A estas alturas de la serie, ya los personajes están bien definidos, la sorpresa inicial ha pasado, y ese hype con el que todos recibimos a Giant Days, se puede decir que ha llegado a unas cotas aceptables de estabilidad. Por tanto, cualquier cosa que digamos, se hace sin ese factor añadido de ilusión que puede sesgar una crítica. Pues bien, Giant Days sigue siendo una serie muy divertida, de las más divertidas que uno puede leer hoy en día en el catálogo de las librerías españolas. Me considero tebeófago, lo mismo me zampo un pijamero, que un europeo, un independiente que un manga, y tengo que reconocer que cuando tengo en mis manos un nuevo número de esta serie, lo recibo con ilusión, porque tengo la seguridad de que va a ser mi «Kit-Kat©». Ya puedo venir de un omnigold de 700 páginas de material ochentero, de un tratado sobre el racismo en los EE.UU., una historia de fantasmas japonesas… que Giant Days está aquí para alegrarme el rato de lectura.

Y así sigue siendo. La serie ya se encuentra en un punto en el que no necesita presentar más a los personajes, ya todos sabemos cómo son unos y otros, pero en el número 9 que abre este tomo se permite profundizar más y cederle el protagonismo a Ed, ese chico de nuestro grupo protagonista, que siempre ha permanecido en un segundo plano, y que bebe los vientos por la gótica Esther. Era de los pocos personajes que todavía no habían dado un paso al frente y del que sí se podía aportar nueva información a su personaje. Ed se enamorará de una compañera del periódico de la facultad y se enfrentará a un líder estudiantil con bastante cara dura. En los siguientes números, tenemos la visita de una amiga de Esther que pondrá todo patas arriba, una crisis de insomnio de Susan y una acampada de las chicas donde a duras penas no acabarán sacándose los ojos unas a otras.

La constancia de los guiones de John Allison hace que la serie no se resienta a pesar de llegar a la primera docena de números. Le tiene cogido muy bien el pulso a los personajes y sabe ir dejando en primer o segundo plano a los diferentes protagonistas para que se mantenga el sentido de serie coral y no se desgasten, a pesar de que algunos funcionen mejor que otros. Si acaso, Esther es la que puede tener algo más de protagonismo, pero aún así, la saben dosificar. Los diálogos siguen siendo tronchantes, y muy naturales, no se ven forzados en ningún momento y siguen manteniendo todo el peso de Giant Days.

En cuanto al dibujo, ya lo comentaba en la reseña del tomo anterior: Max Sarin me parece una artista con un estilo perfecto para esta serie. A pesar del cariño que le tengo al dibujo de Lissa Treiman por presentarme a los personajes, la finlandesa tiene un estilo de trazo más fino y limpio y una expresividad para los personajes que hacen que los chistes funcionen a la perfección. Estamos, además, en unos números en los que ya Allison está incluyendo alguna subtrama o adelanto de lo que veremos, con sentimientos que van evolucionando, y eso lo transmite muy bien Sarin. Por ejemplo, vemos que a Esther, a la que hasta ahora no le ha interesado lo más mínimo Ed, al ver que tiene interés por otras chicas, empieza a «picarle un poco el gusanillo» y sentir que está perdiendo su sitio como amor platónico del chico. Son gestos muy sutiles, pero los saben expresar a la perfección.

Y citar una vez más a Whitney Cogar, que hace un trabajo colosal a los colores. Degradados muy sutiles, colores cálidos y un uso de la satinación del color para expresar emociones que hacen la lectura francamente disfrutable.

En definitiva, Giant Days 3.

Sigo recomendando encarecidamente esta serie. No por su calidad artística, que también la tiene, sino por los ratos de diversión que proporciona. Una serie cuatrimestral a diez euros el tomo es asequible para cualquier bolsillo y merece mucho la pena por lo fresca y divertida que resulta. Unos personajes muy bien construidos, con mucho contraste entre ellos, como en cualquier otra sitcom y, aventuras divertidas, nada repetitivas y con una evolución de personajes a un ritmo firme y seguro que hacen que sea una serie fluida y mantenga el interés una vez pasado ese hype inicial. Me sigo riendo mucho con Esther, Daisy es tal vez la que más en segundo plano queda en este tomo, y tenemos un punto de inflexión en la relación Susan y McGraw. Deseando ya que llegue el cuarto tomo para poder pasar otro rato de diversión con estos chicos. Su nominación a los pasado Eisner a mejor serie regular no es ningún disparate. Mantiene el nivel, y muy alto.

Lo mejor: Las risas. Que mantenga el nivel. Cómo dosifica a los personajes.

Lo peor: Que tengamos que esperar otros cuatro meses para tener otra dosis de nuestra droga…

Para amantes de las comedias. Para los que se han enganchado a ella y ya no saben vivir sin saber de sus protagonistas. Para disfrutar de un equipo creativo cohesionado y efectivo.