ARKHAM Nº 12: ARKHAM ASYLUM

Guión: Dan Slott, Alan Grant, Archie Goodwin
Dibujo: Ryan Sook, Tim Sale, Gene Ha
Tinta: Wade Von Grawbadger, Jim Royal
Color: Lee Loughridge
Edición original: Arkham Asylum Living Hell TPB, Showcase 94 Nº 3, Showcase 95 Nº 11 USA (DC Comics)
Formato: Libro cartoné, 208 págs.
Editorial: Planeta
Precio: 12,95 €

Concluye Batman: Arkham, la serie de doce tomos en la que planeta reúne los greatest hits de lo más eminente de la galería de villanos del Caballero Oscuro. Y termina con un pequeño broche de oro. Para la ocasión en este tomo se recopila la serie Arkham Asylum: Living Hell de Dan Slott y Ryan Sook, más un par de historias complementarias con guiones de Alan Grant y Archie Goodwin, pero en la que lo realmente destaca son los dibujantes Tim Sale y Gene Ha, respectivamente.

Centrándonos en el relato central, Slott y Sook nos cuentan la historia de Warren White, un rico financiero cruel y falto de escrúpulos al que por fin han cogido con las manos en la masa. White alegará demencia para librarse de la cárcel pero no sabe que lo que le espera es mucho peor: Arkham Asylum. A partir de ahí iremos viendo de todo alianzas inhóspitas, visitas demoníacas, psicokillers y, en definitiva una enorme trama que pasa del thriller al terror, y que supondrá el origen del Gran Tiburón Blanco, al que hemos podido ver ya varias veces en la serie de murciélago.

Si bien Sook es un dibujante competente y vistoso, al quitarnos el sombrero apuntaremos hacia Dan Slott. Más allá de la creación de un villano perfectamente integrado en la galería de Batman (tanto por aspecto, motivaciones o salud mental) el gran mérito de este guionista reside en que en seis números americanos es capaz de contarnos, sin resultar acelerado, lo que otros podrían tardar varios años. Hagamos una pequeña enumeración sin intentar destripar nada: El origen del Gran Tiburón Blanco, el origen de Humpty Dumpty, la vida dentro de Arkham, un asesinato y su investigación, viejos rituales demoníacos que pasarán factura, presentación de varios personajes, personajes invitados y, por supuesto, la intromisión de Batman dentro de algunas de estas tramas. Y digo tramas precisamente porque son varias. Aunque en Arkahm Asylum: Living Hell el protagonista el Warren White, estamos ante una especie de serie coral donde las historias se suceden de manera simultanea, una relacionadas y otras no pero todas integradas y aunadas por las siniestras paredes de Arkham y el talento de Dan Slott.

El dibujo de esta historia corre a cargo del camaleónico Ryan Sook, que no parece dibujar dos series con el mismo estilo. En esta ocasión le encontramos en una fase donde se pueden definir a Mike Mignola y Kevin Nowlan como sus principales influencias. Aunque no se puede considerar un trabajo primerizo de este dibujante (en activo en el mercado profesional desde 1998), se trata de una obra anterior a su trabajo en Hawkman, Zatanna o Factor-X y aún se le puede notar algo estático, tanto en sus figuras como en su planificación narrativa. Sin embargo, su trabajo en líneas generales resulta un correcto acompañante del guión y es en la creación la oscura atmósfera de Arkham donde realmente destaca.

Las dos historias que complementan este tomo no dejan de ser puramente anecdóticas. La primera de Alan Grant y Tim Sale habla de la estancia temporal de los internos de Arkahm en la prisión de Ryker y la verdad es que se le nota que fue realizada en los años 90. Diálogos artificiales envueltos en una rimbombante e innecesaria voz en off que ni siquiera Tim Sale, aún lejos de ser el que es, puede salvar. La segunda historia no deja de ser anecdótica, pero entra mejor sin ninguna duda. Los desvaríos de un trabajador de Arkham que termina por perder la cabeza se verán embellecidos por el minuciosos detalle de los dibujos de Gene Ha. Si además le sumamos que es una de la últimas historias que escribió Archie Goodwin, podemos asegurar que estas 10 páginas merecen la pena.

Como decíamos al principio, broche de oro para lo que ha sido una serie bastante irregular, que se despide a lo grande.