Es la hora de las tortas!!!

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Marvel Must-Have: Lobezno – El viejo Logan

Marvel Must-Have: Lobezno – El viejo Logan
Guion
Mark Millar
Dibujo
Steve McNiven
Tinta
Dexter Vines, Mark Morales, Jay Liesten
Color
Morry Hollowell, Christina Strain, Justin Ponsor, Jason Keith,Paul Mounts,Nathan Fairbairn
Formato
Cartoné, 232 páginas
Precio
15 €
Editorial
Panini Comics. 2020
Edición original
Wolverine 66-72, Old Man Logan Giant-Size USA

El héroe crepuscular es un concepto tremendamente potente. La imagen del icono que lo ha sido todo pero por el que el paso del tiempo ha hecho estragos le da una profundidad al personaje que no tiene el héroe joven. Quizás por ello, por ser un personaje con una mayor experiencia vital, resulta más fácil comprenderle y empatizar con él. Todo espectador/lector llega a un momento de su vida en el que comprende que por el camino te vas llevando una serie de golpes existenciales inevitables, y llega a identificarse con este personaje cuyos mejores años han quedado atrás. Este héroe veterano es una figura habitual en el western, teniendo a Clint Eastwood como el autor que posiblemente mejor la ha explorado, llegando a su cumbre en la magistral Sin Perdón. En el mundo del cómic también ha tenido sus buenos momentos, marcando un antes y un después en el medio una obra que gira alrededor de esta idea: El regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller. Y con estas dos obras en mente podemos hacernos una idea de qué nos vamos a encontrar en El viejo Logan de Mark Millar.

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A estas alturas, más de diez años después de su edición original y con varias secuelas en el mercado, alguna de ellas incluso como serie regular, El viejo Logan ha pasado a la historia como una de las historias más conocidas de Lobezno. Al igual que en Sin Perdón -película en la que hay un personaje llamado Logan, no descartamos que fuera eso lo que encendiera la bombilla en la cabeza de Mark Millar-, nuestro protagonista es un padre de familia retirado con un pasado violento que ha dejado atrás. Y al igual que en Sin Perdón, se tiene que embarcar por dinero en una misión que le hará reencontrarse con la versión de sí mismo que ya había dejado atrás. Pero a diferencia que con la película de Clint Eastwood, el mundo en el que se desarrolla El viejo Logan es una distopía postapocalíptica en la que los villanos controlan Norteamérica después de haber derrotado a los héroes en la batalla final. En esta road movie -sí, hablando de road movies postapocalípticas es imposible no pensar en Mad Max– a través del país, Logan y Clint Barton, su compañero de correrías, se irán encontrando con versiones avejentadas y con descendientes de los protagonistas del Universo Marvel presente. Pero mientras que ese recurso en el Caballero Oscuro de Miller servía para hacer reflexiones sobre el poder o el paso del tiempo, aquí todo está orientado a la acción y al molonismo. No nos olvidemos que estamos ante una obra de Mark Millar, el Michael Bay del cómic.

Tenemos exactamente lo que esperamos en un cómic de este guionista. Su objetivo es que la historia nos tenga constantemente con la boca abierta, que todo mole muchísimo y nos sorprenda, aunque no tenga demasiado sentido ni coherencia argumental. Y si hay que atravesar edificios con el Spider Buggy, se hace. Si hay que sacar un Veneno dinosaurio, pues también. Y si hay que sacar escenas totalmente salidas de madre como canibalismo con Hulk o decapitaciones con el escudo del Capitán América, pues se sacan. Todo sea por molar más que nadie. El cómic medio de Millar es como una película de Transformers: un superventas que cuando lo estás leyendo no parpadeas y devoras las palomitas como si no hubiera un mañana, pero no te lo esperes en los Óscar. Sí que tuvo un par de nominaciones a los Eisner a principios de siglo, pero ha cambiado los premios por adaptaciones cinematográficas de sus obras, de las que ya lleva nueve, mucho más lucrativas.

Pero si Millar nos da aquí exactamente lo que esperamos de él, la otra mitad del cómic, la parte gráfica, corre a cargo de un Steve McNiven haciendo el que posiblemente sea el mejor trabajo de toda su carrera, muchísimo más inspirado que en otros trabajos que ha firmado junto a Millar, como Civil War o Némesis, o con otros autores, como en La muerte de Lobezno. Que esta historia sea una macarrada over the top sin límites en la que puede hacer prácticamente todo lo que le dé la gana, ayuda a motivarse. Lo de tener que dibujar un esqueleto gigante de un superhéroe muerto por encima de una carretera, también.

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Uno de los grandes intereses que tiene este tomo es ver cómo es el apartado físico. La línea Marvel Must-Have ha debutado en el mes de septiembre en el mercado con cuatro títulos, entre los que se encuentra este Viejo Logan. Es un formato más pensado en ser leído que en adornar estanterías, siendo más de batalla que el Marvel Deluxe que vio la luz en 2013, y el precio de este Must-Have es siete euros más barato. Eso sí, es algo más cuidado que los Marvel Héroes de hace ya diez años. Podemos estar en un producto más parecido a los actuales Marvel Saga, con lomo curvo y papel de buena calidad. La diferencia principal entre Marvel Saga y Must-Have, además de la característica banda dorada de la nueva línea, está en el enfoque de ambas. Mientras que Marvel Saga se centra en recopilar etapas completas, Must-Have está dedicada a sagas autoconclusivas y arcos argumentales aislados. Opinión personal: a no ser que el lector que vaya a comprar esta historia tenga algún tipo de TOC que le obligue a tener sólo ediciones en Marvel Deluxe, esta Must-Have es suficientemente sólida como para que la diferencia de precio entre ambas no esté justificada.

Esta edición, por cierto, es la cuarta en castellano de esta historia, tras la aparición en la serie mensual en grapa de Lobezno, en los números 42-47 del volumen 4 (2009), el nº9 de Marvel Héroes (2010), y la mencionada Marvel Deluxe (2013).

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Como decíamos antes, El viejo Logan no es un cómic cerebral ni una innovación narrativa del medio, ni tampoco entra dentro de sus propósitos. Es un blockbuster palomitero regado de molonismo que funciona exactamente como se espera de él y nos da lo que promete: un buen rato de entreteniemiento sin pretensiones. Sin más. Y sin menos.