Es la hora de las tortas!!!

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Kingpin: Todos Los Hombres Del Rey

Por algún motivo, las series regulares protagonizadas por villanos no suelen durar. La primera que recuerdo fue The Joker, editada por DC allá por 1975 que duró 9 números. Super Villain Team-Up, que vio la luz unos meses después de la mano de Marvel, llegó hasta el 17. Secret Society of Super-Villains, de vuelta a DC y ya en 1976, se quedó en 15. Emma Frost llegó hasta el 18, Magneto, hasta el 21… Rara vez llegan a los dos años de duración. Sí, es cierto que las hay que han aguantado más, como Masacre, Veneno o Punisher, pero estos personajes no son estrictamente villanos. La de Wade Wilson es una serie de humor y Veneno y Punisher son antihéroes. En cambio, la moralidad que no admite dudas es la de Kingpin. Que también tuvo serie propia y se quedó en siete números, que nos recopila completa ahora Panini en un tomo.

kingpin

A principios de siglo, tras la catástrofe económica que supusieron los 90 para Marvel, la pareja formada por Bill Jemas y Joe Quesada vino a ponerlo todo patas arriba. Con ellos llegó el Universo Ultimate, la línea MAX, el zapatazo en los morros al Comics Code Authority… y los secretos revelados. De esta época son series como Lobezno: Origen, la mencionada colección de Emma Frost o esta dedicada a Kingpin, en las que se nos cuentan los hasta entonces desconocidos pasados de personajes importantes de la editorial.

Periódicamente, Marvel edita series limitadas contando el origen de sus villanos más significativos. Así, tenemos Los Libros de Muerte, Magneto: Testamento, Cráneo Rojo: El Mal Encarnado o Veneno: Origen Oscuro. La serie recogida en el volumen Todos Los Hombres del Rey iba a haber sido una de ellas, pero tuvo una extraña trayectoria editorial. Fue planificada originalmente como serie limitada de seis números, pero fue reconvertida en serie regular. Y cancelada en el séptimo número. En serio.

Nos encontramos con una historia de mafiosos de lo más clásico. Los Soprano en el Universo Marvel. O Goodfellas, si me apuras. Aquí, Wilson Fisk es un matón de medio pelo con más ambición que poder y con menos escrúpulos que estilo vistiendo. Ya es aquí el bastardo manipulador amoral que hemos conocido toda la vida, pero con una actitud más avasalladora, menos sutil, de lo que hemos conocido tradicionalmente en el personaje. No en vano, estamos en sus primeros momentos. Aún no ha pasado por los reveses que la vida le tiene preparados, por las decepciones que están por venir. Aún no ha sido derrotado por Spiderman, no ha sido humillado por Daredevil. Aún no han muerto su mujer ni su hijo. Pero lo que sí tiene son las ideas claras. Sabe lo que quiere, sabe qué tiene que hacer para conseguirlo, y sabe que no le importa quitarse de en medio a quien sea para lograr sus objetivos. Todos los elementos clásicos de una historia de género negro están aquí. El matón descerebrado, el traidor, la femme fatale, políticos corruptos… y todos son peones en una programada partida de ajedrez en la que Kingpin sólo concibe un final posible.

Los autores son sobradamente conocidos. Al guión tenemos a Bruce Jones, veterano autor que debutó en la industria más de cuarenta años antes en las publicaciones de terror de la Warren, Creepy y Eerie. Ya en Marvel, destacan entre sus trabajos un arco argumental en esa pequeña maravilla que fue La Telaraña de Spiderman o una larga relación con Hulk, materializada en cuarenta y tres números de la serie regular a principios de siglo, una serie limitada coprotagonizada con La Cosa dibujada por Jae Lee y otra con Lobezno con lápices de Scott Kolins. Sí, la adaptación de la película de Hulk también es suya, pero esa la vamos a pasar por alto.

Los lápices son de Sean Phillips, un habitual del género negro, elegido habitualmente por Ed Brubaker en sus incursiones más explícitas en el género, como Sleeper, Criminal o Fatale. Aquí está entintado por Klaus Janson, con el que queda un tanto deslucido. Janson es un gran profesional, pero no es Phillips un autor al que quede especialmente bien el acabado del artista alemán.

Estamos, en conclusión, ante un tebeo francamente disfrutable para los seguidores del género. Sí tiene, sin embargo, un pequeño pero, y es que tiene importantes errores de continuidad. Lo relatado en esta serie no es compatible con el ascenso al poder de Kingpin relatado en Amazing Spider-Man #50 o en Daredevil: El Hombre Sin Miedo. No resta valor a la calidad del tebeo, pero puede que levante ampollas entre los fanáticos de la continuidad. Pero bueno, también lo haría Punisher: MAX, ¿no?