Es la hora de las tortas!!!

Es la hora de las tortas!!!

Estela Plateada: Libertad

Estela Plateada: Libertad
Guion
Steve Englehart, John Byrne, Stan Lee
Dibujo
John Byrne, Marshall Rogers
Tinta
Tom Palmer, Joe Rubinstein
Color
Tom Palmer, Marshall Rogers
Formato
Cartoné, 248 páginas
Precio
25 €
Editorial
Panini Comics. 2019
Edición original
Silver Surfer v2, 1, v3, 1-6 USA

Hasta hace un par de años, el material cósmico clásico de Marvel estaba prácticamente olvidado a ambos lados del atlántico. Sí, de vez en cuando se reeditaba alguna cosilla puntual, pero más material de la Silver o incluso del siglo actual que del material de los 80 y los 90. El mismísimo Guantelete del Infinito, una de las sagas fundamentales de la historia de Marvel estuvo once años fuera de las librerías. Y gracias a Infinity War y Endgame todo este material volvió a estar de actualidad. Pero devuelto a las tiendas el ciclo entero de Jim Starlin, la reedición de clásicos cósmicos ya no es tan evidente. Toda la Saga del Infinito estuvo articulada alrededor de tres personajes. El primero y más obvio, Thanos de Titán, la más afamada y exitosa creación de Starlin. La segunda, Adam Warlock, que no fue creada por el mismo autor pero sí fue quien le dotó del trasfondo y personalidad que tiene en la actualidad. Y el tercero fue Estela Plateada, el personaje en cuya serie mensual Starlin plantó todas las semillas de lo que acabaría siendo su gran epopeya a partir del número 34 y que pasaría a un comprensible segundo plano cuando Ron Marz se hizo cargo de él. Pero hay un material del Surfista de Plata anterior a la llegada de Starlin que a priori resulta interesante: la tercera serie del personaje tiene más de treinta números escritos por un autor de la talla de Steve Englehart que aún no se habían reeditado desde que vieron la luz de la mano de Fórum a finales de los 80 y principios de los 90.

Arranca el tomo con el primer y único número de la segunda serie protagonizada por la creación de Jack Kirby. Sí, sólo Kirby. Es de sobra conocida la historia de que Stan Lee le preguntó al Rey quién era el tarado en una tabla de surf que había dibujado en los 4F, y me cuesta reconocer méritos de cocreación a un autor que no sabía quién era ni de dónde había salido el personaje en cuestión. Lee acabaría escribiendo -a su manera, que ya sabemos cuál es- todo el primer volumen del personaje, en una serie con unas espectaculares páginas de John Buscema pero unos argumentos y unos diálogos a los que podríamos calificar, siendo generosos, de correctos, sin más. Doce años después del cierre de la primera serie, Estela recibe su segunda oportunidad en solitario, en un segundo volumen que no pasó del primer número firmado por John Byrne (argumento y dibujo),  entintado por un Tom Palmer que tapa un poco más de la cuenta los lápices del dibujante, y Stan Lee (guión). Ya han pasado muchos años y los créditos en los cómics de Marvel empiezan a parecerse un poco más a la realidad…

Este número plantea ideas interesantes, pero se queda en eso, en un simple planteamiento. Si el Vol.2 no fue más allá porque desde el principio estaba pensado como un especial autoconclusivo, si fue un proyecto que se fue al traste por el desmedido ego de los autores implicados o porque era simplemente un sondeo para ver si el mercado estaba listo para una nueva serie de Estela Plateada es algo que no termina de quedar claro. Eso sí, las historias planteadas en este número son absolutamente representativas de presente, pasado y futuro del personaje. Mefisto, Zenn-La, Shalla-Bal y la barrera de Galactus son temas recurrentes en la historia de Norrin Radd.

Y como curiosidad, es en este cómic donde aparece la icónica viñeta que el guitarrista Joe Satriani utilizó para la portada de su segundo disco, Surfing With The Alien.

 

Pasamos de aquí al tercer volumen del personaje, el más extenso que ha tenido y en el que se han contado sus historias más inspiradas. Pero, como ya hemos dicho, estamos en los años previos a la llegada de Jim Starlin. El equipo encargado de estos números no podía ser más prometedor: Steve Englehart y Marshall Rogers, los responsables de una de las etapas más memorables en la historia de Batman, -faltaría Terry Austin a las tintas, sustituido aquí por un no demasiado adecuado Joe Rubinstein– toman las riendas de la serie desde el principio, sin más herencia argumental que la propia historia del personaje.

El planteamiento de Englehart es totalmete rupturista. Aunque Estela sigue siendo totalmente reconocible, en el primer medio año de la serie mensual tenemos un cambio radical en prácticamente todo el entorno del personaje. Lo primero que hace el autor es buscar una solución al encarcelamiento de Norrin en la Tierra por la barrera que le puso Galactus tras su traición. Pone un final también a la enemistad entre el Devorador de mundos y Estela, y al no estar limitado su entorno a la Tierra, sus historias pasan a ser espaciales, recuperando el tono cósmico que tuvo el personaje en su creación y abandonando el superheroico de los años anteriores. Pasa página también en su relación con Shalla Bal y empieza una con Mantis.

estela plateada mantis

Estos números sirven principalmente para, en el contexto de una historia que gira alrededor de los Primigenios -Coleccionista, Gran Maestro, Campeón… y alguno de nueva creación, como Aniquilador o Mercader-, definir el nuevo entorno en el que se desarrollarán las historias del personaje, mientras se pega un vistazo global a la parte del Universo Marvel que influirá en esta serie. Así, se hace referencia al encuentro de los Vengadores con los Primigenios, a eventos sucedidos en la serie de Hulk de aquella época, o a la pérdida de la capacidad metamórfica de los Skrulls que ocurrió durante la etapa de John Byrne en los 4F.

Las expectativas de la lectura de estos números han resultado ser demasiado altas. Esperaba algo a la altura de Batman: Extrañas apariciones y, la verdad, no ha llegado a ese nivel. Al margen del interés de la historia y del cambio de tono y ambientación del personaje, que ahí cada lector tendrá sus preferencias, los guiones de Englehart abusan de textos explicativos, resultando una lectura un tanto ardua en algunos momentos. Pero es que el dibujo de Rogers, aparte de las mencionadas poco inspiradas tintas, no tiene la elegancia que pudimos verle en Batman o en muchos otros de sus trabajos. No quiere decir que sea un mal cómic, que no lo es, pero no está a la altura de lo que se esperaba de este equipo artístico ni a la de lo que haría pocos años después Jim Starlin. Digamos entonces que es un tebeo correcto, sin más, enfocado exclusivamente a completistas del personaje y de las historias de la Marvel Cósmica.