Terminada Patrulla X Desunida, tenemos a los mutantes divididos en dos grupos. Unos han terminado en la Era de Hombre X, a los que estamos viendo en las series relacionadas con el evento en cuestión. Y los otros han quedado atrás, en la Tierra 616, encabezados por dos personajes que estaban muertos hasta hace bien poco: Cíclope y Lobezno. La resurrección de Lobezno se lleva contando desde hace varios meses en su búsqueda y retorno, y la de Cíclope se vio en Exterminio, sin saber muy bien por qué. Sí, entre estos dos y las recientes resurrecciones de Charles Xavier en Astonishing X-Men y de Jean Grey en su propia serie limitada, parece que es temporada de puertas giratorias en el más allá marvelita.

Arrancamos este cuarto número de la nueva etapa mutante con el primer anual del actual volumen de Uncanny X-Men. Aquí, Ed Brisson, el tipo que nos mostró hace unos meses en la mencionada Exterminio que Cíclope andaba por aquí de vuelta ya, nos explica los cómos y los por qués. En un malabarístico ejercicio de retrocontinuidad con viajes en el tiempo, la fuerza Fénix y un poco de amor -o algo- paterno-filial, enlazamos la Resurrección de Fénix con la de Cíclope y con el hijo de ambos metido entre medias. Sirve así este número como un epílogo de Exterminio, y aunque el dibujante, Carlos Gómez, no es Pepe Larraz, cumple de sobra acercándose al estilo del Young Gun madrileño, con un estilo de línea mucho más limpio y coloreado en cuatricomía en las escenas ambientadas en el pasado. En manos de un autor menos competente (no, Charles Soule, no hablo de ti… bueno, un poco sí), una historia de resurrección de estas características habría quedado bastante chapucera, pero Brisson está demostrando ser capaz de desenvolverse hasta en historias impuestas desde arriba y no especialmente inspiradas.

El otro número americano que tenemos en este tomo, el masivo número 11, empieza la corta etapa de Matthew Rosenberg en solitario al frente de Uncanny con una declaración de principios: “Todas las historias de la Patrulla X son iguales”. Y, de la misma manera que la Era de Hombre X es un homenaje a la Era de Apocalipsis, los sucesos de Uncanny también tienen etapas pasadas en mente. El clásico sentimiento anti mutante está presente, como no podía ser de otra forma en un título que acabó convirtiéndose en una metáfora sobre el racismo. Pero también tenemos una vacuna antimutante, que recuerda a La Cura de Joss Whedon y John Cassaday. O la recuperación de grupos antimutantes como Cosechadores y Purificadores. O la unión de un grupo de mutantes que piensan que el resto del grupo está muerto, como ocurrió en Excalibur hace… ¿más de treinta años? ¿tanto? Lo que pasa es que los dos miembros que forman -al menos, al principio- la Patrulla son sólo Cíclope y Lobezno. Posiblemente los dos personajes principales que peor se han llevado en el grupo en toda su historia, ambos líderes natos y ambos recién resucitados.

En este número tenemos tres historias, las tres escritas por Rosenberg pero dibujadas por tres ilustradores diferentes: Salvador Larroca, en uno de los momentos menos inspirados que hemos visto del valenciano (en serio, a mí este tío me gustaba mucho, pero lleva una temporada en la que me cuesta encontrar algo positivo que decir de sus cómics), John McCrea y Juanan Ramírez.

La salida fácil habría sido traer a un Cíclope del pasado, anterior a su época pseudo terrorista y sus escarceos con el lado oscuro, pero Rosenberg ha optado por una opción más compleja y a la vez mucho más interesante. El Cíclope que tenemos en estas páginas ha pasado por todo lo que le hemos visto en los últimos años, todos esos polémicos momentos que nos han llegado a cabrear. Ahora, Scott sólo tiene dos posibilidades por delante: o la búsqueda de la redención o la corrupción total. Sea como sea, parece que tenemos por delante unos meses interesantes. Es una lástima que tengamos un borrón y cuenta nueva tan cercano en el horizonte. Podría haber sido interesante saber qué tenía pensado este autor para estos personajes. Otra vez será.