El mundo del cómic es como el mundo del fútbol. Los guionistas, los dibujantes, los entintadores y los coloristas son jugadores de equipo, los editores son como los entrenadores, incluso los presidentes son igual de metomentodos en ambos mundos.

Ambos viven de vender esperanzas, que en muchos casos solamente venden humo vistos los resultados, pero ahí está siempre la publicidad de por medio, que hay que vender cómo sea, la ilusión no debe perderse.

Y a quién venden sus productos, a sus seguidores, a frikis que lleven lejos su afición, hasta perder el sentido de la realidad, capaces de comprar cualquier cosa que lleve el escudo o el dibujo de su equipo o superhéroe favorito: ya será un despertador con el himno del centenario o la edición especial recoloreada con portadas múltiples en 3D metalizado.

Podíamos decir que Marvel es el Real Madrid, el más laureado, siempre el primero en todo. DC sería el equivalente al Barca, con un presidente en ambos sitios para encerrar y tirar la llave, con sus grandes momentos, pero un segundón al fin al cabo.

Luego estaría Image, el equivalente al Atlético de Madrid, con buenos artistas de cuando en cuando pero con las ideas poco claras, y de vez en cuanto alguna alegría.

Dark Horse es el eterno aspirante a ser grande, como el Valencia. Y así podemos relacionar hasta aburrirnos.

Está claro que cuando un dibujante o artista destaca en el mercado independiente, o en un equipo medio-alto, los dos grandes se disputan sus servicios, como en el fútbol. Aunque sin cláusulas de rescisión de contrato de por medio, está claro. Lo normal es cumplir sus años.

Como en el fútbol, hay superestrellas, dibujantes que dan mucho dinero por dibujar determinados personajes, que con el tiempo se vuelven avariciosos y vagos, cobrando mucho dinero por dibujando poco. También hay viejas glorias, como puede ser el caso de Raúl en el Madrid o John Romita Jr en Marvel, de gran calidad pero que se ve que ya no son lo que eran. Mira sino a Ronaldinho y a John Byrne, que aún se creen que son buenos y no pasan de incordios.

A mi todo esto que me cuentas me parece bien, pero te he preguntado qué tal está Crisis Final de Morrison. Si se deja leer sin problemas.

Serías capaz de explicar a mi madre qué es el fuera de juego con menos de cuatro palabras. Ahí queda mi respuesta.