Cuando trabajas con versiones alternativas de personajes icónicos sólo hay dos formas de conseguir un resultado memorable. Una es la clásica de meter una pequeña variación en el personaje que conoce todo el mundo y explorar las consecuencias de ese pequeño cambio. Ahí estaríamos hablando de los clásicos What If o de algún Elseworlds de DC en el que, aún con ese pequeño cambio mencionado, los personajes son esencialmente los mismos de toda la vida. Pero también está el camino diametralmente opuesto: presentar una versión totalmente diferente, casi irreconocible, que comparta un par de rasgos básicos con el personaje que versionea y que nos sirva de ancla con el original. De este modelo, en DC andan muy sobrados de ejemplos, y son la opción que suelen elegir. Un Superman comunista, una Liga de la Justicia de vaqueros… o un Batman que es un sacerdote en un estado teocrático. En Marvel también se da, por supuesto, aunque quizás no tan a menudo. Tenemos, por supuesto, al Hacedor, el Reed Richards malvado del Universo Ultimate. Y en este cuarto tomo de Ghost Spider, la escritora Seanan McGuire se apunta a este modelo, presentándonos las versiones de Tierra-65 de Susan y Johnny Storm.
En este tomo, aunque Gwen sigue pegando brincos entre las Tierras 65 y 616 -los brincos multiversales ya son parte de la esencia del personaje-, la historia se centra más en su Universo de origen. Todo gira alrededor de Susan y Johnny, dos hermanos influencers vacíos y superficiales, obsesionados con su imagen y pasando por maratonianas sesiones fotográficas para sacar la foto perfecta para Instagram, al más puro estilo de la familia Kardashian y similares. Y para presumir de lo guays que son, se van a sacarse unas fotos a un país de Europa. A Latveria.
Tenemos el vínculo familiar, Tenemos a un Johnny descerebrado, y a su hermana que no lo es tanto. Y en la relación con Latveria, por supuesto, todo se tuerce. Poco después de llegar allí, se pierde el contacto con ellos por completo. Y cuatro años después, se materializan en Nueva York diciendo que para ellos sólo ha pasado un día. Sí, poco tienen que ver con los personajes que dieron origen al Universo Marvel, pero es que en esta Tierra, Reed Richards es un adolescente afroamericano que juega al ajedrez en los tableros callejeros de Harlem. Todo puede pasar en Tierra-65.
Al dibujo tenemos al brasileño Ig Guara, al que hemos visto principalmente en DC, pero que en el último par de años ha estado prácticamente en exclusiva en la Casa de las Ideas, en títulos como Miles Morales: Spiderman o Amistoso Vecino Spiderman. Hace un trabajo perfectamente funcional, pero sin estridencias, quizás un punto por debajo de Takeshi Miyazawa, pero presenta unas páginas correctas, a las que la única crítica que se puede hacer es que quizás resulte un tanto impersonal.
Y vamos con el gran pero que tiene este tomo. Llevamos tiempo diciendo que la mayor libertad creativa, y muchas veces el mayor interés, en las dos grandes está en las series periféricas, esas series pequeñitas que ni siquiera entran en el top 100 de ventas. El problema es que cuando alguno de los responsables de las superventas quiere hacer algo con los personajes de estas series, sus autores pierden el control de la historia que estaban contando. Con Ghost Spider ha pasado exactamente eso: Gwen ha aparecido en Restos Mortales, la historia de Nick Spencer en Amazing Spider-Man, pero es que además Donny Cates ha pedido su presencia en el crossover Rey de Negro, protagonizando la miniserie Gweneno vs. Matanza, que ha visto la luz dentro del tomo Rey de Negro: Planeta de simbiontes. Entre unas cosas y otras -y que las ventas tampoco es que fueran muy boyantes-, la serie ha sido cancelada y estamos a la espera de ver qué ocurre con el personaje.
La cancelación de Ghost Spider ha sido una lástima. Estábamos ante una de las series más imaginativas que ha tenido el Universo Marvel en los últimos años, y las ideas que iba dejando aquí y allá daban para una larga temporada de una serie fascinante. Esperemos que el personaje vuelva pronto y que vuelva con Seanan McGuire, que ha demostrado que tenía mucho que decir.
