Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Ligero de equipaje, de Quique Palomo e Ian Gibson.

Ligero de equipaje, de Quique Palomo e Ian Gibson.
Guion
Quique Palomo. Sobre una obra de Ian Gibson.
Dibujo
Quique Palomo.
Formato
Tapa dura. Bitono. 14x19 centímetros. 104 páginas.
Precio
19,90 euros.
Editorial
Ediciones B.. 2019.

Saludos desde este lugar, queridos lectores, donde los montes se visten de espino y donde se oyó al poeta gritar: Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.

Pues si, estamos ante un libro sobre Machado, Antonio. Que a veces se nos olvida que eran cinco hermanos. Ligero de equipaje toma un verso del poema Retrato. Ya sabéis, ese que empieza con los recuerdos de un patio de Sevilla y termina en la nave que nunca ha de tornar. Una vida. Y eso es lo que aquí hallaremos. Esa vida.

Estamos ante la adaptación al cómic de la obra de Ian Gibson. Algo menos de cien páginas para condensar las casi 800 páginas que tiene la obra original. Y tratándose de una obra sobre Machado, tengo que poneros este enlace. Tenía que ser ese :-).

Se me había pasado la publicación de esta obra. Y la vi por sorpresa en la estantería de esa tienda donde con mi dinero pago los tebeos que leo, igual que los trajes que visto y la mansión que habito. Leí Ian Gibson y Machado y me fuí directo a caja. Hay un tipo de personas que lee esos nombres en una portada y saca la cartera como otros hacen al leer Moore y Gaiman.

¿Y qué tenemos en este libro? Poesía pura.

Me lo he leído casi de un tirón, aprovechando dos noches de verano. Dos de esas noches donde, parafraseando a Don Antonio Cipriano José María Machado Ruiz; tienen las altas casas abiertos los balcones del viejo pueblo a la anchurosa plaza. Yo en este viejo pueblo leyendo tebeos solo, como un fantasma.

Ignoro hasta que punto la adaptación es obra de Quique Palomo , pero no puedo decir otra cosa que: Maravilloso trabajo. Me ha dejado enganchado desde esa viñeta a página completa inicial.

Unos limones en un patio de Sevilla.

Conoceremos a un niño que pasea con su abuelo, que juega con su hermano, que escucha hablar de flamenco a su padre. Desde las primeras páginas estamos ante un ser humano, una persona. No el artista, el poeta, el mito.

Un nudo en la garganta nada más empezar… sabiendo ya el final.

¿Se nota que me gusta Machado? Ah, cuando yo era niño, soñaba con los héroes de la Odisea. La Ilíada nunca me dijo nada, la verdad.

Acompañaremos a Machado, permitidme el descaro de no llamarlo Don Antonio, por Madrid, París, Soria, Segovia, Valencia, Colliure…

Soria…

Leonor.

Nunca volveremos a ver de la misma manera a un olmo centenario en la colina que lame el Duero tras conocer a Leonor.

Quizás las páginas más desgarradoras del libro, incluso contando las finales.

Cada viñeta destila amor, esperanza, miedo, dolor según la vida en común de Machado y Leonor transcurre.

Perdonadme, queridos lectores, se me ha metido algo en el ojo… sin duda una mota de polvo venida de las tierras de Alvargonzález.

El estilo elegido para la narración mezcla escenas cotidianas con viñetas más documentales, narrando un hecho como una foto fija. Si bien estas últimas son las que hacen avanzar la historia, son las primeras las que le dan el alma, la vida y la poesía al libro.

La última parte del libro trata, evidentemente, la guerra civil y el breve exilio de la familia Machado en esa villa marinera del sur de Francia. Con una última viñeta que encoje el alma a la vez que la libera. En esta parte aparecen fotografías de la época, dándole un tono  más documental e histórico. Machado se pierde entre las corrientes de la historia, convirtiéndose definitivamente en parte de ella.

El dibujo se basa en lineas y colores más que en detalles. Usa el blanco, el negro y el amarillo para componer escenas, formas, sombras. Quizás el tono amarillo ha sido elegido para recordarnos el papel amarillento de los periódicos de esos años. Con una composición clásica casi siempre, no duda en improvisar narrativas en ciertas escenas o planos.

La tipografía es clara y fácil de leer. Algo importante en una obra como esta. Relajada y llena de texto. Sin llegar a ser densa o aburrida, también es cierto que no se presta a la lectura en diagonal. Aquí hay que leer cada palabra. Palabras que a veces bailan por el dibujo, casi como si fueran moscas, inevitable golosas, que ni  labran como abejas ni brillan cual mariposas. Pero que son viejas amigas que nos evocan todas las cosas.

La obra carece de extras. Se echa de menos, tal vez, un epílogo informándonos del destino de los personajes que sobreviven a aquellos días en Colliure.

¿Por qué leer Ligero de equipaje?

Te gusta Antonio Machado. Quieres entender su vida y obra de forma sencilla y amena.

¿Por qué no leer Ligero de equipaje?

No lees biografías. Una obra poética y dura, a veces, como la vida misma que nos cuenta.