Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Laïyna, de Dubois & Hausman

Laïyna, de Dubois & Hausman
Guion
Pierre Dubois
Dibujo
René Hausman
Formato
Cartoné. 112 páginas. Color
Precio
26.00 €
Editorial
Norma Editorial. 2018

El 2018 ya agoniza y nosotros, desde el espacio en blanco que dejan dos bordes de viñeta, hoy vamos a intentar asomar un poco la cabeza para hablar de un tebeo de temática fantástica. Un BD publicado por Norma Editorial en octubre, y del que podemos decir sigue en parte la estela de otra de sus publicaciones recientes: Sortilegios y malas artes. Lo digo ya no sólo por el género en que ambas obras se encuadran, sino porque comparten el arte de un estupendo dibujante como es René Hausman. El guion corre a cargo de Pierre Dubois, con quien Hausman hizo antaño equipo en más obras como por ejemplo El Gran Fabulario de la gente pequeña.

Aunque con claros tintes medievales, este cómic mezcla castillos y armaduras con elementos que podríamos asociar a la prehistoria, en una época que dice situarse en los albores de la humanidad. Un contexto muy «hibórico», por así decirlo, en el que Pierre Dubois nos relata la historia de Laïyna, la chiquilla que da nombre al tebeo. Esta pequeña «mowgli» nacida en mitad de frondosos bosques, pronto se queda huérfana y desamparada… hasta conocer al pueblo élfico. Repleto de mágicas criaturas, el pueblo élfico pasa a ser su familia, sintiendo la joven un mayor apego por un ágil y fortachón proto sasquatch que hará las veces de ángel de la guarda de Laïyna.

Laïyna amigo

A partir de aquí se suceden los roces con los señores de castillos y sus lacayos, así como los conflictos internos dentro del propio pueblo élfico a causa de la propia Laïyna, y es que muchas criaturas son recelosas de criar y aceptar en su seno a una humana. Para muchos de ellos un humano es sinónimo de malos augurios, y podría suponer el fin de la magia y de su propia existencia. Laïyna es toda una odisea, aunque con los ritmos narrativos acelerados del cuento tradicional, en el que no hay un respiro ni espacio para la anécdota. Es un continuo «y entonces… y entonces…», con bastante narración y una protagonista que no abre mucho la boca, lo cual tiene coherencia con el ambiente salvaje en el que se ha criado.

Si bien en Sortilegios y malas artes teníamos dos relatos cortos oscuros, en Laïyna nos encontramos con una historia de mayor extensión y un tono más blanco. Aunque en la contraportada podemos leer eso de «áspero y violento», en absoluto es así, y tampoco tiene esas escenas impactantes y algo más alejadas de cánones con las que sí contaban los dos cuentos de Sortilegios y malas artes. Escenas bastante bestias.

Pienso que Pierre Dubois, famoso cuentacuentos y experto en criaturas mágicas, construye en Laïyna  una historia correcta aunque bastante tradicional repleta de elementos ya vistos multitud de veces, no obstante, es un tebeo de 1987. Ya ha llovido desde entonces.

Laïyna 1

Me da la impresión, que teniendo en cuenta la pasión de Dubois —autodenominado «elficólogo»— por los pequeños seres arbóreos de narices puntiagudas, pies diminutos y gorros de capirote, Laïyna, humana entre elfos, no deja de ser la traslación al papel de su propia fantasía.

Por otra parte, repitiendo un poco lo que ya comenté de René Hausman cuando hablamos de la otra publicación de Norma de este autor, más allá de que me vaya más o menos su dibujo, de lo que estoy seguro es de que le va muy bien a este tipo de relato fantástico. Como dije en su día, su estilo a la hora de representar personajes me recuerda mucho a una época ya pasada en la que la marioneta tenía un peso muy importante dentro de la construcción de historias fantástico-medievales. Eso me transporta y me encanta. Por otra parte, también pienso que su trabajo en Sortilegios y malas artes está algo más depurado, y los colores mejor aplicados. En Laïyna lo veo todo muy oscuro por momentos y no me termina de convencer. Repito, no obstante, que me gusta su arte.

En resumen, fantasía que ya podemos denominar clásica, en un relato que creo ha envejecido regular a nivel de guion, pero que se sigue disfrutando. Recomiendo, para quien desee conocer el arte de Hausman, que le eche un ojo antes a Sortilegios y malas artes, definitivamente me parece mejor. Sí, no he dejado de compararlos; justo o no, qué le vamos a hacer.

Se me olvidaba comentar que también incluye portadas originales y otras ilustraciones al final del tomo, así como un relato corto ilustrado a modo de introducción, en el que los dos autores aparecen como protagonistas inmersos en una atmósfera fantástica. Está bastante bien como curiosidad.

Por cierto, ¿habéis visto pasar a un gnomo? Es así bajito y lleva una barba divertida.

Laïyna 3