Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Leyendo entre líneas: ¿Somos un lobby?

Me gustaría empezar este artículo con una anotación personal: odio los lobbies. Siempre los he odiado. No soporto la idea de un grupo de personas que hagan presión sobre una empresa o un gobierno para cambiar la actuación de éstos en favor de sus propios intereses.


¿Y qué tiene que ver esto con los comics? Pues mucho, querido lector, mucho. Para bien o para mal, los lectores nos estamos convirtiendo en grupos de presión para las editoriales. ¿Y quién tiene la culpa de esta situación? Pues me atrevería a aventurar que la culpa la tienen las propias editoriales. Concretamente, aquéllas que iniciaron una comunicación directa con sus clientes en forma de correo de los lectores, blogs y foros corporativos, etc. Aquella herramienta que permitía el contacto directo entre la empresa y los clientes se ha vuelto en contra de la primera, y ahora estos clientes se le suben a las barbas exigiéndole cambios de política editorial, cifras de venta y un centenar de explicaciones.

Tal vez seamos el único sector en que los clientes exigen a la empresa datos de costes y ventas. ¿Pero quiénes nos hemos creído que somos? Toda empresa está en su pleno derecho de no dar sus datos internos a la primera persona que se los pida. Para eso están las memorias anuales que las sociedades anónimas están obligadas a presentar y a las que cualquier cliente puede acceder (como los programas de los partidos políticos que luego nadie se lee). ¿A santo de qué venimos exigiendo a las editoriales que cambien su manera de editar? Si no nos gusta lo que publican, no lo compremos y punto. Si las ventas bajan lo suficiente, ya se darán cuenta de que se han equivocado. O, por el contrario, tal vez los que se quejen resulten ser una minoría, y al grueso de los lectores les parezca bien cómo hace las cosas la empresa.

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El otro aspecto de esta “estrecha” relación entre la editorial y sus clientes viene reflejado en el famoso comunicado que Ponent Mon lanzó al aire, en una desesperada maniobra por mejorar sus ventas en época de crisis. Algo imperdonable desde un punto de vista profesional. Si uno enciende la tele, ve anuncios que dicen “nuestra empresa no fabrica para otras marcas”, o resaltan las virtudes del producto original frente a las marcas blancas, o incluso alianzas de marcas para hacer anuncios conjuntos. Brillante. Pero no he visto ningún anuncio que diga “si no nos compras tendremos que cerrar y mandar al paro a cincuentas personas”. ¿Y por qué hace esto Ponent Mon y no lo hace ninguna otra empresa? Precisamente por ese compadreo del que hablábamos antes. Por esa intimidad, esa cercanía que se ha creado entre la editorial y los lectores. Las respuestas no se han hecho esperar, y no todas alaban a Ponent Mon, precisamente.

Y volvemos a la pregunta que da título a esta entrada: ¿somos un lobby? ¿Hemos llegado a un punto en que podemos ejercer presión sobre las editoriales para que nos digan todo lo que queremos saber y publiquen lo que nosotros queremos y como a nosotros nos gusta? ¿Es correcto eso? ¿Tenemos derecho a imponer nuestro criterio sobre el de otros lectores o sobre el de los propios editores? Me gustaría mucho conocer vuestra opinión. Tenéis los comentarios abiertos. ¿Quién quiere ser el primero?