Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Juan Buscamares, de Félix Vega

Juan Buscamares, de Félix Vega
Guion
Félix Vega
Dibujo
Félix Vega
Tinta
Félix Vega
Color
Oskar Vega, Félix Vega
Formato
Cartoné. 216 páginas. Color
Precio
30.00 €
Editorial
Planeta Cómic. 2018

Al hilo del tebeo del que hablamos hoy, Juan Buscamares, me he quedado pensando que al margen de Alejandro Jodorowsky no soy capaz de nombrar otro artista chileno relacionado con el mundo del tebeo. Inmediatamente lo que he hecho ha sido una encuesta «tortera», y para mi sorpresa veo que estamos todos parecidos al respecto. No puede ser, así que para solucionarlo he recurrido al buceo, el buceo digital claro está, y entre toda la vorágine de datos he descubierto que posiblemente Mampato sea una de las publicaciones más significativas. Historieta que fue germen de una revista homónima que para la juventud chilena de la época significó lo que para la mía pudieron significar Mortadelo y Filemón o Astérix y Obélix. El dibujante de aquellas historietas —entre otras muchas ocupaciones— no era otro que Oskar Vega, quien además de ser colorista del estupendo tebeo que tenemos entre manos, era el padre de Félix Vega.

Suerte de buceo.

Juan Buscamares agua

Hace cosa de un par de meses, Planeta Cómic publicaba un integral con los cuatro libros que componen Juan Buscamares dentro de su colección Babel. Este tebeo de ciencia ficción con altas dosis de elementos propios del folclore y la tradición del país que vio nacer al autor, es con seguridad la obra más importante de Félix Vega, y uno de los cómics chilenos que más reconocimiento atesora.

Juan Buscamares se fraguó entre 1996 y 2003, años de publicación del primer y cuarto libro respectivamente, pero gran parte de las ideas ya se habían ido gestando desde hacía muchos años en la cabeza del escritor y dibujante chileno. En España, sólo habíamos tenido acceso al tebeo a través de los cuatro números publicados por Norma Editorial dentro de su colección Pandora; y de eso hace ya más de 15 años.

En esta edición de Planeta Cómic también se incluyen unas páginas de material extra con viñetas descartadas, algún que otro boceto con diseños de naves e ilustraciones variadas tanto en blanco y negro como a color.

En Juan Buscamares, Félix Vega nos presenta un mundo post-apocalíptico en el que la Tierra es un lugar completamente yermo con una escasez de agua extrema. Un terrible panorama que ha dado como resultado grupúsculos de seres humanos con comportamientos extremos. Una milicia sanguinaria y sin escrúpulos, familias a modo de secta que practican el proxenitismo para conseguir agua, una manada de mansos en busca de un mesías que les guíe, unos jovencitos muy listos y con poderes que parecen salidos de Neo-Tokio con los bolsos llenos de cápsulas (¡Acción mutante!)… y entre todos estos «elementos» altamente motorizados —sobre todo en las dos primeras partes del tebeo se respira un claro aire a Mad Max— tenemos a Juan. Juan Buscamares es un outsider, el antihéroe anunciado por las profecías que devolverá los océanos, y con ellos la prosperidad a la Tierra.

Juan Buscamares erotismo

Sí, suena mesiánico y bíblico… porque lo es. Se entremezcla con conceptos salidos del folclore chileno, pero cuenta con varios paralelismos tanto con el Viejo como con el Nuevo Testamento: Moisés y el Éxodo, María Magdalena, o el propio Jesucristo.

Juan Buscamares tiene ese aire Metal Hurlant lleno de ficción loca e imaginativa acompañada de buenas ilustraciones, con altas dosis de violencia y una potente carga erótica. No obstante, Félix Vega, entre otras cosas, trabajó en su día para Playboy España. Además, el dibujo recuerda a Manara, y Moebius es un referente notable de la obra. Muchos personajes de Juan Buscamares me traen a la memoria a aquellos grotescos miembros de la casa Harkonnen del Dune de David Lynch —y por extensión se puede decir que de Moebius. Por cierto, y aviso que es un off-topic como una casa: recordatorio de visionado del documental Jodorowsky’s Dune para todo aquel que no lo haya catado. Cierro off-topic.

Me ha gustado especialmente esa conexión nada velada con El principito de Antoine de Saint-Exupéry a varios niveles, porque además de emplear al icónico «rubiales», toma prestada la famosa anécdota con tintes paranormales que llevó al escritor francés a escribir la obra. Lo que se conoce como Teoría del tercer hombre.

Juan Buscamares principito

El agua, El aire, La tierra y El fuego son los títulos de cada una de las partes que componen el tebeo. Aunque emplear los cuatro elementos de la vida no es especialmente original, si lo es en parte lo que representan para cada unos de los capítulos, porque no son significativos sobre lo que se ve reflejado en las viñetas del episodio en cuestión, sino que dan una pista sobre lo que persiguen los protagonistas de la historia durante el transcurso de los mismos. Hay juegos de este tipo a lo largo de la obra, así como algún que otro paralelismo entre viñetas de diferentes páginas. Dejo un ejemplo.

Juan Buscamares simetría

Splash pages

Al hilo de esto último, debo decir que me gusta más la primera mitad de Juan Buscamares. Veo una mayor intención de jugar con elementos gráficos —buscando simetrías como la anterior—, y aunque se nota una evolución de los diálogos y la ilustración para bien (es curioso cómo varía el color de unas páginas a otras, confiriendo en algunos casos más volumen al dibujo), al principio todo es más directo, con personajes que parecen presentados de forma atropellada y con pinceladas muy rápidas. Incluso se ofrecen detalles sobre ellos bastante intimistas y profundos cuando aún casi ni les conocemos; pero es que eso precisamente es lo que me atrae de esas historias tan típicas de Heavy Metal. Suena contradictorio pero es que esa locura —no sólo en lo que a imaginación respecta— también es parte de su atractivo. Me funciona mejor cuando la historia es más cercana al plano físico y menos al onírico, y este último crece con el paso de las páginas.

En cualquier caso, creo que Juan Buscamares es altamente recomendable. Un buen tebeo con un dibujo precioso y una historia con distintas marchas, aunque destaque el «modo frenético». Es divertido encontrar las referencias e inspiraciones del autor; tiene muchas.

Por mi parte ya sólo me quda recomendar que empecéis cuanto antes con la dieta rica en carne humana, orina y sangre; parece que a la Pachamama se le agotará pronto la paciencia.

Juan Buscamares 1