Con este tercer volumen, nos despedimos de John Byrne en Wonder Woman. Una etapa de tres años que ha ido creciendo poco a poco, mereciéndose por derecho propio la presencia en la línea Grandes Autores (aquí reseñas de los tomos uno y dos). Una etapa que termina echando el resto, explicando incoherencias de continuidad y con una traca final que pone fin a una época que cuando empezó no prometía tanto como nos ha acabado dando.
Pasado Imperfecto
No tengo más que alabanzas para la obra de John Byrne en este volumen. Su etapa en esta serie empezó con arcos argumentales encorsetados de duración fija, y ha acabado convirtiéndose en una historia rio con tramas entrelazadas. Aunque haya estado más inspirado en el plano gráfico en otras series, como su legendaria recreación post-Crisis de Superman, el Byrne escritor hace un trabajo mucho más complejo en Wonder Woman. No olvidemos que la mayor parte de su estancia en Superman y Action Comics eran historias autoconclusivas, o sagas de pocos números de duración. Aquí no es el caso. De hecho, podríamos decir que sus tres años al frente de la colección de la Amazona son una gran historia.
Comenzamos el tomo donde lo dejamos al final del anterior, con Wonder Woman recién derrotada por el demonio Nerón. En estos números, Byrne se autodeclara el representante de Jack Kirby en la Tierra, y, como ya se ha ido viendo en tomos anteriores, gran parte de los números aquí recogidos toman la obra del Rey como eje argumental, adoptando su estilo gráfico también en momentos como la Batalla de Camelot del número 125. Etrigan y Jason Blood siguen apareciendo aquí, cerrando historias y dando carpetazo a parte de las ideas que plantearon tanto Matt Wagner como Alan Grant en sus respectivas series de finales de los 80 y principios de los 90. No sería el último contacto del autor con la demoniaca creación de Kirby: volvería a él en la serie Blood of the Demon pocos años después.
Para cuando Byrne estaba produciendo estos últimos números, había empezado una nueva serie en la que desarrollar su obsesión por la obra de Kirby: Jack Kirby’s Fourth World. En 1997 coordinó además un evento llamado Genesis, formado por una serie limitada central de cuatro números y veinticinco tie-ins. En esta historia pretendió dar explicación al origen de todas las divinidades y metahumanos del Universo DC, y tenemos aquí uno de los números relacionados, en el que se ve las tablas de este autor: es un número relacionado con una historia más grande, pero que se puede leer y comprender por sí mismo.
En este mismo número, tenemos un importante homenaje gráfico a la obra de Kirby. En muchas ocasiones se ha señalado cómo el Rey era capaz de poner varios planos de acción en una misma viñeta y que fuera comprensible. Byrne en este número presenta una splash page con cuatro planos de acción.
No termina la presencia de los Nuevos Dioses con Génesis. Se nos cuentan en este tomo también las consecuencias de la muerte de Highfather en Fourth World (serie que, visto lo visto, haría un gran companion de estos números de Wonder Woman), y se nos presenta la recreación post-Crisis de Egg-Fu, un villano un tanto casposillo clásico de Wonder Woman resultante de mezclar a Humpty Dumpty con un espía comunista chino.
La otra gran trama que se desarrolla en este tomo viene a explicar la existencia de una Wonder Woman durante la Segunda Guerra Mundial. La situación en la que queda Diana tras su enfrentamiento con Nerón en el tomo anterior acaba provocando su ascenso al Olimpo, siendo sustituida como heroína de Themiscyra en el mundo del hombre por su madre Hipólita. Y un viaje en el tiempo hará que, simultáneamente, sea creada la Wonder Woman de los años 40 y su recuerdo en el presente. También, aprovechando que se estaban aclarando puntos confusos de la historia del personaje, Byrne da una explicación a por qué ha habido tantas versiones distintas de Donna Troy a lo largo de la historia.
Grandes Autores de Wonder Woman
La línea Grandes Autores nos ha recopilado ya las etapas completas de John Byrne y la clásica de Greg Rucka, la más significativa de William Messner-Loebs y va avanzando a buen paso en las de Phil Jiménez y la de George Pérez. La cantidad de material recopilado en estos tomos, reeditado en algunos casos y editado por primera vez en otros, era impensable hace unos años. Podríamos decir que las etapas más memorables del personaje están disponibles en esta línea, con la excepción de las recientes de Brian Azzarello y la segunda de Rucka, que no descartemos que en un futuro a medio-largo plazo entren a formar parte de esta línea. De material clásico, la única etapa que quizás se podría echar de menos, una vez terminadas las ya editadas, sería la de Gail Simone, que hay que reconocer que está un peldaño por debajo de lo ya visto.
En resumen…
En este último tomo, Byrne maneja a Wonder Woman con la maestría que se esperaba de un autor de su talla. Un autor que, aunque aún no se sabía en el momento, estaba llegando al final de su época dorada. Quizás podríamos decir que su principio en la serie es un tanto titubeante, pero visto en perspectiva, estaba cogiéndole el pulso a la serie, y mirados estos tres años de forma global, no queda duda de que estamos ante una de las etapas más inspiradas en los casi ochenta años de historia del personaje.
