No hay duda de que Jeff Lemire está de moda y, sin embargo, tampoco demasiada discusión en que es un guionista irregular. Algunas de sus obras caen para muchos en ese “no es para tanto” o incluso en el rechazo absoluto, en el caso de algunos de sus tebeos para las dos grandes especialmente. Pero Gideon Falls parece haber puesto de acuerdo a fans y no tan fans en lo que sin duda ha sido una de las grandes sorpresas de año.
No sólo Lemire y Sorrentino están en un estado de gracia, sino que Gideon Falls es una de esas series que es capaz de convertir los vicios y pequeños defectos de sus autores en virtudes absolutas. Los tics y las carencias de Jeff Lemire y Andrea Sorrentino giran para alimentar la terrorífica atmósfera de Gideon Falls.
Gideon Falls 2. Pecados Originales continúa las dos tramas que arrancó el tomo anterior con el padre Fred y Norton Sinclair (o algo así) a la cabeza de cada una de ellas. Llegaremos a la esperada confluencia entre ambas, pero cómo y en qué punto entraría dentro de la zona spoiler. En cualquier caso, todo se desarrolla coherente y fluido sin perder por ello un ápice de misterio y creando nuevas preguntas por cada respuesta.
La verdad es que el trabajo de Jeff Lemire tiene todas las papeletas para resultar en un pastiche mil veces visto. Gideon Falls 2. Pecados Originales transita por una serie de lugares comunes más que pisoteados: Lo que habita en la oscuridad, el componente religioso, los flashbacks, procesos alucinatorios o ensoñaciones, enigmas, frases crípticas y premonitorias… Lemire nos juega una mano del sota, caballo y rey del género de terror, pero de algún modo se las arregla para que la conjunción de todas ellas resulte en ese constante mal rollo que se cuela por los poros al leer Gideon Falls. Pese a caminar senderos conocidos el gran mérito de esta obra es conseguir que la conjunción de todos ellos con una especial pericia para dosificar la información y jugar con la alternancia de tramas resulten en eso tan difícil que es generar terror con un tebeo.
Tal vez todo esto no funcionaría de no ser por los dibujos de Andrea Sorrentino (aunque colaborar con el colorista Dave Stewart es trabajar con red de seguridad). Es fácil acusar a Sorrentino de un cierto frontalismo, de manejar iluminaciones dramáticas incluso cuando no vienen a cuento o de marear la composición de página de manera un tanto gratuita. No obstante la magia de Gideon Falls da la vuelta estos vicios para alimentar el clima de horror. Tal vez no tuviera mucho sentido narrativo en otra situación torcer las verticales, colocar rejillas innecesarias a las viñetas o trabajar con iluminaciones forzadas en momentos donde serían imposibles, pero todo ello confluye en una narración antinatural, la sensación de que algo no está bien, que nos siembra la semilla de la extrañeza y el desasosiego que son las claves de Gideon Falls.
Si algo tienen las buenas historias de terror es que prácticamente ninguna otro género nos hace sentir tan bien haciéndonos sentir tan mal. Sin el recurso del susto, los tebeos se basan en la desazón, en conseguir esa anticipación en nuestros cerebros que sin duda es mucho peor que cualquier cosa que nos puedan mostrar. Por eso, cuando como en el caso de Gideon Falls 2. Pecados Originales, está bien conseguido, nos atrapa para siempre.
