Hace no demasiado mencionaba la opción de dedicar un tiempo al estudio de la dieta croata y es que si repasamos algunos de los nombres de los autores que nos han llegado de aquellos lares, la calidad que vemos es abrumadora. De allí provienen fuera de series como el malogrado Edvin Bukovic, Esad Ribic, Goran Parlov, Tonci Zonjic o la pareja creadora de este Marshal bass: Black & White.
Es realmente curioso el caso de Darko Macan, el guionista. Encontrar guionistas europeos en los USA es realmente complicado, pero a Macan lo hemos tenido durante muchos años en series como Grendel Tales, Star Wars o Cable. Incluso en el mercado americano, ya podíamos apreciar una tendencia de Macan hacia los relatos ásperos y enmarcados en un entorno violento, frecuentemente enmarcados en zonas de guerra. En los últimos años parece haber buscado pastos más verdes en el mercado francobelga, donde ha desarrollado en 2015 Nosotros, los muertos, también junto a Igor Kordey.
Kordey por su parte se granjeó un nombre un tanto infame como sustituto de Frank Quitely en los X-Men de Grant Morrison, pero viendo el trabajo que ha venido desarrollando en el mercado europeo en el título que mencionábamos o en otros como La Historia Oculta o Los 30 Denarios, bien ciertas parecen las voces que achacaban sus flaquezas a unos ritmos de trabajo inasumibles.
Así este equipo todoterreno se lanza a la aventura de una nueva serie para Delcourt en un género en el no se habían prodigado, el western. Marshal bass: Black & White es la primera entrega de esta serie que ya lleva cuatro álbumes en Francia y nos cuenta las andanzas de este sheriff negro inspirado en la figura de Bass Reeves, el que históricamente fue el primer afroamericano en lucir la placa.
Con esto se embarcan en una historia que quizás en primer término no es excesivamente innovadora (rara vez lo son en el western), pero está repleta de detalles de fondo que enriquecen el entorno y los protagonistas con una solidez sorprendente para un solo número. La historia en primer plano que comentábamos pone a Bass tras la pista de una banda de malhechores formada únicamente por negros… o bueno, quizá no exactamente, pero no desvelemos la trama.
Obviamente el componente racial en este Marshal bass: Black & White es uno de los ingredientes principales. Con sutileza pero también con contundencia, se vale de la situación de la Arizona de 1875 para lanzar una mirada incisiva alejada del panfletarismo. Ni los blancos ni los negros son los buenos y pese a la evidente posición de desigualdad de estos últimos, reparte responsabilidades sin maniqueísmos. No estamos ante una crítica rotunda sino ante un espacio para que el lector lea entre líneas y pese a la indiscutible culpa de los blancos en este sometimiento, nos deja entrever cómo la inercia del miedo hace tanta o más mella en cualquier iniciativa de cambio por parte de los recién liberados. No existe por parte de Macan ninguna necesidad de quedar bien ni ser políticamente correcto.
Otro de los grandes atractivos de Marshal bass: Black & White es su personaje principal. Tanto el propio Bass como su familia son pincelados con los escasos brochazos que permiten 56 páginas, pero por pocos que sean son increíblemente certeros. Encontramos un protagonista que está a punto de morir cuando comenzamos a leer, que viste el sombrero de un hombre muerto y al que de un modo persigue la muerte, la suya y la de los que lo rodean en esta ley de la selva del salvaje oeste donde solo los mejor adaptados a su absurda violencia sobreviven. Aún parece quedarnos mucho por averiguar sobre River Bass, pero algo nos hace intuir que no estamos ante el lobo amaestrado para cazar lobos salvajes que en algún momento del álbum se dice que es.
A decir verdad no es ésta la única intuición que podemos tener con la lectura de Marshal bass: Black & White y es que hay muchas cosas que no se explicitan en su 56 páginas, pero no hay duda de que están ahí. En gran parte esto se debe al trabajo de un Igor Kordey que abofetea los morros de quienes lo denostaban en X-Men. Kordey no sólo nos hace llegar la suciedad y el calor de la vieja Arizona, sino que demuestra ser un todoterreno tan capaz de sugerir con tan solo una mirada como de coreografiar un robo a gran escala. Al igual que Nosotros, los muertos, Kordey se deja empapar de una fuerte influencia del mejor Richard Corben que resulta más que adecuada para el tórrido y polvoriento escenario en que se mueve la historia. Kordey además reúne en un sólo dibujante el respeto y el conocimiento de la narrativa del western clásico europeo y la innovación hacia una versión más moderna y menos idealizada del mismo.
Tal vez con solo álbum de Marshal Bass podamos quedarnos con ganas, pero los mimbres que gasta a todos los niveles constituyen una sólida promesa para no perder de vista esta serie.
