Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

La Mujer Leopardo, de Yann y Schwartz.

La Mujer Leopardo, de Yann y Schwartz.
Guion
Yann.
Dibujo
Schwartz.
Color
Laurence Croix.
Formato
Tapa dura. Color. 128 páginas. 24x32 cms.
Precio
22 euros.
Editorial
Dibbuks.. 2018

Saludos, queridos lectores. Volvemos hoy al pasado, a los años siguientes al final de la Segunda Guerra Mundial. Y viajamos por el espacio también, hasta llegar a Bruselas. Y allí hemos quedado para leer tebeos con Spirou, Fantasio, Spip y La Mujer Leopardo.

Antes de meternos con este tomo de Dibbuks, dejadme explicaros el contexto de esta obra. Pertenece a la serie alternativa de Una aventura de Spirou por… Allá por 2015 Dibbuks empezaba a publicar Spirou con El botones de verde caqui, ambientado en 1942 en la Bélgica ocupada por los nazis. No creo que os destripe la historia si os digo que al final los Aliados ganan la guerra. Pues la obra que comentamos hoy incluye los dos álbumes ( La Mujer Leopardo y El Señor de las Hostias Negras) que los autores crearon para continuar esa historia.

¿Es necesario haberse leído el primer tomo? Yo os diría que sí. No entenderemos realmente las reacciones de Spirou si no lo hacemos. Podemos imaginarlo por lo que dicen otros personajes, pero mi humilde sugerencia es que leáis antes ese botones de verde caqui antes de poneros con la Mujer Leopardo.

Y ya que hablamos de continuación de historias, ese primer tomo de Yann puede considerarse una continuación del Diario de un ingenuo de Emile Bravo. Así que realmente podemos leer como una subserie el Diario de un ingenuo, El botones de verde caqui, La Mujer Leopardo y El Señor de las Hostias Negras.

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Pasemos ahora al tomo en sí mismo. Dos historias pensadas por Yann, dibujadas por Schartz y coloreadas por Laurence Croix. Tapa dura, a todo color, 128 páginas, guardas decoradas con bocetos y 24×32 centímetros. Con una ilustración a toda página en la contraportada.

Ambas historias forman una única historia, así que las comentaremos juntas.

El guión es un homenaje a las historias más clásicas de Spirou y de la escuela franco-belga en general. Lleno de acción, persecuciones, peleas, personajes misteriosos y héroes que no llegan a niveles sobrehumanos.

Acción y aventura, si; pero mezcladas siempre con escenas costumbristas y retazos de la vida diaria. El héroe puede estar inmerso en una aventura llena de emoción y peligro, pero hoy es el cumpleaños de un amigo y alguien le regalará algo. Puede que seamos un héroe de guerra, condecorado y todo, pero el jefe de botones sigue echándonos la bronca si hacemos mal nuestro trabajo.

Y aunque tengamos claro quien (o quienes) es el héroe y el protagonista, hay multitud de personajes secundarios. Con sus propias pequeñas historias. Quizás no más largas de una viñeta o dos, pero están ahí, haciendo que Spirou sea uno más en el mundo.

La historia también está llena de referencias. Y aquí hay un pequeño problema para los lectores que no estemos familiarizados con la época  y el lugar. Podemos no entender cosas como los chistes o referencias sobre Sartre y Simone de Beaviour, que aparecen como personajes. Gente que se cruza con los protagonistas y son personajes de otras historias que no conocemos en España.

Hay notas a pie de página que nos ayudan con algunos términos o juegos de palabras (ya sabemos lo aficionados que son los guionistas de cómic franco-belga a los juegos de palabras dificilmente traducibles).

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En la primera de las historias nos encontramos con un tono adulto, serio. Spirou bebe. Fantasio se acuesta con su novia. Se ven pechos femeninos desnudos. Hay insinuaciones sobre la homosexualidad de los protagonistas. Una Bélgica que acaba de librarse del dominio nazi se enfrenta a su pasado y a la situación ante el comunismo. Se habla de los campos de exterminio.

