Del mismo modo que comentamos hace algunas semanas con Daniel Warren Johnson, Andrew Mclean es otros de esos autores que parecen salir de la nada y ya desde el primer momento demuestran un talento de primer nivel.
Head Lopper es la primera obra de Andrew Mclean que llega a España (a excepción de unas paginitas en un número de Thor), pero ha tardado la friolera de cuatro años en llegar… o tal vez seis. Head Lopper fue publicado por Image en 2015, pero dos años antes McLean ya había autopublicado dos números. Es impresionante ver la calidad de un autor que en 2013 tan solo llevaba un año en activo como profesional y es que, con permiso de la todavía inédita en España Apocalyptigirl (Dark Horse, 2015), Head Lopper es hoy por hoy la gran obra de Andrew McLean.
Head Lopper nos trae a Norgal, el cortacabezas, una especie de torvo bárbaro matamonstruos que viaja acompañado por la cabeza parlanchina de la Bruja Azul. En esta primera entrega darán con sus huesos en la Isla de Barra, afectada por la plaga de bestias que da título al tomo. Tendremos detrás a un siniestro brujo y no faltarán intrigas de todo tipo y mandobles a cascoporro durante el viaje en pos de erradicar el mal de acecha al reino.
Si eres uno de esos que miden la calidad de un tebeo porque les diga o no “algo nuevo”, deja Head Lopper en la estantería de la librería, pero te estarás perdiendo un tebeazo. Tal vez es por el uso que hace de los lugares comunes, por lo que recuerda Mclean a otras obras y autores y por lo bien que sabe coger de aquí y allá, que Head Lopper es uno de los tebeos más sólidos y refrescantes de lo que se ha publicado en lo que va de año.
Leyendo Head Lopper me ha sido imposible no pensar en Mike Mignola o tal vez a esa línea que mezcla Mignola y cartoon, que podemos ver en Mike Oeming o Victor Santos. Me ha sido imposible no pensar en ese sentido de tiempo real del Bone de Jeff Smith. Me ha sido imposible no pensar en ese genio narrativo de trazo simple que es Paul Grist, pero también en la nueva ola de los últimos años que podrían encabezar autores como James Harren o David Rubín. Por supuesto, me ha sido imposible no pensar en Conan, pero también en mangas como Slayers o Berserk e incluso ¡qué demonios! Dragon Ball y hasta algún retazo de Miyazaki… todo eso y hasta un aire a Hora de aventuras pueden llegar a verse en Head Lopper y sin embargo estamos ante un tebeo fresco y personal.
Y la verdad es que cuesta ver la razón por la que se disfruta tanto Head Lopper. Apenas se nos dice nada del protagonista. Únicamente tenemos un viejo amigo del pasado y su refunfuñona relación con la bruja, que funciona en cierto modo como alivio cómico. Hacia la mitad del tomo vamos viendo aparecer una trama, pero para entonces ya nos hemos merendado más de 100 páginas sin pestañear. Y ni siquiera es que la trama sea algo absolutamente trepidante, original o ingeniosa. Estamos ante un tebeo de espada y brujería no especialmente sofisticado, pero sí muy efectivo, donde McLean hace que parezca fácil hacer lo que hace, demostrando que muchas veces el cómo se cuenta una historia es tan o más importante que el qué.
Completa además el tomo una especie de escena postcréditos y una galería de ilustraciones. Normalmente esto segundo no sería especialmente destacable, pero es que los nombres que vemos en ella son la flor y nata del panorama actual: Mignola, Oeming, James Harren, Gabriel Ba, Max Fiumara, Rafael Grampá, Mike Allred, Tradd Moore… ahí es nada.
Si quieres saber como “no contar nada nuevo” y aún así hacer uno de los tebeos del año, igual Head Lopper te puede dar algunas lecciones.
