Saludos, queridos espectadores. Retomamos el ritmo habitual tras la pausa de la semana pasada. Decididamente, parece que me he bajado de The Walking Dead. El soporífero segundo capítulo unido al recuerdo de la infame segunda temporada y a los comentarios de que la cuarta es un tostón han hecho que me apetezca tanto ponerme con capítulos nuevos de esta serie como leerme el diario de sesiones del Senado. En cambio, Breaking Bad, después de haber acabado con Orphan Black está casi monopolizando mi tiempo de televisión. Y poco a poco, nos vamos acercando al final de How I Met Your Mother. Qué cosa más cansina, oigan. A estas alturas ya no hace gracia, es repetitiva, cansina, y, si me apuras, hasta más ñoña de la cuenta. Ni siquiera la presencia de Frances Conroy, que tanto mal rollo ha dado en American Horror Story, como madre de Barney consigue darle la más mínima chispa. Y encima empiezan a circular rumores sobre un spin-off de la serie orientado al público femenino. How I Met Your F*cking Father, supongo. ¿Que por qué la sigo viendo? Costumbre. Inercia. Resistencia al cambio. No sé, elige tú. Y hablando de rumores sobre series nuevas, aparece otra serie de superhéroes DC en el horizonte. Esta vez, Hourman, en su versión Rick Tyler y centrada en las visiones de una hora en el futuro que le da su reloj de arena. Se une así a Flash, Amazon (una especie de Smallville de Wonder Woman), Gotham (sobre la policía de la ciudad antes de la llegada de Batman) y Constantine (¿Qué? ¿Constantine un superhéroe? Pues después del cierre de Hellblazer y el inicio de la infame nueva serie en el nuevo Universo DC, diría que lamentablemente sí…). A ver cuántas de estas cinco se llegan a materializar. Sección de hachazos. En estas dos semanas, han caído dos. Back In The Game, la de Maggie Lawson y James Caan, y The Client List, una en la que Jennifer Love Hewitt hace de prostituta madre. Y no, no voy a hacer el juego de palabras obvio, que ya se hizo en Clara De Noche. No había visto ningún capítulo de ninguna de las dos, no las echaré de menos. Nos saltamos la sección de novedades porque esta semana no ha habido estrenos. Orphan Black es una de esas series que llama la atención pero no lo suficiente como para engancharte a ella el día que emiten el primer capítulo, y que se queda en la cola a la espera de tiempos con menos saturación. Y poco a poco van llegando comentarios, y ves que en imdb la puntúan con un 8.0, no tan lejos del 8.7 que reciben dos fetiches míos como Batllestar Galactica y Doctor Who… y llega un día en el que nada de lo que tienes pendiente te apetece, y decides probar con uno de los pilotos que tienes acumulados. El punto de partida es bastante ambiguo. En el primer capítulo, una típica choni inglesa ve como una tipa deja su bolso en el andén de una estación de tren y salta a la vía. Antes de mirar, se gira… y tienen la misma cara. ¿Gemelas separadas al nacer? Puede ser, la choni es una huérfana. Y la elementa en cuestión, como buena maleante, agarra el bolso de la difunta para hacerse pasar por ella y ver qué puede rapiñar de sus pertenencias. Un buen punto de partida… hasta que al final del primer capítulo vemos una tercera tipa con la misma cara. ¿Trillizas idénticas? Mmm… ya es más raro. Es un suceso que se da en un caso de cada 200 millones. No quiero ir más allá por lo de los spoilers y tal, pero hay que reconocer que las pistas están todas ahí… Lo más destacable de la serie, lo que a mí me ha fascinado, es la actuación de la protagonista, la canadiense Tatiana Maslany. Como ya se intuye, hace varios papeles distintos. Y eres capaz de saber qué personaje es en cada momento hasta cuando van con la misma indumentaria. Vamos, exactamente igual que los actores nacionales. Que te ponen una frase suelta de, por ejemplo, Resines y no sabes ni de qué serie es porque el tipo sólo sabe hacer de sí mismo. De momento, la serie sólo tiene una temporada de 10 capítulos, y ha sido renovada para una segunda que empezará en abril. Y el ritmo es creciente. Y adictivo. El primer capítulo es bueno, muy bueno. Pero con el resto… oh, boy. Te tienes que obligar a parar. La trama se va complicando cada vez más, y cada puerta que abren plantea dos preguntas más. Muy recomendable para los que disfrutaron en su día de Utopía. Como, ¿que no has visto Utopía? Ya tardas, colega.