Para cuando Andy Riley comenzó a hacerse popular aquí, en este nuestro nicho viñetil, con El libro de los conejitos suicidas, ya cargaba a sus espaldas 10 años de carrera como guionista de televisión y cine y a día de hoy, el nombre de Riley ya se ha hecho un prestigio más que considerable y junto a su nombre se oye nombrar galardones como el Emmy o el BAFTA.
Y así nos llega Perrito contra gatito, una colección de tiras que indagan en esa inagotable dicotomía entre las naturalezas de perros y gatos. La perversa y misteriosa elegancia felina y la primaria y alegre inocencia perruna nunca jamás dejarán de dar juego y mucho menos si se juntan y oponen dentro de las mismas cuatro paredes.
Puede que Perrito contra gatito no tenga ya la irreverencia festiva de la trilogía de Los conejitos suicidas, tal vez no tenga ese ingenio loco de Hágalo usted mismo y ni siquiera tiene ese juego sutil con la simpleza infantil de El rey Pantaloncetes, pero mantiene esa identidad de Riley que conserva al menos un poco de cada cosa en un humor más tendente a la sonrisa cómplice que a la carcajada.
Aún así, Perrito contra gatito no termina de llegar a la potencia de algunos de los títulos anteriormente citados, pero no está carente de sus pequeños hallazgos como dar una voz gráfica diferente a cada protagonista, condenados a hablar distintos idiomas y dialogar aún así, o esa curiosa asimilación de los gatos al principio femenino y de los perros al masculino.
Aun no estando tal vez entre las mejores obras de Riley, como es habitual en él, Perrito contra gatito es uno de esos tebeos que funcionan entre aquellos no habituales a las viñetas. Si conocéis a algún amante de estos bichillos con unos minutos libres, se lo merendará en un suspiro.