Es la hora de las tortas!!!

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Leyendo entre líneas: La dignidad del medio

Mucho se ha hablado en estas semanas sobre la dignidad del cómic como medio de expresión artística, sobre su seriedad y su importancia en la historia de la cultura popular. Se habla de la calidad de las obras de Foster, Raymond y tantos otros que dejaron su huella en el imaginario colectivo a golpe de tinta. También se habla del Mortadelo de Ibáñez, del Guerrero del Antifaz y de las viñetas políticas de los diarios. Y se quiere comparar el Premio Nacional de Narrativa con el Premio Nacional de Cómic, sin darse cuenta (o sin querer darse cuenta) de que se trata de dos cosas completamente diferentes, del mismo modo que nadie compara el Goya a la Mejor Película con el Premio Príncipe de Asturias del Deporte.

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Lo que nos lleva a la premisa del título: la dignidad del cómic. El cómic no deja de ser un medio, un formato, una herramienta, y no un fin o una obra en sí. Una casa se puede construir con madera, con piedras, con ladrillos, con adobo… y lo que debemos dignificar será el resultado final, no el material con el que está construido. Por tanto no tiene ningún sentido alabar o ensalzar todo lo que tenga que ver con viñetas, bocadillos o narrativa secuencial per se, sino el objetivo alcanzado mediante ese medio. Tan digno es El Quijote como Maus o Casablanca, del mismo modo que tan vano es el El Código DaVinci como el Glamourpuss de Dave Sim o Dos colgaos muy fumaos. Que la música es un arte muy digno, señora. Pero no me compare usted el segundo movimiento de la 9ª sinfonía de Beethoven con el último éxito de King Africa. Hasta ahí podíamos llegar.

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El cómic en cuanto medio tiene tanta dignidad o relevancia como la obra que comunica. Una gran historia que quedara estupendamente plasmada en cómic puede resultar una novela o una película desastrosa, del mismo modo que una novela mediocre puede ser reconvertida en un magnífico tebeo. Camino a la Perdición: ¿Cuántos de los críticos que alabaron esta película saben que está basada en un tebeo? Y encima su autor se basó en un Manga, para más inri.

Así pues, aquéllos a los que nos gusta el cómic no tragamos con cualquier obra que esté representada en este medio, al igual que el amante del cine no ve ni disfruta TODAS las películas que se hacen. Más bien, disfrutamos las historias bien escritas, bien narradas y bien ilustradas. ¿Que hay mucha mierda publicada por ahí? Pues claro. Pero eso no deslustra el medio, del mismo modo que las malas novelas no quitan mérito a tantas grandes obras de la literatura, ni los aburridos bloques de apartamentos de las ciudades dormitorio hacen que despreciemos lo que Bernini hizo en el Vaticano.

En resumidas cuentas, tratemos de no defender como fanáticos el arte que amamos, sino que antes sepamos valorar las buenas obras, vengan del medio que vengan.