Pasados algo más de doscientos años de su publicación original, nadie puede negar a estas alturas que Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley es una de las novelas más influyentes de la historia de la literatura. No sólo por la creación de uno de los personajes más icónicos de la historia del terror, llevado al cine y la televisión en decenas de ocasiones, que también, sino por dar lugar a todo un género en sí misma: Frankenstein es la primera novela de ciencia ficción moderna. La reciente reedición de este clásico de la mano de Planeta Cómic en su versión ilustrada por Bernie Wrightson es una muy buena ocasión para revisitarlo.
Podríamos hablar horas de la novela de Shelley, una de las cumbres de la novela gótica del S.XIX. Podríamos mencionar las reflexiones sobre el aislamiento derivado de apartarse de las normas sociales, sobre los peligros de la tecnología, sobre la adaptación a los tiempos modernos de la leyenda de Prometeo, el titán creador de la humnidad, en la que Victor Frankenstein, el primer científico loco de la historia, le roba a los dioses el fuego sagrado de la creación de la vida y es castigado por ello. También se puede hablar de los paralelismos entre la vida de Mary Shelley y su relato: tres años antes de la escritura de la novela, Mary Shelley tuvo un hijo prematuro de Percy, que abandonó a madre e hijo para vivir una aventura con la hermanastra de la autora. Así, Victor abandona a su creación de la misma forma que Percy abandonó a su hijo, que falleció poco después. Frankenstein es un libro fascinante, absorbente, con varios niveles de lectura. No sólo es un hito seminal de la literatura universal, es también una novela que podrá disfrutar tanto un lector preadolescente como uno veterano, entregando a todos ellos una experiencia diferente completa. No me ha dado ni remotamente las mismas sensaciones que me dio cuando lo leí por primera vez hace ya treinta y tantos años.
Pero aunque se pudiera escribir cientos de páginas de esta novela, la presencia de esta obra en esta web se debe a las espectaculares ilustraciones de Bernie Wrightson. Esta edición viene en formato de libro ilustrado, con cuarenta y cuatro láminas a página completa y a doble página intercaladas entre las páginas de la novela, ilustrando pasajes de la misma y siendo el complemento perfecto a la obra original. Posiblemente estemos ante la mejor edición posible -salvo las ediciones anotadas, claro está- de Frankenstein.
Aunque en alguna ocasión he leído que el texto de esta novela es la edición revisada de 1831, lo cierto es que aquí tenemos la original de 1818. La diferencia más perceptible entre ambas está en el personaje de Elizabeth, la prometida de Victor Frankenstein. En el texto revisado, Elizabeth es una huérfana adoptada por los padres de Victor, pero en la original, además de hermanastra es su prima. Tampoco es que la relación entre ilustraciones e historia cambie lo más mínimo.
Wrightson intenta en este trabajo tener un estilo coherente con la época en la que se publica el libro original. Así, en lugar de utilizar su técnica habitual en obras de cómic, aquí utiliza un estilo más cercano al grabado sobre metal, para dar la sensación de antigüedad buscada. La primera edición de este trabajo fue publicada por Marvel en 1983, pero alguna de las láminas aparecen fechadas en 1977. Según palabras del propio autor, no fue un trabajo de encargo: lo hizo en ratos libres entre los trabajos remunerados con los que se mantenía a lo largo de siete años. Todas y cada una de estas láminas alcanzan la perfección que está reservada a tan solo unos pocos. El trazo, la composición, las luces… ¡qué trabajo de luz! La belleza de estas páginas justificaría una edición a un tamaño más grande para colgar enmarcadas de una pared.
Este volumen que tenemos entre manos no sólo es una novela fundamental que debería estar en toda biblioteca. Es, también, la obra cumbre como ilustrador de uno de los artistas más dotados de la historia del cómic. Una lectura en la que sumergirse. Unas ilustraciones en las que recrearse durante horas. Una compra imprescindible.
