Un adolescente del Bronx Sur contempla su barrio destruido. ¿Qué hará cuando llegue IMA en busca de nuevos reclutas? Además, el adolescente Scott Summers contempla el nacimiento de La Era Marvel desde un orfanato en Nebraska preguntándose cuál es su lugar en el mundo.

Continuamos pasando lista a los números mensuales de esta iniciativa comiquera de Alex Ross (Marvels: Epílogo, Justicia) y Kurt Busiek (Batman: Criatura de la noche, Heroes Return: Los Vengadores) llamada Instantánea Marvels, cuyos dos primeros números ya reseñamos hace poco. En esta ocasión, los protagonistas son, una vez más, dos de los héroes más antiguos de la editorial, el Capitán América y Cíclope. Y, una vez más, asistimos a eventos emblemáticos de la historia del Universo Marvel desde la perspectiva del ciudadano de a pie, que es la seña de identidad de todos los cómics de la enseña Marvels.

El número 3 de esta colección (que en EEUU no es tal, puesto que se trata de números únicos e independientes) es el dedicado al Capitán América, aunque en realidad el héroe de las barras y estrellas sólo aparece al principio y al fin del tebeo. El verdadero protagonista del relato es un adolescente de un barrio marginal de Brooklyn llamado Felix Waterhouse, que después del incidente de la bomba loca que dejó herida de muerte la ciudad de Nueva York, ve cómo el resto de la ciudad emprende las obras de reconstrucción, mientras que su barrio es dejado de lado no sólo por los gobernantes, sino también por los mismos héroes. Desilusionado, acepta la oferta de IMA para unirse a sus filas, donde descubrirá los planes que oculta esta organización. El guionista Mark Russell (Los Gemelos Maravilla, El Joker viene a verte), después de triunfar a lo grande en DC Comics, aceptó la oferta de Kurt Busiek de escribir esta historia para la Casa de las Ideas donde la actividad superheroica queda en segundo plano para mostrarnos las consecuencias de esas épicas batallas entre héroes y villanos: barrios enteros arrasados, familias rotas y la sensación de que esos titanes y dioses están más preocupados por encontrar algo a lo que golpear que por reconstruir lo que han destruido. Al dibujo le acompaña el impresionante Ramón Pérez (Jane, Ojo de Halcón), con un trazo muy alejado del estilo más mainstream que suele acompañar este tipo de tebeos, pero que no obstante encaja como un guante con la historia que nos está contando. Su estilo es brusco, alternando trazos gruesos con otros más finos, alejándose deliberadamente de la imagen de cómic superheroico en cuya mitología se enraiga (hablamos de una historia escrita y dibujada por Jack Kirby a mediados de los años 70), con un color plano del siempre eficaz Rico Renzi.

El episodio dedicado a La Patrulla-X está en realidad protagonizado por un adolescente Scott Summers (Cíclope), que empieza a familiarizarse con sus poderes en un orfanato de Nebraska. Es la primera vez que vemos a un héroe Marvel como espectador de las hazañas de otros héroes. En este caso, Scott presencia en televisión la aparición de Los 4 Fantásticos, y se queda prendado de ellos, en especial de Reed Richards, a quien considera capaz de dar una explicación a sus sueños de una cabina de avión en llamas, sus recuerdos de unos padres y un hermano ausentes y sus constantes dolores de cabeza y desmayos. Tenemos aquí a un guionista como Jay Edidin (Adventure Time: Sugary Shorts), con poca experiencia en el mundo superheroico, lo que nos da como resultado un cómic bastante lento y anodino. Scott lucha contra una vida empeñada en desafiarle, mientras ve cómo en el mundo exterior surge una generación de héroes fantásticos que despiertan su imaginación y sus ganas de aprender. Sin embargo, está narrado de una manera que nos deja con ganas de más, como si se hubiera podido contar más en estas 32 páginas. El dibujo de Tom Reilly (Immortal Hulk) juega misma la carta del tono intimista del guion, y se aleja igualmente del estilo superheroico al que estamos acostumbrados. Incluso cuando vemos a un Scott ya adulto con su uniforme, dirigiendo a su Patrulla-X, seguimos viendo a un joven retraído, más un líder estratega que un superhéroe. El tono triste lo pone la paleta de colores fríos de Chris O’Halloran, con profusión de azules para mostrar el mundo aburrido en el que vive Scott hasta la llegada de los superhéroes, para cuyas escenas ya emplea una mayor gama de colores.

Si bien estos dos números de Instantánea Marvels dedicados al Capitán América y a la Patrulla-X no me han parecido tan redondos como los dos primeros publicados por Panini, tampoco me atrevería a decir que me han dejado con un mal sabor de boca. Es muy difícil que con tantos equipos creativos diferentes coordinados por Busiek, todos los números resulten exquisitos. Estos dos resultan correctos, tanto en el planteamiento como en la ejecución gráfica (el del Capi mejor que el de Cíclope), y mantienen el espíritu original de Marvels, de mostrar esos prodigios que nacieron en el tercer cuarto del siglo pasado desde el punto de vista del ser humano corriente.