No es el típico cómic simpático y juvenil de Spirou, apto para todas las edades.

En cambio, el tono se hace más juvenil, más alegre y cómico en la segunda de las historias. Da la sensación de que Yann ha buscado un tono más ligero para la continuación de la historia general. Y a lo largo del tomo vemos como esto le pasará a algunos personajes.

Y el segundo tomo nos hace mirar a la Bélgica colonial. A ese Congo que recorrió Tintín. Recordemos que la historia colonial belga fué bastante dura y brutal en el Congo. Un pasado que parece estar volviendo a la actualidad, al menos para ser conocido. Recordemos por ejemplo Madame Livingstone, reseñado en esta misma web.

A lo largo de la historia, algunos personajes evolucionan de una forma que los cambia totalmente. Vistos desde fuera, algunos de estos cambios se ven extraños, como consecuencia de querer terminar la trilogía con ese tono más infantil e inocente que tenían los cómics publicados en la época en la que transcurre la historia.

Y el final… Al final de la obra se cierran la mayoría de las tramas, aunque algunas quedan abiertas. Quzás como semillas de nuevas historias, personajes que volverán a aparecer o simplemente son personajes que se cruzan con los protagonistas y con nosotros un breve instante para después seguir sus propios caminos.

Pero hay un final…Uno que a pesar de cerrar una trama muy importante, de ser un final deseado y deseable se nos hace muy rápido. Parece un poco forzado, extraño; como si Yann hubiera querido cerrarlo todo así, con un último y hermoso broche que cierre la historia. Todas las historias que empezaron con aquel botones vestido de verde caqui.

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El dibujo de Schartz podría describirse como lleno de movimiento y acción. Con una estética que recuerda a los cómics de la época, un homenaje más de los autores a los años 40. Pero no estamos ante una línea clara plana  y estática, sino que todo está imbuido de dinamismo. Un dinamismo que no aparece solamente en las escenas de acción lucha o persecución; sino que podemos ver incluso cuando Fantasio pasea por su casa pensando en su siguiente artículo.

A simple vista podríamos decir que bebe de la animación. Puede parecerlo a nivel gráfico y visual. Pero si nos fijamos en los cambios de punto de vista del lector, es más como si estuviéramos siguiendo a una cámara de cine a lo largo de la historia.

Y los detalles. Las viñetas están llenas de detalles. Dan vida, aportan colorido, permiten guiños al lector y nos cuentan pequeñas historias que nos obligan a revisitarlas de nuevo.

Es una lástima que el autor no use viñetas a página completa. Sin embargo, si usa a veces viñetas que ocupan un tercio o más de la mitad de la página.

Y al tener espacio (páginas grandes y dos tomos) se toma su tiempo en dibujar escenas simplemente porque si. Escenas hermosas y llenas de esa sensación de movimiento que lo cubre todo. Y con una narrativa tanto a nivel visual como de la historia que nos deja joyitas. Por ejemplo la escena del antílope bebiendo que tenéis un poco más arriba. ¿No parece sacada directamente de uno de esos documentales que para los europeos eran la Verdad sobre África?

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Pasemos al color. Con tonos fuertes y haciendo fuertes contrastes. Os hablaba antes de la posible influencia del cine en el dibujo. Esto aparece también en el color. Esos claroscuros parecen sacados de una película de cine negro. Usando sombras y tonos de color para ofrecernos volumen y profundidad. Quizás algunas escenas nocturnas son demasiado oscuras, pero es que son eso, escenas nocturnas.

Y si el guión de la última escena en Bruselas es tierno; el dibujo es encantador y el color le da el último toque para que sea una preciosidad de final. De esos de: “Perdonadme, es que se me ha metido algo en el ojo…“.

¿Por qué leer La Mujer Leopardo?

Acción, aventuras y un vistazo al Congo Belga en 1946. Un dibujo lleno de detalles y referencias. Dos historias que completan y complementan a El botones de verde caqui, creando una minisaga alternativa del pasado de Spirou.

¿Por qué no leer La Mujer Leopardo?

No te interesó en su momento la ambientación del primer tomo.